Sobre diez artículos de LUIS GÓMEZ 2 de 2

Sobre diez artículos de LUIS GÓMEZ 2 de 2

La otra parte que me interesaba comentar, es lo relativo a los planes guerrilleros del 14 de Junio, presentes desde la reunión clandestina constitutiva de Mao (enero 1960), siguiendo el ejemplo de la Raza Inmortal (junio 1959), y la marcha de los acontecimientos posteriores en el país, y en América Latina.

¡Fíjense! Luis Gómez era el “segundo hombre” dentro del ala revolucionaria del 14 de Junio, solo superado por Manolo. Fue la persona elegida por Manolo (entre el 16 y 17 de agosto de 1961) para entregarle una carta al Comandante Fidel Castro y seleccionar y encabezar el primer grupo del 14 de Junio que recibiría entrenamiento político-militar en Cuba.

Septiembre, octubre, noviembre, diciembre de 1961, y enero, y quizás febrero de 1962, le tomó a Luis y al grupo que finalmente pudo integrar, viajar a Cuba, recibir entrenamiento y estar listos para regresar. En febrero de 1962, todavía Luis estaba inmerso en estos esfuerzos, ya que, incluso el regreso de aquel contingente, era un problema sumamente difícil, en medio del cerco de hierro que los norteamericanos fueron tendiendo alrededor de la “isla rebelada”.

Luis le dice a la periodista en una de sus entrevistas que “al retorno del grupo entrenado en Cuba se produjo la primera reunión conjunta, en momentos en que la denominada infraestructura tenía avanzado un trabajo para la estructuración de siete frentes” (sexta entrevista).

¿Saben lo que pasó en aquella reunión? Lo recuerdo como si fuera ayer. El grupo había venido regresando, poco a poco, en la medida que Luis le conseguía pasaporte y una vía segura. Hipólito Rodríguez (Polo), uno de los más brillantes de los miembros del 1J4 que se entrenaba en Cuba, regresó en el primer grupo.

Lo que recuerdo es que ya para finales de febrero y principios de marzo, los hombres de confianza de Manolo, por instrucciones expresas de él, veníamos trabajando en base a siete regiones estratégicas, cada uno a cargo de complementar los trabajos organizativos y políticos en cada región respectiva. Esa visión, que en principio todos fuimos asumiendo, parece que surgió en medio de conversaciones de Polo con Manolo, sobre las experiencias en Cuba y las visiones sobre la lucha guerrillera que allí surgieron.

Manolo y los demás, en una primera aproximación (sin haber escuchado otra) estábamos tomados por la visión de que el 14 de Junio era una organización revolucionaria muy distinta al 26 de Julio, en Cuba, y al grueso de las organizaciones de la misma tendencia en el resto de los países de América Latina.

El 14 de Junio y Manolo reunía multitudes dondequiera que organizaba un acto político; su periódico, el 1J4 circulaba en una cantidad de 40,000 ejemplares, dos veces por semana, en 1961-62; y a sólo tres meses de aquella reunión histórica de marzo 1962, en una ciudad que apenas tenía 200 o 300 mil habitantes, el 14 de Junio reunió una multitud de 40 o 50 mil personas, para conmemorar el aniversario de la expedición de Junio de 1959. Y a esa gigantesca manifestación siguieron otras, una de ellas en Santiago, el 25 de noviembre de 1962.

El 14 de Junio tenía centenares de dirigentes en todo el país, y desarrollaba una actividad política y organizativa pública, en todo el territorio nacional.

Es así que Manolo fue tomado por la idea de que ese 14 de Junio no podía concebir el eventual movimiento guerrillero a que estaba abocado, como la acción, en su etapa primera, de un pequeño grupo de guerreros, bien entrenados, incluso sin la participación del propio Manolo, que era la concepción con la que Luis regresó al país, contraria a la posición de Hipólito Rodríguez (Polo), el otro hombre destacado, junto con Pipe Faxas, en el grupo que se entrenaba en Cuba.

“La primera reunión conjunta (de acuerdo al relato de Luis, F.D.) en un momento en que ya la denominada infraestructura tenía avanzado un trabajo para la estructuración de siete frentes guerrilleros, en lugar de uno”, de que habla Luis en una de sus entrevistas, se realizó a mediados o finales del mes de marzo de 1962, en un refugio secreto, donde el 14 de Junio había instalado una escuela político-militar, en un lugar apartado en el kilómetro 12 de la vieja carretera Sánchez (hoy prolongación Independencia).

Su afirmación de que “ya la denominada infraestructura tenía avanzado un trabajo para la estructuración de siete frentes guerrilleros” no obedece a la verdad: primero, porque recién empezábamos a trabajar; segundo, porque Luis sabe que apenas fue a finales del mes de enero cuando se superó la crisis desatada por el golpe del general Rodríguez Echavarría, el asilamiento de Balaguer y la instalación del Consejo de Estado, situación que obligó al 14 de Junio a involucrarse intensamente; y tercero, porque para Manolo y todos los que lo acompañábamos en aquel entonces era fundamental el concurso del contingente que había venido de Cuba en esos planes guerrilleros.

Aquella reunión histórica, en la cual, de acuerdo a mis recuerdos, estaban, entre otros, Manolo, Juan Miguel, Fidelio, Polo, Roberto Duvergé, Hugo Toyos, Germán Arias (Chanchano), José Daniel Ariza, y algunos que no logro recordar, empezó con un cuestionamiento por parte de Luis acerca de la propuesta de “las siete regiones estratégicas”, concepción que no se correspondía con lo que habían discutido y acordado en Cuba, pregunta que desató una reacción vehemente, de Hipólito Rodríguez (Polo), que ya arrastraba esa contradicción con Luis, desde los días de entrenamiento en Cuba.

Polo se exaltó. Defendió de pie su concepción; es posible que haya empleado palabras descompuestas contra quienes postulaban posiciones contrarias, en especial, Luis. ¡Ese era su temperamento y su personalidad!

En un momento de la discusión, fui al baño a descargar la vejiga. Cuando regresé, ya Luis no estaba en el salón. Al preguntar por él, me dijeron que había salido discretamente. Corrí y me acerqué, imprudentemente, al borde del camino, y pude observar que Luis caminaba, solitario, hacia la carretera Sánchez. Pedí las llaves de uno de los carros, y salí presuroso a recogerlo e indagar su anómala conducta.

Cuando me acerqué, y le inquirí sobre su comportamiento, me contestó diciéndome que se retiraba. Discutí con él, y finalmente abrí la puerta para llevarlo a donde él quisiera. Se negó y me dijo que quería caminar hasta la capital. No valió mi insistencia.

¡Nunca más volvimos a ver a Luis! Sin anuncio alguno, sin conversar con ninguno de nosotros, Luis se alejó del 14 de Junio, dentro del cual era el “segundo hombre”, y terminó en el PSP, casándose con su novia, Bernarda Jorge, y viajando a la Unión Soviética el 7 de septiembre de 1963, regresando al país “a finales del año 1964” (tercera y décima entrevista).

O sea, Luis, el segundo hombre del 14 de Junio, respetado incondicionalmente por todos nosotros; con mucho mayor edad y experiencia de todos los que allí nos encontrábamos (a excepción de Manolo), responsable del grupo que se entrenó en Cuba y portador de la carta personal de Manolo a Fidel, intempestivamente se retiró de la reunión, sin defender sus ideas y sin tratar de persuadir de las mismas, no solo a Manolo, que de seguro lo hubiera escuchado detenidamente, sino a Chanchano, Fidelio, Juan Miguel y otros, que le habíamos demostrado, con creces, reconocimiento a su liderazgo y a su condición de segundo dirigente del 14 de Junio.

¿Hubiera podido concertarse una posición intermedia (quizás la más correcta) reconociendo los argumentos sustentados por el propio Manolo y Polo? ¿Habríamos innovado la visión acerca de los inicios del movimiento guerrillero, en organizaciones sólidamente implantadas como lo era el 14 de Junio? ¿No es acaso impropio de revolucionarios, cuando se defienden ideas, caminos y concepciones en las cuales uno cree, y mucho más si se trata de un alto dirigente, reconocido como tal por los demás, retirarse, sin siquiera aportar sus argumentos?

Le he dicho a mi amigo Luis, en reiteradas ocasiones, que el día que él se retiró del 14 de Junio, silencioso y sin defender sus ideas, siendo el segundo hombre dentro de la organización, este cometió un grave error como dirigente, y se perdió una gran oportunidad para discutir los planes militares y buscar un consenso, que enriqueciera la experiencia de lucha en América Latina, en un aspecto tan importante como lo es la línea militar para la lucha por el poder, en esos años de grandes confrontaciones.

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