Sobre la marcha

Sobre la marcha

Este es un país que vive sobre la marcha. Su porvenir no está debidamente planificado, y como no hay respeto por la continuidad del Estado, son pocos los proyectos que sobreviven un período de Gobierno.

Ahora mismo nuestras expectativas están sujetas a la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica. Detrás de los beneficios de este arreglo, está la realidad de que si por alguna razón quedáramos excluidos, nos quedaríamos sin el mercado estadounidense, y eso es mucho decir.

Pero bien, todos apuestan a la aprobación del tratado y a que será beneficioso para la economía dominicana y, por lo tanto, quienes así piensan estiman que no es necesario prepararnos para contingencias imprevistas, como sería el caso de que nuestra industria se vea en seria desventaja al competir con renglones importados de los Estados Unidos.

Por ejemplo, el Tratado de Libre Comercio con Centroamérica ha sido aleccionador para los dominicanos, pues las condiciones de competencia han resultado desventajosas para el lado dominicano. En esa región, el 80% de la energía proviene de presas hidroeléctricas, mientras que en nuestro caso es a la inversa. Todos sabemos cuánto influye el factor energía en los costos de producción. Que sepamos, no ha habido «Plan B» para enfrentar esta contingencia.

–II–

Cuando el RD-CAFTA obligue a eliminar la comisión cambiaria y a desmontar gradualmente los aranceles, habrá necesidad de hacer una reforma fiscal.

Se habla, por ejemplo, de afectar aún más los combustibles y nadie parece prever que éstos influyen en los costos de producción por vía del transporte, la energía y los precios de los servicios. Semejante alternativa disminuirá aún más la de por sí pobre capacidad de competencia de nuestra industria en el mercado estadounidense.

Entre quienes buscan consenso para una reforma fiscal hay quienes, bajo ninguna circunstancia, querrían que se gravaran directamente las ganancias y rentas, y en cambio, apuestan a continuar presionando a los consumidores con cargas indirectas. No parece que haya previsiones para evitar que la presión fiscal sobre los consumidores llegue a limitar tanto el poder de compra que perjudique a la propia industria local.

Tampoco parece haber planes de contingencia para evitar que las alzas de los precios del petróleo lleguen, en algún momento, a paralizar la economía del país.

En fin, estamos ante circunstancias que pueden ser determinantes para la supervivencia de nuestra industria, de la economía en sentido general, pero está claro que no estamos planificando la forma de enfrentar posibles reveses en materia de competencia, tanto en el mercado estadounidense como en el interno. Vivimos sobre la marcha, y eso es malo, muy malo.

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