Sobre el siempre enigmático Cristóbal Colón

Sobre el siempre enigmático Cristóbal Colón

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Juan de Cosa y el conde Saint Germain en nuestra historia

El caso Juan de la Cosa. Al parecer, la reina Isabel tenía grandes desconfianzas hacia Colón y su proyecto náutico. Ignacio Merino, en su libro “La ruta de las estrellas”, habla sobre un personaje conocido, pero poco estudiado: el marino Juan de la Cosa, al que generalmente sólo le atribuyen ser autor del primer mapa que aparece del continente americano y dueño de dos de las naves que vinieron con Colón. Merino publica en su libro una carta autógrafa nada menos que de la reina Isabel en la que se dirige a De la Cosa en un rarísimo tratamiento de mucha confianza, diciéndole en un revelador párrafo: “que vos seáis mi consentido, mi oído en Portugal y el ojo de Castilla en la mar Océana, micer Juan, es cosa que sólo debemos saber vos y yo…”.

Al parecer, De la Cosa era el verdadero agente de la reina. Entonces, los días de Colón siempre estuvieron contados.

La versión esotérica: Saint Germain. No se sabe exactamente de dónde era. No le conocieron esposas e hijos, ni el origen de su inmensa fortuna ni el suyo. Su sobrenombre significa Sanctus Germanus (Santo Hermano). Irrumpe en Europa por el año 1740 haciendo gala de sus grandes conocimientos de alquimia, de su calidad como músico, de sus habilidades lingüísticas (rumano, francés, ruso, alemán, chino, italiano, inglés, español y sánscrito) y de su cultura enciclopédica.

Según su leyenda es un personaje de relevancia en la Biblia judaica. Ocurre, que no pocos estudiosos aseguran que Jesús tenía un hermano gemelo. La famosa boda de Caná, en la cual María pronuncia las últimas palabras que dice en la Biblia (“Hagan lo que él les diga”), sería la boda, no de Jesús con María de Magdala como presuponen muchos, sino la de su hermano gemelo, que a Europa, al África y al Tibet llega como el Conde Saint Germain. Fue conocido, en épocas y lugares distintos, como “marqués de Montferrat”, “marqués de Aymar”, “conde de Belmar”, de “Soltikov”, de “Wendome”, “caballero de Schoening”, etcétera.

Dentro del esoterismo se cuenta que quien entregó realmente los mapas a Colón con la ruta para llegar aquí fue el conde Saint Germain. Se piensa, también, que él fue realmente el primero en venir a América, de donde no salió durante años; siquiera para desmentir que no fue asesinado cuando aseguraba llamarse… Alonso Sánchez de Huelva (!). Otros aseguran que Saint Germain sólo estuvo en la Santa María en el Primer Viaje… ocupando transitoriamente el cuerpo del Almirante.

Para concluir… El 20 de mayo de 1506, Día de Ascensión, agobiado por las dolencias, muere de un infarto Cristóbal Colón en la absoluta miseria, horas después de que las Cortes Españolas lo despojaran de todos sus privilegios. No obstante, nos deja para siempre sus misterios y cientos de preguntas:

—¿La misión de él en el Nuevo Mundo estaba conectada a sus disimuladas creencias?

—Habiendo estado previamente con sus planes en Inglaterra y Francia ¿fue allí donde se decidió su verdadera misión?

—¿Las acusaciones contra Colón, originadas por un sector de la Iglesia (mismo que propiciara el asesinato de los templarios) rival de su secta protectora, persiguen convenientemente demeritarlo?

—¿Realmente nunca se enteró de que había descubierto un Nuevo Mundo? ¿O sólo fingió no enterarse porque no era tiempo de asumirlo?

— ¿Cuando pudo llegar al Pacífico, atravesando tierras panameñas, no lo hizo porque esa no era su Gran Misión?

El 24 de junio de 1717 se forma en Inglaterra lo que muchos piensan es la masonería moderna (aunque existía ya una Gran Logia Masónica en Escocia desde cien años antes). La conformación de las naciones latinoamericanas está determinada por héroes de indudable formación masónica. La conformación de la nación norteamericana fue diseñada por masones. ¿Empieza así el verdadero Nuevo Mundo?

—¿Ese era el real propósito de todo? ¿El tesoro? ¿Acaso hay otro, de otro tipo, en el Monte de Cristo?

—¿Si ciertamente hay vida después de la muerte estaría diciendo Colón en estos días a sus verdaderos jefes: misión cumplida?

Me comprometo con ustedes a reflexionar un poco antes de elaborar todas las respuestas. Por ahora, lo único que puedo hacer es descansar y pedir el nada misterioso…

¡Telón!

 

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