Por: LOURDES Y JOSÉ ISRAEL CUELLO
La convocatoria al Congreso Nacional sobre el Futuro de la Formación Técnico Profesional a realizarse los días 28 y 29 de este mes por el INFOTEP, así como el contenido de su agenda remueve recuerdos que parten del retorno desde España del entrañable José Alejandro Turull.
En Madrid valoró la experiencia española en la formación de personal para el relanzamiento de una economía destrozada por la guerra civil, y que entonces empezaba -precisamente con el turismo- a rescatar el orden social que lo político había despedazado.
Recordamos también nuestros propios esfuerzos por el establecimiento de un espacio editorial propio y el respaldo consiguiente a la idea de INFOTEP. A la vez, los resabios derivados porque quienes cotizábamos desde la precariedad financiábamos la formación profesional a las en ciernes Zonas Francas y Turísticas.
Pero, particularmente, recordamos una idea reiterada de Paul Samuelson:
Supongamos -decía- que alguien preguntara en 1945: ¿Qué parte del mundo espera usted que experimente el más dramático despegue económico en las próximas tres décadas? Probablemente -agregaba- yo hubiera dado una respuesta parecida a la siguiente:
“Argentina es la ola del futuro. Tiene un clima templado, su densidad de población ofrece una dotación favorable de recursos naturales por empleado. Por un accidente histórico, su población actual constituye la más homogénea progenie de las naciones de Europa Occidental. Y Argentina, en 1945, se encontraba en ese estado intermedio de desarrollo del cual se podría fácilmente esperar un rápido crecimiento”.
Qué equivocado hubiera estado, -admitía el ya Nobel de Economía- y mi profecía no hubiera sido mucho mejor tampoco si hubiera sustituido a Argentina por Chile. De hecho, la mayoría de los países sudamericanos han caído mucho más abajo de sus potencialidades de posguerra para el desarrollo. La razón no parece limitarse a lo económico.
En otros cónclaves, el mismo Samuelson agregaría que de ninguna manera hubiese pensado que ese papel lo podría desempeñar el Japón, destrozado en Hiroshima y Nagasaki.
Hoy, asentado en éxitos acumulados por tantos años, el director de INFOTEP, profesor Rafael Santos Badía, proclama que el proceso de consulta previa a la apoteosis “ha arrojado la necesidad de más técnicos en las áreas de robótica, mecatrónica, análisis de datos, reparación de vehículos, idiomas, agricultura con aplicación de inteligencia artificial, desarrolladores de Software y cuidadores de personas, entre otras ocupaciones innovadoras”.
Y, en consecuencia, la consulta, definirá las nuevas metas.
Cabe preguntarse, en conclusión, si podemos estar satisfechos de los resultados acumulados en tantos años que se definen en una Economía de Servicios extraña a la ciencia, a la investigación, al pensamiento, donde ninguna universidad sostiene la carrera de Filosofía y una que otra ha descendido hasta los pies, y oferta grados en Reflexología.
Ese no fue el camino de Japón, ni de China, ni de Singapur.