La semana pasada volvió a discutirse el tema de la deuda pública y si el gobierno puede o no puede seguir pagando el principal y los intereses. Reitero lo dicho en varias ocasiones, es cierto, en el corto plazo el nivel adeudado es manejable y su servicio no está en riesgo, pero depende de si se mantiene, se apoya con palabras y hechos la actual política monetaria. Es decir, si se computa la importancia que tiene, para la sostenibilidad de la deuda pública y privada, la estabilidad de los principales precios macroeconómicos.
Porque el gobierno debe en dólares (65% del total) y en pesos (35%), ambas deudas dependen y seguirán dependiendo de la estabilidad de la inflación, tasa de cambio y tipos de interés. Para el futuro cercano se proyectan con una estabilidad parecida a la exhibida en los últimos tiempos, incluso incorporando cambios que en la bola de cristal ven los gurús de la economía sobre la economía y la finanza internacional. Me refiero al precio internacional del petróleo, que podría subir o desplomarse, y a la normalización de la política monetaria de parte de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, lo que sin duda implicará subida de los tipos de interés, reducción del precio de los bonos y aumento de la factura de intereses.
Si los funcionarios y analistas no computan y asimilan la importancia de la política monetaria para sostener la deuda pública, sin importar su tamaño y composición según moneda, no solo hacen una evaluación incorrecta de la situación, sino que andan por el camino que los desorienta. Observo que sucede con algunos, hablan de la magnitud de la deuda del Banco Central y el déficit cuasi fiscal, sin considerar en ningún caso, como sucede en cualquier otro país, que se trata del costo en que se incurre para preservar estable la macroeconomía, ínfimo cuando se compara con los beneficios, la otra cara de la contabilidad.
Lado este de la ecuación que permite afirmar que la deuda actual y su servicio son manejables, y lo mismo sucede con el sector privado, también muy endeudado en pesos y divisas, la diferencia es que los empresarios analizan el tema considerando ambas políticas, la monetaria y la fiscal.
Por eso reiteran la necesidad de una reforma fiscal integral, agrego, que se ha pospuesto por demasiado tiempo, creando vulnerabilidades que no pueden negarse. La deuda debe bajar con respecto al PIB, y la condición es que la economía se mantenga creciendo alrededor de su potencial, que se elimine el déficit fiscal y comience un periodo de sobrantes, que permita pagar los intereses, incluyendo los del Banco Central, sin incurrir en nueva deuda. Para lo que es necesario reformar el sistema impositivo, para poner a la DGII en condiciones de llevar al límite inferior la evasión y elusión fiscal, que aumente la base impositiva reduciendo el gasto tributario, para ubicarlo en un nivel razonable, lo que pasa por revisar exenciones e incentivos especiales.
Mientras los cambios no se hagan, se mantendrá sobre la mesa el tema de la deuda, porque para pagar los intereses, se aplazan gastos que podrían resolver problemas puntuales a sectores pobres y muy pobres. Lo que es injusto.