Como el estudio del BC sobre el mercado del trabajo reúne y combina datos para llegar a conclusiones absolutas, sin dejar puerta de escape como se acostumbra, no debe extrañar el gran número de críticas que ha recibido. Existe el consenso de que es incorrecta la principal conclusión, que los trabajadores no calificados trabajan menos horas y ganan más que los formales, no se sostiene cuando se confronta con la realidad que se vive en las calles. Además, el estudio deja la sensación de que la política pública del periodo 2006-2012, no tuvo responsabilidad en el deterioro de los índices de pobreza y desigualdad, prefiere señalar al salario mínimo y al sector privado.
Pero fue lo contrario, lo sugieren las mismas estadísticas. El ingreso promedio por horas del trabajo formal aumentó 6.75%, más que la productividad del trabajo que creció 5.25%. La pobreza apenas cedió 3.38 puntos porcentuales, pero aumentando la desigualdad según el coeficiente de Gini, comportamientos incoherentes con el crecimiento del PIB a una tasa media anual de 5%. Aunque sabemos se trató de un crecimiento burbuja, consecuencia del exceso de gastos financiado con deuda por los gobiernos de Leonel Fernández, siendo la razón por la que debemos 55% de lo que producimos en un año, se esperaba una mejoraría de los índices de pobreza y desigualdad, pero no fue de esa manera por la inflación que promedió 5.95%, una de las más alta de América Latina. Es decir, la política pública fue culpable.
Sobre la desigualdad el estudio se limita a sugerir que empeoró debido al retroceso del ingreso de la mayoría de los trabajadores, porque altos cargos, 12% del total, obtuvieron los mayores ingresos, lo que distorsionó el promedio. Afirmación que se parece lo que dirían economistas para que no los entiendan, que en los años de gobierno de Leonel Fernández la desigualdad aumentó al ampliarse la brecha entre ese ingreso medio del trabajador y el que se conoce como la mediana. Cuando las conclusiones del estudio debieron ser otras. Decir que la desigualdad aumentó por la fuerte devaluación interna; la combinación de alta inflación y pérdida de valor del peso, que redujo poder de compra al salario del trabajador; porque en educación y en promedio se invirtió menos de 2% del PIB, aumentando la brecha tecnológica entre hijos de ricos y de pobres; por no crearse puestos de trabajos formales, lo que se relaciona con el aumento del desempleo; porque se redujo el patrimonio medio de las familias dominicanas, lo podemos inducir a través del aumento del déficit de viviendas.
Y citar como causa de causas como dicen los historiadores, del deterioro de los índices de pobreza y desigualdad, la probada e histórica corrupción de la gestión gubernamental (2006-2012). En el pasado también hubo corrupción y la economía creció, cito los datos más alejados, en 1844 el per cápita dominicano representaba 4.7%, 11.1%, 5.2% y 2.6% del de Chile, Brasil, España y los Estados Unidos; aumentó a 6%, 18%, 6.4% y 3% respectivamente en 1900 y se redujo a 5.3%, 12.4%, 7.8% y 1.8% en 1950 respectivamente. La diferencia con respecto a los años 2006-2012, es que la corrupción administrativa fue significativamente menor.