Sobre hidroeléctricas

Sobre hidroeléctricas

SALVADOR B. DAJER S.
Por más de veinte años y a través de todos los medios de comunicación así como en charlas y conferencias he tratado el tema de los saltos hidroeléctricos. Quiero ser reiterativo en señalar de nuevo los múltiples e irreversibles daños y peligros que tales obras acarrean, aunque, como otras tantas, sea la voz que clama en el desierto.

En un artículo denominado «La presa sobre el río Kwai» publicado en mayo del 1985, emulando con el título al escrito por Peter Jackson para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) hice comparaciones entre lo que sucedía en Thailandia (Siam) y lo que está sucediendo en Dominicana con el problema energético. Ambos, Thailandia y Dominicana, son países tropicales que están sufriendo una degradación galopante de su ambiente (léase aire, agua, suelo) a causa principalmente de la deforestación de sus cuencas hidrográficas. Además, en ambos países las estimaciones que se han hecho y se hacen en lo referente a la capacidad de producción hidroeléctrica sobrepasan las realidades existentes, por errores conceptuales en la elaboración de los proyectos.

Reviste ya carácter de obsesión la insistencia con que se le quiere hacer creer al pueblo dominicano que la solución a la crisis de energía que padecemos está en la construcción de saltos hidroeléctricos, con «los que se economizaría el país los centenares de millones de dólares anuales que cuesta el petróleo ó el carbón de las plantas térmicas existentes». Lo peligroso del asunto es que ya no son sólo los legos en la materia los que hablan de esa forma de «solución» sino que personas calificadas culturalmente, ingenieros, políticos, economistas, se han puesto de acuerdo para reclamar y hasta exigir la puesta en marcha del «programa» salvador: porque es «la forma más barata de generar electricidad» ya que «el agua es gratis».

Esta peregrina afirmación no toma en cuenta las enormes y onerosas inversiones en infraestructura como tampoco el costo de la tierra, ni los costos sociales y ecológicos etc. Como ejemplo sobre saliente está la Presa de Hatillo, construida para riego y producción de energía que costó más de 140 millones de dólares para generar unos 30 millones de KWH por año, no aumentó el área de riego y en cambio inundó con su embalse ochenta mil tareas (50 km2) de tierras agrícolas, inutilizándolas y dejando sin su habitat de siglos a más de dos mil familias.

La CDE haciendo un uso muy especial de su función de colaborador del INDRHI en los asuntos energéticos elaboró proyecto, más de un centenar, que constan en su Actualización del Plan de Expansión de la CDE, comprendido en un volumen publicado en septiembre de 1983, del que hicieron una lista selectiva de 33 obras, saltos y presas hidroeléctricas, para INSTALAR unos 800 MW de costosísima infraestructura y reducida producción energética, en cuya lista se destaca en lugar preferente los descartados saltos hidroeléctricos puros denominados Manabao-Bejucal-Taveras y El Torito-Los Veganos. Lo de PURO sólo se refiere a que no riegan ni una sola tarea de tierra ni tendrían más uso que generar electricidad durante unas pocas horas diarias, quizás cinco o seis horas a un costo increíblemente alto del KW efectivo y del KW-hora producido, como ocurrió con el salto del río Blanco que costó más de 120 millones de dólares, para un costo de US$10,000.00 (Diez Mil Dólares) el KW efectivo y unos US$0.20 (veinte centavos de dólar) el KW/h producido. La producción es apenas de 100 Millones de KW/h al año y la obra no sirve para riego.

«Los recursos de agua de una cuenca hidrográfica cualquiera son la respuesta de esa cuenca a la precipitación pluvial. Por lo tanto las características de una cuenca tales como la topografía, el clima, la geología, los suelos y la cubierta vegetal, además de lo que ocurre dentro de los límites de la cuenca en términos de las actividades humanas, especialmente aquellas relacionadas con el uso de la tierra, van a afectar significativamente el tipo de recursos hidrológicos de los cuales depende una sociedad dada, en el presente y en el futuro». AID (Perfil Ambiental del País, pág.35)».

Todos esos factores inciden de una u otra manera en la clase de régimen del río, principalmente en lo que concierne a la duración y magnitud de los caudales en las épocas de estiaje y/o de avenidas, los que son afectados por el tamaño de la cuenca y la proporción y condiciones de la cubierta boscosa, que pueden en el caso de cuencas devastadas, determinar caudales de estiaje muy reducidos y duraderos y de avenidas más violentas y de mayor magnitud.

Cuando se proyecta una obra o complejo para generación hidroeléctrica es costumbre, al preparar su estudio de factibilidad económica, comparar el costo de producción del KWH con el de una planta equivalente térmica de vapor, sea de petróleo o de carbón.

Mientras el KW efectivo en las hidroeléctricas alcanzan valores hasta de 10 mil dólares y un costo del KWH producido tan alto que puede llegar a un dólar (US$1.00) en las térmicas de vapor, cuyo costo oscila entre 500 y 1000 dólares el Kw instalado que es también el Kw efectivo y el costo de producción del KWH apenas alcanza a seis centavos de dólar. Las plantas Itabo de 125 mil KW de potencia producen más de 1000 millones de KW/h al año y son ejemplo de producción térmica.

Considero debo insistir en que el precio de que se habla de 6 centavos de dólar como costo del Kw/h en las hidroeléctricas no toma en cuenta la inversión ni la infraestructura, como si las obras fueran construidas por el Estado «en el vacío» y a «fondo perdido». Pero como este no es el caso sino que las obras se realizan sobre un territorio que tiene un incuantificable valor y con préstamos que hay que pagar en dólares, las pretendidas economías en petróleo son una ilusión pues sólo los costos a pagar en divisas en las hidroeléctricas resultan siempre muchas veces más altos que los correspondientes a las térmicas de vapor, y superiores al valor de su producción en KW/h.

Ya lo hemos expuesto en trabajos anteriores pero nunca será ocioso repetirlas cada vez que haya oportunidad de hacerlo, porque su consideración puede incidir positivamente en la estabilidad económica y social, presente y futura del País.

1.-«No construir por el momento más presas o saltos hidroeléctricos sino dedicar todas nuestras energías y disponibilidades a explotar al máximo las costosas obras ya construidas, porque el actual aprovechamiento de éstas es sólo una fracción de su potencial y su vida útil se está reduciendo aceleradamente a causa de una voluminosa sedimentación». (AID. Perfil Ambiental del País 1981).

2.-Reforestar, porque si primero no reforestamos y aprendemos a manejar y mantener en buenas condiciones nuestras cuencas hidrográficas, no debemos hacernos ilusiones con respecto al porvenir del recurso agua para generar electricidad o aumentar la producción agrícola. La calidad y cantidad de agua disponible en la cuenta es determinante de la calidad de vida dentro de la misma, y la cubierta boscosa es el factor principal en la clase de futuro que espera al país y a las generaciones venideras.

Si fuera posible utilizar, que de ningún modo lo es, la totalidad de los ríos de la República en la producción de hidroelectricidad, apenas se lograrían unos 2000 millones de KW/h, cantidad similar a la producción de 2 térmicas Itabo (Mil millones de KW/h cada una), y también equivalentes a un insignificante 6% (seis por ciento) de la potencia energética efectiva necesaria para, a la fecha, acabar con los apagones.

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