Sobre la renuncia de Bosch

Sobre la renuncia de Bosch

He leído con interés el artículo del amigo Fabio Herrera Miniño, del sábado 6 retropróximo acerca de una renuncia hecha por el presidente Juan Bosch la noche del 24 de septiembre de l963, y que Álvaro Arvelo había mencionado anteriormente en su columna de El Nacional.

Quisiera saber la hora en que se produjo esa renuncia la noche del 24 de septiembre de l963, por los hechos que voy a mencionar a continuación: Alrededor de las 8:00 de esa noche, yo estaba en el antiguo Club de Oficiales de las Fuerzas Armadas en el Centro de los Héroes,  para cubrir como  redactor político del diario El Caribe, la  recepción que se le ofrecía al almirante  norteamericano William Ferrall, jefe del Comando Sur  de la Armada de los Estados Unidos, con asiento en Panamá, quien había llegado al país el día 23 y se marchó unas 10 horas después que se había derrocado al presidente Bosch, con quien había conversado animadamente en la recepción.

Esa noche, Bosch  no dio signos de preocupación. Rió y usó bromas con el embajador norteamericano John B. Martin, así como con el ministro de Agricultura, don Antonio Guzmán Fernández, quien llegaría  a ser 15 años después Presidente de la República. Yo me encontraba a pocos metros de ellos, y observé cómo Bosch hablaba a  gusto con Ferrall, con Víctor Viñas Román, ministro de las Fuerzas Armadas, y con el comodoro (ese era el rango en ese entonces) Julio A. Rib Santamaría, jefe de la Marina de Guerra. Bosch duró cerca de 45 minutos en ese acto social, y cuando se disponía a marcharse le  dije que iba a publicar lo que me había dicho acerca del cierre de una televisora y varias emisoras.

En esa época los periodistas, al menos quien escribe este relato, se movían con facilidad cerca del profesor Bosch, pues éramos muy pocos y el coronel Calderón nos conocía  y  nos dejaba acercar al Presidente con suma decencia. Bosch me había dicho que la televisora Rahintel y algunas emisoras estaban cerradas porque “creo que no pagan la luz’. Deduzco que Bosch no quería que yo dijera eso porque me observó que  “cuando se le dice algo a un periodista como amigo, no se debe publicar esa conversación”.

Bosch se despidió de mí y procedió a entrar al ascensor acompañado sólo de Calderón y de Viñas Román. Cuando llegué a la redacción de El Caribe, le dije al doctor Molina Morillo y a Francisco Comarazamy, director y jefe de redacción, respectivamente, que yo noté algo raro en esa recepción, porque  a excepción de los mencionados, no habían muchos oficiales de  alta graduación como siempre se acostumbraba en ese tipo de acto.

Cuando redactaba el evento, Molina me llamó para entregarme un cable escrito por el periodista norteamericano Hal Hendrix, ya fallecido, en el cual decía que la democracia peligraba en el país, y hacía alusión al temperamento de Bosch. Molina me instruyó para que llamara a Bosch y le leyera el cable, para lo cual Comarazamy me suministró el número del teléfono privado de la residencia de Bosch, a quien llamé poco antes de  la madrugada, y después de escucharme  sólo dijo: “publíquenlo” y cerró el teléfono. Fui el último periodista que habló con Bosch siendo Presidente, porque cerca de dos horas y media después se produjo el golpe de Estado. Si Bosch escribió la renuncia la noche del 24 de septiembre, a qué hora lo hizo, porque si fue antes de ir a la recepción  lo disimuló muy bien durante ésta. Y si lo hizo después de salir de la misma, entonces fue al Palacio Nacional y luego salió hacia su casa, porque desde allí fue que conversé con él por teléfono casi entrada la madrugada del 25 de septiembre. De manera que Bosch fue de nuevo al Palacio, donde quedó arrestado.

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