Sobre la trágica aventura de la reelección

<p>Sobre la trágica aventura de la reelección</p>

TIRSO MEJÍA-RICART
Junto a los antihéroes del reeleccionismo dominicano: Santana, Báez, Heureaux, Cáceres, Vásquez, Trujillo y Balaguer, cada uno en su momento sepultureros de la democracia y de los ideales de la juventud, surgieron hombres y mujeres que opusieron un valladar a los propósitos de los continuistas de siempre, entre los cuales cabe destacar a Juan Pablo Duarte, Gregorio Luperón, Santiago Guzmán Espaillat, Minerva Mirabal, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez.

Juan Pablo Duarte, de familia de comerciantes y Padre de la Patria representante de la élite que le dio al país la Constitución del 1844 y las primeras leyes adjetivas.

Por vocación democrática prestó su nombre para un movimiento liberal que intentó evitar la entronización de la dictadura de Santana, y aunque no pudo impedir que éste se impusiera y eventualmente anexara la joven república a España, su ejemplo y sus enseñanzas están presentes en el fondo del alma de la parte más sana del pueblo dominicano.

Gregorio Luperón, jornalero, genio militar, político de cultura autodidacta, héroe de la Restauración de la República y jefe del Partido Azul, luego del triunfo de la Revolución Liberal del 1879 y siendo éste Presidente provisional de la República, no solo se negó a aceptar la candidatura a la Presidencia para las elecciones generales que tuvieron lugar al año siguiente, sino que en la reforma constitucional que auspició, quedaron consignados el sufragio universal, períodos de gobierno de solo dos años, sin la reelección consecutiva, y se prohibió expresamente que futuras reformas constitucionales versaran sobre la ampliación de los períodos de gobierno.

Santiago Guzmán Espaillat, notario, patriota y político ejemplar, combatiente de siempre contra el continuismo y la violencia de estado en los gobiernos de Heureaux, Cáceres y los Victoria. Bajo este último gobierno fue detenido y asesinado en 1912, bajo el alegato de un intento de fuga. También se opuso desde el Congreso a la Convención Dominico-americana.

Juan Bosch, escritor y político, cogestor del PRD y fundador del PLD, principales partidos dominicanos de la actualidad, maestro de las primeras promociones de políticos democráticos dominicanos del postrujillismo. Tras ser elegido Presidente de la República por amplio margen, impulsó una reforma constitucional, la más democrática y avanzada que hemos tenido, en la que se consignó la prohibición de la reelección presidencial, de acuerdo a una posición que mantuvo hasta el final de sus días.

Al finalizar el siglo XX, Bosch, Balaguer y Peña Gómez, los tres grandes líderes del pueblo dominicano, fueron desapareciendo por muerte o reducción drástica de sus aptitudes físicas o intelectuales. Con ello dejaron el espacio para que los “líderes emergentes” se dejaran seducir por los cantos de sirena del reeleccionismo.

De ahí que ese “éxito” de Balaguer en la instrumentación de la corrupción para ganar voluntades y neutralizar rebeldías, así como su destreza indudable para salir airoso de las crisis que generaba su autoritarismo sin recurrir a excesos represivos mayores, e impulsar la reelección, le ganó adeptos insospechados entre los dirigentes de los otros partidos.

A tal punto que un legislador perredeísta lo proclamó “Padre de la Democracia Dominicana” olvidando sus años de prisión, y otro reformista se atrevió a invitar a Leonel Fernández a que se “pusiera los pantalones”, imitándolo, para comprar una mayoría, en este caso para modificar la Constitución y restablecer la reelección presidencial para el año 2008.

Dentro de esa nueva cultura democrática de compra-venta de voluntades y de abandono de los principios, parece lógico que el Presidente Mejía se declarara admirador de Balaguer y tratara de seguir sus pasos reeligiéndose, a despecho del tradicional antirrelecionismo del PRD, no obstante haber reiterado decenas de veces su repudio a la repostulación, aunque afortunadamente ya se arrepintió; y ocho años después vuelve Leonel, luego de prometer y reprometer que no intentaría reelegirse y de defender a todo trance la reforma constitucional a través de una Asamblea Constituyente, está abjurando claramente de las enseñanzas de Juan Bosch, mientras su jefe de campaña celebra por todo el país “asambleas consultivas”, presionando a sus compañeros-empleados para que apoyen la reelección del Presidente-precandidato de quien proclama a los cuatros vientos que es el heredero de Balaguer.

¡Ojalá no se repita en el 2008 otra trágica aventura de la reelección presidencial!

Mientras tanto, el país se va a pique, y muchos “resuelven” lo suyo, menos las necesidades reales del pueblo.

¡Dios nos coja confesados…! ¡Viva el tercer milenio…! ??

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