Aunque se ha avanzado mucho en los avances médicos y tecnológicos, la prevalencia de estas enfermedades sigue siendo alarmante, es la principal causa de muerte
En pleno siglo XXI, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en seres humanos. Estos padecimientos comprenden una cadena de condiciones que afectan al corazón y los vasos sanguíneos, destacando entre ellas los trastornos de los lípidos, la hipertensión arterial, la enfermedad coronaria y los trastornos vasculares en el sistema nervioso central. A pesar de los avances médicos y tecnológicos, la prevalencia de estas enfermedades sigue siendo alarmante.
Los trastornos de los lípidos, como el colesterol alto, juegan un papel crucial en la formación de placas en las arterias aumentando el riesgo de infarto y accidente cerebrovascular.
La hipertensión arterial, por su parte, ejerce una presión excesiva sobre las paredes arteriales, lo que puede llevar a complicaciones severas.
La enfermedad coronaria, que implica la acumulación de placa en las arterias que suministran sangre al corazón, es otra preocupación significativa, mientras que, los trastornos vasculares en el sistema nervioso central pueden resultar en accidentes cerebrovasculares debilitantes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los diversos factores de riesgo contribuyen a la persistencia de estas enfermedades, incluyendo el sedentarismo, una dieta poco saludable, el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol.
Estos factores, combinados con predisposiciones genéticas, crean un entorno en el que las enfermedades cardiovasculares prosperan. Aunque la conciencia sobre estos riesgos ha aumentado, la prevención y el manejo efectivo siguen siendo desafíos importantes.