Sobre las religiones

Sobre las religiones

DIÓMEDES MERCEDES
El Fariseísmo o la hipocresía, el lado oscuro y continuo del poder y las culturas de las civilizaciones, ha fomentado por su propio interés la creencia en el dualismo de las personas  su cuerpo y su alma  como componentes diferentes interdependientes, casi siempre contrapuestos en nuestro yo. Sobre esa fantasía han construido otra mayor que es la del reino de la teología, para fines prácticos y terrenales.

Estas creencias falsas junto a sus mecanismos de reproducción y reforzamientos cotidianos, estructurados por secula seculorum en la mente de la humanidad, son falsas, pero tienen fuerzas de realidad por sus efectos en la conducta y en el comportamiento humano. Son además la fuente de la que surgen conflictos que agotan individual y colectivamente gran parte de las energías humanas invertidas en auto-represión de los naturales impulsos creativos e instintivos, o en represión externas a los mismos, hechos por las instituciones y sus regímenes al servicio de ese poder y de la ilusión; una patología psíquica, por sublime que ésta sea.

Obra de ellas lo son la superstición y fanatismo, creaciones deliberadas de todos los cultos, los que poseen la fuerza de un sifón cuando los sacerdotes de cualquier corriente religiosa la coordinan contra algo, como una Cruzada o La Inquisición, a la que nada puede oponérsele hasta que se agotan por si mismos, también como una prosección colectiva, generación por generación, que nos hace caminar mirando hacia el suelo, o hacia una vela, bajo el sol radiante para terminar siempre en el punto de partida.

Hablo de la constancia o persistencia de los ritos de los antiguos brujos y sacerdotes del oscurantismo más remoto, preservados secular y especialmente por las grandes religiones que permean las mentes, la razón y la vida de los humanos entre sus redes, tiranizando entre sus cables de seda la ingenua fe de quienes quisieran liberarse de las torturas de la esclavitud política y material entrando a sus cultos, cuando es, que por ellos no pueden, como tampoco lo pudieron sus ancestros.

Ese es el rol de las religiones, conservar la esclavitud cerebral fundamental universalmente, como industria propia y como instrumento para la competencia por el monopolio del poder secular fuera de sus templos, mientras esperan el tiempo de su reino, el del imperio teocrático, para el que acaparan medios. Sucede en Asia, en Oriente y en Occidente. Tras el derrumbe de las URSS alientan al de los EEUU. Es una reacción ultra conservadora contra el adelanto de la visión laica de la vida que viciada en su modo actual, en varios aspectos igual colapsa.

El asiento del repunte de las religiones, es el resultado de la frustración en los proyectos políticos habidos, democracia, socialismo, fascismo, etc. pero también los son el tabú, los prejuicios y el miedo del imaginario popular a cuestionar o a meterse con lo sagrado, o tocar sus mitos, si no es para reverenciarlos.

Multitudes condicionadas por el desamparo y la tradición atávica, proseguirán en pos de refugio hacia las diferentes religiones, escapando a la crisis actual de la civilización.

Dejémoslos en paz, no tienen a donde ir. La impresionable mentalidad de las personas comunes es demasiado frágil y vulnerable, como por ejemplo para desafiar con una duda la furia de Zeus. Mientras tanto, otros debemos preguntarnos: ¿podrá el hombre conquistar su identidad y sentirse libre, obligado al conformismo, o inhibiéndose dentro de su miedo irracional a atreverse a experimentar su libertad?

Dios no es metafísico, ¡Dios es el poder!

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