JOSÉ LUIS ALEMÁN SJ
Ya a fines del siglo XVIII los Cameralistas alemanes muy amigos de regular la economía aceptaron la imposibilidad práctica de fijar exitosamente precios e intereses. La búsqueda de ganancias por los actores económicos operando mediante la oferta y la demanda daba al traste, si existía exceso de demanda o de oferta, con disposiciones orientadas al bien común o de los más débiles.
Sólo en casos extremos como guerras o pestes , por muy corto tiempo, bajo penas severas y muy imperfectamente, malfuncionaban precios fijos. Siendo el salario el precio de la fuerza laboral no es recomendable confiar demasiado en su fijación por vía estatal. Recordemos el ABC de la teoría.
1. Efectos teóricos de las variaciones salariales
1.1 La teoría tradicional
1.1.1 A lo más que podemos aspirar es a fijar salarios mínimos en algunos sectores claves de la economía que puedan soportarlos sin provocar mayores despidos laborales ni cuestionar niveles de ganancias suficientes para emprender mayores inversiones.
Si el aumento de salarios pone en juego la rentabilidad de las empresas éstas, a la larga, tendrán que cerrar, lo que aumentará el desempleo y con él quienes busquen otro empleo se verán forzados a aceptar salarios más bajos que los que tenían.
Si como consecuencia del aumento de salarios disminuye la rentabilidad nos vemos amenazados por la probabilidad de menores inversiones futuras que ofrezcan nuevos empleos. Empeoramos así la tendencia al crecimiento de puestos de trabajo. Eso al menos dice una teoría que no difiere demasiado de la práctica siempre y cuando supongamos constantes la demanda de bienes y servicios, la tecnología y los precios de otros insumos.
Sin duda estos supuestos son irreales: si hay aumento salarial sin pérdida de empleos la demanda de mano de obra debe aumentar para producir los nuevos bienes ahora demandados pero el ritmo tecnológico favorece inversiones más intensivas en capital que en mano de obra lo que disminuirá el empleo generado por monto idéntico de inversión. El resultado en términos de empleo es impredecible. Existe, sin embargo, la posibilidad de que haya llegado ya una etapa en la evolución demográfica del país en la cual entren cada vez menos personas al mercado de trabajo. En este caso, tal vez no lejano en República Dominicana, no sería demasiado grave una disminución marginal de la inversión.
1.1.2 El costo de la mano de obra no es, por supuesto, el único que enfrentan las empresas. El de la energía, por ejemplo, el del equipo importado requerido para el mantenimiento de las inversiones físicas y el de los servicios públicos (los impuestos) alteran significativamente la validez de la teoría tradicional del salarios y de la ganancia siempre obligadas a un análisis parcial que supone constantes otros coeficientes técnicos de insumo-producto.
Iguales limitaciones encontramos de parte de la demanda de bienes. Un aumento de la competencia que arroja al mercado más bienes de igual o de mejor calidad obliga a las empresas a bajar sus precios o a estrategias más costosas de mercadeo. En estos tiempos de mayor apertura paulatina al comercio exterior con los países del CAFTA y reducción de aranceles a su importación las empresas experimentarán a mediano plazo una mayor competencia que puede obligarlas a tener que bajar los precios de sus productos.
1.1.3 Resumiendo: el CAFTA, el aumento de impuestos y los precios internacionales de la canasta petrolera son factores objetivos que pesan, además de los salarios, sobre la rentabilidad empresarial. A favor de aumentos salariales militan el hecho de que por exceso de oferta laboral sobre su demanda lo salarios son menores que los usuales de mercado en algunos países y del alto costo de vida, casi de supervivencia, para los trabajadores.
1.2 La realidad oligopólica empresarial.
La teoría arriba señalada no tiene en cuenta, sin embargo, la distancia entre un modelo de competencia apreciable y la escasa competencia reinante en muchos sectores. El Foro Económico Mundial de Davos coloca a República Dominicana en el último lugar entre los 117 países estudiados en el 2005.
Ante la falta de una intensa competencia las empresas claves de muchos sectores conservan grados de libertad para el mark up de precios: un margen de beneficios muy sustancial que permite tanto emprender nuevas inversiones con capital propio como incurrir en gastos de consumo conspicuo: helicópteros, yates, supercarros, supermansiones, largos viajes al exterior, superrelojes, etc., etc.
Parecidos efectos pueden atribuirse a la descontinuada práctica de financiar las inversiones por préstamos bancarios vinculados a los propietarios y administradores renovables a su vencimiento sin incremento de los intereses.
Cuando se da esta situación el efecto de aumento de salarios no tendría que afectar seriamente su capacidad de invertir y dejarían aún amplio espacio para entregarse a un consumo extravagante. El rechazo a aumentos salariales por su impacto negativo sobre la inversión resulta poco honesto. Habrá si no hay posibilidad de aumentar los precios probablemente alguna disminución del margen de beneficios pero su impacto podría reflejarse o en disminución de la capacidad de inversión o en el consumo de los propietarios. El problema atañe más a la distribución del ingreso que a la tasa de crecimiento del producto. Tipo de problemas éstos que no tienen una sola solución teórica y que, en mi opinión, se resuelven más por el poder, incluido el de los medios y de los partidos, que por mecanismos de oferta y demanda poco eficaces dentro de ciertos límites por no estar restringidos financieramente.
Desde el punto de vista práctico y moral la dificultad contra aumentos generales de salarios estriba en la diferente situación y perspectiva de las empresas: Ni todas las empresas tienen poder sobre los precios ni todas están obligadas a presentar estados financieros creíbles. Conclusión: los sindicatos se mueven en el marco de un ocultamiento de ganancias propicio a exigencias de aumentos salariales exagerados. Pregunta: ¿de quién es la culpa?
Bastaría, tal como se practica por obligación legal en grandes empresas de Alemania, que los representantes de los obreros, sindicales y no sindicales, tuviesen derecho real a una información cabal y completa sobre la situación de la empresa para que sus exigencias fuesen moderadas por la realidad. La conocida objeción de que una tal obligación legal atentaría contra la confidencialidad no parece seria por basarse en el supuesto de que la revelación de datos financieros es asunto de los accionistas o propietarios y no de los empleados y obreros.
2. Economía de la abundancia
2.1La realidad de una economía en la cual muchos actores económicos se sienten cada vez más libres de restricciones presupuestales está sacando del mercado a una economía clásica o neoclásica donde la tarea de hallar máximas ganancias y mínimos costos se encontraba restringida por la limitación de recursos. La realidad gana siempre la batalla a las ideas económicas decía Galbraith. Varios factores favorecen esta economía de la abundancia.
a)La aplicación de nuevos inventos tecnológicos unidos a una estructura empresarial de redes funcionales más que a una empresa autosuficiente bajo la cobertura legal de derechos de propiedad intelectual y el favoritismo fiscal a favor de las grandes fortunas han creado muchos multimillonarios en los Estados Unidos
b)La banca privada norteamericana (private investment banks), muy poco regulada, estrena el uso de fondos de reserva (hedging funds) y fondos de pensiones hasta ahora colocados en bonos públicos de bajo rendimiento pero con pocos riesgos para comprar empresas mal evaluadas pero con potencial de recuperación para venderlas después de pocos años de administración más eficiente con ganancias sustanciales. El ejemplo ha hecho escuela sobre todo en España y el Reino Unido. En pocas palabras muchas inversiones reales están destinadas a la especulación, no ya al mero negocio que decía Veblen.
c) El mismo moderno modo de producción global orientado a maximizar las ganancias mediante la producción de componentes en aquellas partes del mundo donde los costos sean menores ha abierto fronteras para evaluar los bienes y servicios resultantes en función más de la demanda que de la oferta. Las ganancias pueden ser grandes.
d) Finalmente el incremento de superricos ha creado mercados de alta calidad y diseño para una población creciente que apenas se siente limitada por sus ingresos.
2.2 Hay cifras abundantes que constatan el auge de esta economía de la abundancia. David Cay Johnston ha examinado la distribución del ingreso en los Estados Unidos el año 2005. The New York Times (29 de marzo) resume algunos de sus hallazgos.
a)El 1% más rico de la población norteamericana con ingresos mínimos de US$348,000 tuvo un ingreso promedio anual de 25.7 millones de dólares, un aumento en un año de 4.4 millones de dólares. Los ingresos agregados de estas familias significan el 21.8% del ingreso nacional norteamericano.
Curiosamente la disminución de la tasa de impuestos sobre la renta para este grupo privilegiado significó de promedio una disminución de $150,000
con el agravante de que según rentas internas norteamericanas se estima que los impuestos directos a las ganancias sólo recaudan el 70% de su potencial fiscal mientras que logran recaudar el 99% del impuesto a los salarios.
De hecho las 300,000 familias más ricas de los Estados Unidos logran ingresos promedios 440 (cuatrocientos cuarenta) veces más altos que los de 150 millones de norteamericanos de ingresos menores a la mediana.
b) Si en lugar de restringirnos al uno por ciento más rico analizamos el decil más alto de ingresos (el 10% más rico) nos enteramos de que su ingreso anual promedio fue de $5.6 millones con un aumento en ese año por US$ 908,000. Los ingresos totales del grupo llegan al 48.5% de todos los ingresos norteamericanos.
Estos datos bastan para probar la tendencia norteamericana a multiplicar los millonarios y a fomentar un consumo con pocas restricciones presupuestales.
2.3 El bienestar de una persona incluye siempre no sólo las ventajas y desventajas experimentadas por una persona sino también una comparación con el de otras personas. Puedo ser rico o feliz pero si me creo más pobre o infeliz que mi grupo de referencia dejo de serlo.
El fenómeno es viejo en economía. Lo llamamos efecto demostración. La economía de la abundancia norteamericana, la que para bien y para mal es nuestra referencia económica, ejerce su atractivo sobre los sectores más ricos de la población. Consecuencia: los aumentos salariales reducen el margen de ganancia de los sectores más pudientes dejándolos con menor poder de compra de bienes de lujo. Tal ver allí y no solo en la capacidad de inversiones se origine parte de la resistencia a mejorías salariales. Tal vez.
3. Y entonces ¿qué?
a)Aparentemente ni sindicatos ni organizaciones empresariales se oponen al aumento de lo salarios mínimos legales. Las discrepancias están en la cuantía del aumento aunque probablemente se logre un acuerdo del 15%. El monto de la canasta familiar del quintil más bajo de la población supera, según el Banco Central, los RD$ 6,000, suma que debería ser la mínima de las mínimas para todas las ocupaciones y ramas de la economía: industriales, comerciales, agrícolas y servicios incluidos los empleados públicos. El aumento del mínimo legal, 15%, valdría para quienes ganan más que esa canasta.
b)Por el peligro de abusos populistas en el futuro no es oportuno fijar aumentos de salarios por decreto. El mecanismo previsto es el de la negociación de pactos colectivos. El ideal pudiera ser el mismo 15%. Una base mínima podría ser el monto de la inflación acumulada desde el último pacto acordado, alrededor del 11%, salvo que en ese período o desde enero del 2005 cuando se subieron lo salarios en un 30% hayan tenido aumentos superiores al 15%.
La lógica de esta propuesta es sencilla: si no han aumentado los salarios superiores al mínimo en más del 11% su ingreso real ha disminuido. Lo menos que puede hacerse es restituir a sus receptores el valor real anterior. Estos aumentos son compensaciones después del hecho inflacionario y no suponen en realidad ningún aumento real.
Lo que realmente se negocia es un aumento real previo a futuras inflaciones de alrededor del 4% recuperable por aumento de producti vidad empresarial hasta el próximo pacto colectivo.
c) Como es posible que algunas empresas, formales o no, estén imposibilitadas, so pena de quiebra, de pagar este aumento debemos entablar procesos laborales en las que puedan probar fehacientemente esaimposibilidad.
d) La inclusión en estas reglas de los empleados públicos es un punto políticamente delicado pero insoslayable. El Gobierno estimula salarios más altos para el sector privado pero alega compromisos fiscales con el FMI y obligaciones compensatorias derivadas de la entrada en vigencia del CAFTA para no remunerar a sus empleados.
Dudo mucho de la validez del supuesto: la implementación de controles en el pago del ITBI ha aumentado los ingresos públicos muy por encima de la compensación exigida por pérdida de ingresos aduaneros. Tal vez sea el sector público uno de los más favorecidos financieramente por las reformas fiscales. No hay razones fiscalesfehacientes para esta exclusión de aumentos salariales.
Al Gobierno tampoco le ha temblado el pulso para solicitar al Senado aprobación de préstamos externos por decenas de millones de pesos para inversiones públicas algunas de ellas vistas críticamente por buena parte de la población.
Estos préstamos deslegitiman argumentos aducidos para congelar salarios de la administración pública mientras se pagan extravagantes emolumentos, dietas y pagos por participación en directorios de ins- tituciones autónomas a altos funcionarios.
Los empleados públicos merecen trato igualitario a los privados.