Sobre la escritura y otras cosas… Un diálogo con
José Bobadilla

Sobre la escritura y otras cosas… Un diálogo con <BR>José Bobadilla

POR LEÓN DAVID
¿CÓMO NACIÓ TU VOCACIÓN DE ESCRITOR, DE NARRADOR, DE POETA?

Para mí, por un afortunado accidente, terminé siendo escritor. Siempre recuerdo mi entorno familiar, y de él, las figuras de mis abuelos, otro José Antonio Bobadilla, pero Espinal; y de Miguel Martínez-Bosch, a quien no conocí, pero estuvieron sus libros y sus anécdotas todos los días de mi vida. No debo dejar de lado a monseñor Carlos Tomás Bobadilla Urraca, mi tío abuelo. Los dos vivos y el difunto se encargaron de encauzar casi en el destete, mi sensibilidad por la literatura.

En términos vivenciales realmente fui más hijo de mi abuelo que de mi papá. Y en la casa de mi abuelo, en Moca, existía una peña donde bajo su sombra señera se hablaba y se discutía de todo. Era una casa muy vieja y con historia, muy céntrica, y muy frecuentada, donde crecí literalmente rodeado de libros. Mi abuela, doña Lea López Bidó viuda de Martínez-Bosch fue quizás la mejor amiga que tuvo la señorita Aurora Tavárez Belliard, quien me alfabetizó, y me llevaba después de las clases a su casa, pues yo era muy distraído, y eso la llevó a ocuparse personalmente de mí. Doña Lea me dormía leyéndome fragmentos de Tabaré y sus poemas preferidos de Rubén Darío, Blake, Hölderlin y Santos Chocano. La Seño, como le decíamos todos, también me leía muchísimas cosas. Pero en sus encuentros con mi abuela el tema casi eterno era Juana de Ibarború, Alfonsina Storni y su amiga epistolar Gabriela Mistral. Fue un inicio harto elocuente ¿verdad?

En principio no me interesó la literatura más que como lector, pues siempre estuve muy aficionado a la música clásica y a la religión. Mi primera vocación conocida fue el sacerdocio. Mi familia se repartía entre letrados, militares y curas. Eso pesa enormemente. Con los años, mortalmente aburrido en la universidad, terminé por encauzarme por una de las cosas que amaba y que terminó siendo mi vocación ulterior. Aquí tengo que recordar a mis profesores don Malaquías Gil (creo que hay una calle con su nombre), al padre Jesús Gómez, y por supuesto a Juan Bosch, mi padre definitivo, mi más alto mentor. Para esos tiempos mi abuelo estaba por fallecer, pero aparecieron mágicamente los otros, cada uno en su medida hombres notables. Y sin proponérmelo, me encontré de frente a mi destino con una pluma sobre el papel.

TU ESTILO ATILDADO Y DE RANCIA PROSAPIA ACUSA UN ESPÍRITU FORJADO AL CALOR DE LOS CLÁSICOS… ¿QUÉ REPRESENTAN ÉSTOS PARA TI Y POR QUÉ  DIERA LA IMPRESIÓN DE QUE EN LA ACTUALIDAD LA JOVEN GENERACIÓN DE LITERATOS LES HA DADO LAS ESPALDAS?
Mi primera formación fue radicalmente clásica. Eso desarrolló en mí la noción del valor y el gusto por una tradición en la que se enraíza lo humano en los más disímiles veneros. De esta suerte siempre he vivido en todas las épocas, nutriéndome del abanico increíble de lo que ha quedado y es casi inabarcable. Y no sólo me refiero a lo puramente castizo, sino a todas partes, en términos de pueblos y culturas. Sin despreciar el presente, que es en definitiva lo que somos y lo que nos corresponde ser, resulta imposible cualquier formación mínima sin el aprecio a un legado que hay que respetar. Uno siempre elige. Yo me decidí simplemente por todo, por la totalidad, un modo de ser ubicuo que tal vez me hace intemporal. Amo tanto a Homero como a Valmiki, del mismo modo que a Pound, Sandburg o Mieses Burgos. Lo mismo puedo y debo decir de Cristóbal de Morales, de Tomás Luis de Vitoria o J. S. Bach, así como de Stravinsky, Chávez, Copland o Villalobos. Es una pena ignorar o despreciar la tradición, eso sólo conduce a un vacío que nos hace irremediablemente pobres, insignificantes y vacuos.

En un equilibrio correcto está la clave de lo que es justo asumir. No se trata de que una montaña nos deslumbre para conformarnos con lo que nos propone su cima, es esculcar en ella la medida de lo que nos corresponde superar, y esto sólo se consigue viéndonos sin pasión a nosotros mismos y a ese reto palmario que es el hoy, el instante que nos contiene, que nos correspondió en una vida que inevitablemente también se hará historia.

¿QUÉ ES LA POESÍA Y EN QUÉ SE DISTINGUE ÉSTA DEL ARTE NARRATIVO?
La poesía es belleza con la palabra fundamentalmente estática. La narrativa es belleza con la palabra fundamentalmente dinámica. ¿Qué es lo estático y lo dinámico en arte, en literatura? Esto por necesidad es más complejo, pero nos señala abiertamente una precisión. Me acojo a los conceptos básicos de metáfora y argumento, con ello quizás consiga hacer alguna claridad en una ya muy vieja discusión.

Poesía no es versificar. Prosa no es, por decir, ausencia de metro y rima. Ambas cosas existen como formas, como camisas de fuerza, pero son recipientes, nunca esencias. Se intentaron definiciones hoy desacreditadas de lírica y épica para ponerle un nombre conveniente a las mismas. Poesía es mucho más. Un ejemplo puede ilustrarnos bien.

El rocío llega en el alba y se hace delgada voz de la luz. Esta improvisación es poesía. Pero La tropa llegó con la madrugada. Una coincidencia que hizo que el campamento se espabilara encontrándose en un llamado que hacían las agudas trompetas que daban el toque de alerta.

Eso no ¿o podría alguien dudarlo? Con ello iniciaríamos toda una deliciosa discusión, pues claro que la poesía nos cuenta cosas, debe contar cosas, de lo contrario no funcionaría, así como la narración o el argumento debe poseer un innegable peso artístico. Para ambas la belleza es un gozne común. Pero en una sucede, es, digamos que estática, es la virtud de una comparación que nos detiene para fijar nuestra atención quizás estremecernos, en un hecho que resalta una condición singular de algo. Para la otra es indispensable una historia, un acontecimiento, un suceso. ¿Los límites? Eso hace extremadamente difícil un acuerdo. Pero ambos sabemos de qué hablamos, qué estamos tratando.

¿SE PUEDE TRASCENDER COMO ESCRITOR CON UNA CULTURA INCIPIENTE Y RUDIMENTARIA?
No. Puedes, sí ser un gran ignorante con talento indudable, incluso hasta genio; del mismo modo en que puedes ser un hombre muy culto y soberanamente inepto para crear nada que valga la pena. Creo que es un asunto de equilibrio que debe darse entre tu don innato, que es el talento, y lo que has sido capaz de aprender. Claro, la naturaleza, la inteligencia del artista no es casi nunca la del erudito, aunque pudiesen coincidir ambas. El artista recibe y procesa las informaciones de otra manera, las hace más vida, las hace carne y aliento que fecunda en su momento la imaginación. Un erudito es exactamente algo así como un almacén, que puede estar bellamente dispuesto o ser un simple amasijo de datos, y nada más.

Mientras más conoce el artista, y con ello digo vive, pues para el creador aprender no es almacenar sino vivir, mejor dotado estará para enfrentarse al reto de la creación y con ello insertarse en esa especie de intemporalidad que es la grandeza de lo maravillosamente logrado.

ERES EL PADRE Y ORGANIZADOR DE UNOS ENCUENTROS CULTURALES Y LITERARIOS QUE SE DESARROLLAN EN QUINTA DOMINICA. ¿QUÉ PERSIGUES CON ESE ESFUERZO Y CUÁL HA SIDO HASTA EL PRESENTE EL SALDO DE DICHA LABOR?
Digamos que fue una propuesta de larga data, algo que viene sucediendo hace más de diez años con una fortuna muy incierta y que al fin pudo cuajar gracias a que los integrantes de Punto y seguido… ya tenían la experiencia de sus encuentros en la librería Thesaurus. Entonces era el Círculo Yelidá, asociado al Sistema Nacional de Talleres Literarios.

Es mejor no personalizar. Es asunto y materia de mis muchachos, jóvenes maravillosos, como sería deseable ver, según sus intereses culturales, a la demás juventud del país. Ellos quisieron y yo dije que sí. También tuvimos la suerte inestimable de contar con el apoyo de Renaud Anselin y de María Teresa Ruiz de Catrain, quienes asumieron sin vacilaciones y con absoluta generosidad el proyecto de una tertulia permanente.

Estos encuentros pretenden ser un mentidero de autoridades que como espacio sólido se convierta en un lugar inevitable de encuentro donde sea posible discutir, hablar, plantear cosas siempre importantes que contribuyan a optimizar esfuerzos en función del país cultural que queremos, que tantas veces hemos soñado. Es un derecho y un gran deber. Hasta los cadetes de la academia militar Batalla de las Carreras se han sumado de manera entusiasta donde ya hemos detectado jóvenes de gran valor. ¿Qué te parece? La respuesta del público ha sido notable, y de nuestros patrocinadores también. Parecería que todo estaba preparado para que esta vez triunfara tal iniciativa. Y ya hay todo un plan para 2006, hasta diciembre, que inevitablemente generará una dinámica que entendemos debe ser apoyada por sus beneficiarios mediatos e inmediatos. Por lo mismo hacemos un llamado a todos los intelectuales, artistas y público general a que se sume a nuestros paliques. No tendrán motivo alguno de queja ya que el signo que nos hemos propuesto es el de la máxima calidad.

¿QUÉ OPINIÓN TE MERECE LA CRÍTICA LITERARIA QUE HOY POR HOY SE LLEVA A CABO EN NUESTRO PAÍS?
Salvo lo que tú haces en una soledad mortal, así como alguna otra voz que se alza muy rara vez, eso no existe aquí. Ya José Rafael Lantigua dejó de existir con la defunción definitiva de Biblioteca, que tanto bien hacía dentro de nuestro medio insular. Entonces no es posible hablar de lo que no existe, de lo que fue. En ese tenor, creo que es pertinente preguntarse si hay críticos en este país. No entremos en evaluar de lo que es preciso dotarse para llevar a cabo una crítica por lo menos decente. Definitivamente me haces una pregunta sobre un espejismo, sobre una ilusión, donde el único desperezo que nos salva de un vacío virtualmente absoluto son tus artículos, y me importa un rábano a quien ofenda con ello.

HABLEMOS DE TUS PROYECTOS LITERARIOS. ¿QUÉ PODEMOS ESPERAR DE TU PLUMA EN UN PORVENIR NO MUY LEJANO?
Cumplir estrictamente con lo prometido en mi larga lista de publicaciones anunciadas. Para principios de 2006 saldrá MEMORIA DEL HORROR HERMOSO, una larga novela de 1980 que está incluida en mi saga iniciática de Los Negocios del Sueño, como su tercer volumen. Creo que es sin temor a equivocarme mi primer libro importante. De ninguna manera el mejor, pero con respecto a lo ya entregado es otra cosa.

También pondré a circular una nueva edición de mi salterio, notablemente enriquecida. Debo darme prisa, pues dejé dormir demasiado tiempo estas obras y ya me pesan al punto de que se han convertido en un lastre que aborta todo intento de seguir adelante. No me quejo, simplemente es así. Trabajo todos los días sin concederme huecos ni descansos. No espero nada en términos de un acuse de opinión. Sólo sé que debo hacerlo y es suficiente. Algún que otro me lee y me lo hace saber en mi sitio web. Eso me alegra. Pero nada más.

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