Sobre la propuesta de Ley de Regionalización

Sobre la propuesta de Ley de Regionalización

Debía ser un instrumento de planificación y mejor administración

La Regionalización establecida por el Decreto No.710-04 en el año 2004, se realizó basada en estudios y encuestas que se hicieron con vistas a lograr la mayor objetividad conteniendo 3 macroregiones y 10 regiones, más tres ejes Norte-Sur.

Tras aprobarse el Plan Nacional de Desarrollo 2010 – 2030, 13 años se discutió un proyecto de Ley de Regionalización, que debía ser un instrumento de planificación y mejor administración para servirnos de guía para transitar hacia el futuro, pero me temo que el nuevo proyecto no hace más que retrotraernos al pasado.

Así, durante la dominación haitiana, nuestro territorio estuvo dividido fundamentalmente en dos departamentos: Ozama y Cibao, si bien ciertos territorios que habían pertenecido a la parte oriental, como San Rafael, Hincha, Las Caobas y San Miguel de la Altalaya, en el fértil Valle del Artibonito, se distribuyeron entre los departamentos propiamente haitianos del Norte y el Sur.

A partir del 1844 se dividió el territorio en 5 provincias: Santo Domingo, desde Los Llanos hasta el río Ocoa; Santiago, desde Puerto Plata hasta la frontera noroeste en la cuenca del río Yaque del Norte; La Vega, desde esa comunidad hacia el extremo Nordeste, en la cuenca del río Yuna; Azua, para todo el Suroeste y El Seibo para todo el Sureste.

Desde entonces, la geografía económica y la demografía del país han cambiado sustancialmente, y no se puede proyectar el futuro con esa división que responde al pasado. Claro que es posible reducir a cinco las regiones, pero estableciendo subregiones que tengan en cuenta zonas diferenciadas que merecen atención especial como las consignadas en el decreto.

Lo que más llama la atención es que ni antes, ni durante, ni después de introducirse ese proyecto de ley a las cámaras legislativas, nadie ha pretendido que esas demarcaciones sean otra cosa que desconcentraciones del Poder Ejecutivo, dada la tradición centralista del país, y sus proporciones que no hacen propicio un verdadero nivel intermedio de gobierno.

Además, la hiperconcentración en torno a Santo Domingo y Santiago conduce a la arrabalización de sus periferias y a la concentración de la representación legislativa de estas comunidades que ya condujo a los partidos y a la JCE a violar la Constitución, impidiendo en 2016 que se transfirieran a seis de los curules que le correspondían a la provincia de Santo Domingo y uno en la provincia La Altagracia, mientras que se ha agudizado el abandono de la frontera por los dominicanos.

Por lo demás, se desaprovecharía la oportunidad para poner en valor a otras ciudades importantes, como San Juan de la Maguana, Barahona, San Cristóbal, La Vega, Mao y La Romana, pues serían otros tantos puntales del desarrollo desconcentrado que cubren todo el territorio nacional.

Por otra parte, se perdería en esta ocasión la posibilidad de atribuirle, al fin, a la Liga Municipal Dominicana las tareas de descentralizar por regiones el planeamiento urbano, precisamente en el nivel en que pueden hacerse intervenciones poco costosas sobre los municipios y sus distritos municipales, cuando son todavía pequeños; así como asesorarlos en lo administrativo, lo financiero y el control del medio ambiente, incluyendo el registro de sus vecinos, lo que ayudaría al control migratorio, de los extranjeros ilegales, lo que sería una verdadera lástima…

La hiperconcentración en torno a Santo Domingo y Santiago conduce a la arrabali- zación de sus periferias

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