Globalización y soberanía no mezclan, lo demuestra la historia desde el siglo XIX, que también explica el discurso del Embajador James (Wally) Brewster, que para algunos es injerencista. Repasemos la historia. Desde que Washington despliega su potente flota de alta mar, desconocida hasta ese momento, para ganar rápido y fácil la guerra a España en 1898, se inserta en los escenarios internacionales con pretensiones de control directo e indirecto, principalmente en el Caribe Hispánico.
Para demostrarlo presentó los trofeos de guerra, me refiero al control absoluto y directo sobre Puerto Rico, el protectorado en Cuba con la Enmienda Platt, que introduce en su Constitución, y el inicio de la construcción del Canal de Panamá, que le permitió decidir el buque que entraba al Atlántico desde el Pacífico, también lo contrario, fue la recompensa por ayudar a los rebeldes de la provincia (Panamá) ubicada en el extremo norte a independizarse de Colombia. Control directo que sería permanente en el caso de Puerto Rico, e indirecto sobre Cuba a pesar de los Castros y su revolución, lo mismo que en Panamá, aunque en 1999 entregara la administración del Canal.
El control directo de República Dominicana se inicia en 1904, cuando Theodore Roosevelt aplica su propio Corolario a la Doctrina Monroe, el argumento fue que no teníamos capacidad para gobernarnos y pagar la deuda. Aquí se necesitan dos precisiones, primero, el control directo se origina en 1893 cuando, con el apoyo del Presidente Stephen Grover Cleveland (1893-1897) y en sociedad con Ulises Heureaux, la Santo Domingo Improvement Company asume la deuda dominicana y pasa a controlar las finanzas públicas, lo que se extiende hasta el asesinato de Heureaux en 1899. Segundo, la empresa quebró las finanzas públicas con los bonos que vendió en Europa por $30 millones de dólares, por eso fue repudiada por el pueblo y expulsada del país en 1901.
Pero contaba con el apoyo político de Washington, explica la presencia en aguas dominicanas del Escuadrón Caribeño de la Marina de EE.UU., y el envío, a bordo de un buque de guerra, de los funcionarios que sustituirían a la Improvement en el cobro y administración de los ingresos aduaneros, y de la Receptoría, que controlaría la política económica y las finanzas públicas durante treinticinco años ininterrumpidos.
Como la injerencia indirecta se fortalece aquí y en toda parte con la segunda ola de globalización mundial que se inicia en 1990, teniendo como fundamento el capital en sus modalidades de inversión extranjera y cooperación bilateral, no debería extrañar el discurso enérgico sobre corrupción de Brewster, es la línea de trabajo del Departamento de Estado, cualquier otro embajador del norte haría lo mismo, además las sentencias vergonzantes de nuestra justicia le dieron municiones.
No obstante lo de la visa, en general su discurso se aleja del de Pastorino, quien, a mediados de 1994, en plena crisis electoral, escribió al Cardenal López Rodríguez, informándole que estaba por llegar una aeronave militar con donaciones, que su decisión personal era no autorizar su aterrizaje para que no hablara de injerencia. El Cardenal respondió de inmediato, que por él podía llevarse el cargamento para Haití, donde intentaba reponer en el poder a Jean Bertrand Aristide. Como dije, globalización y soberanía no mezclan.