Sobre tipo de cambio, precios e ingresos reales

Sobre tipo de cambio, precios e ingresos reales

POR ERNESTO SELMAN
El impacto del tipo de cambio sobre los precios en la economía es malentendido en la sociedad dominicana. Diferentes analistas, políticos, economistas y empresarios han asumido que una apreciación del tipo de cambio nominal debe reflejarse en los precios de todos los bienes y servicios, por lo que deberían reducirse proporcionalmente.

La idea de una reducción del tipo de cambio para reducir los precios ha sido enarbolada con el propósito de incrementar los ingresos reales de los dominicanos. Sin embargo, el tipo de cambio nominal incide directamente sobre una parte de los bienes y servicios que se comercializan en la economía. Por otro lado, existen factores que impiden que el tipo de cambio apreciado se refleje en los precios internos.

En consecuencia, es prácticamente imposible lograr una reducción de precios en la misma proporción que la apreciación del tipo de cambio, sin asumir costos muy elevados. Estos son temas ampliamente debatidos entre los técnicos del Banco Central (BC).

Lo primero que debemos señalar es que el tipo de cambio nominal por sí solo no es un determinante de los precios internos. El tipo de cambio nominal es meramente otro precio en la economía: el precio del dólar norteamericano. La única diferencia es que ese precio corresponde a un bien que sirve de medio de intercambio con el exterior; es decir, que concierne a un bien (dólar norteamericano) que sirve para comprar y/o vender otros bienes y servicios internacionalmente. Como otros precios en la economía, el precio del dólar norteamericano (tipo de cambio nominal) debe reflejar los movimientos en los agregados monetarios. Sin embargo, el hecho que el dólar norteamericano sirve de activo financiero como protección bajo expectativas inflacionarias (reserva de valor y riquezas), otros factores influye en la determinación de su precio; no abordaremos sobre este tema.

Lo importante es dejar claro que los precios internos de una economía no son determinados exclusivamente por el tipo de cambio, como se asume en diferentes ocasiones. El tipo de cambio nominal afecta directamente sólo a los llamados bienes transables de una economía, es decir, aquellos bienes y servicios que se comercializan a nivel internacional. Por otro lado, existen muchos bienes y servicios que no se comercializan a nivel internacional: los llamados bienes no-transables. Estos bienes y servicios sólo se producen y consumen internamente, por lo que los precios al consumidor se afectan indirectamente por el tipo de cambio nominal; es decir, a través de materia prima, bienes de capital e insumos importados que se utilizan para su producción.

Existen dos factores que determinan si un bien es transable o no-transable. El primero es el costo de transporte de un bien, dado que éste puede crear una barrera natural al comercio. Una caja de «pampers» es perfectamente transable: el costo de transporte no es significativo. Por otro lado, el ejemplo típico de libros de texto sobre bienes no-transables es el corte de pelo que ofrece un barbero en la esquina; los costos de transporte para recibir un corte de pelo en el exterior son tan altos (tiempo y costo de pasaje aéreo) que hacen de ese servicio un bien no-transable. Es fácil entender, entonces, que el tipo de cambio nominal afecta directamente el precio de una caja (o furgón) de «pampers» o de sopas «Campbells» importadas, pero no así un corte de pelo, una asesoría legal, un alquiler de casa o un acarreo.

El segundo factor que determina si un bien es transable son las barreras artificiales al comercio que representan los aranceles y otras barreras no arancelarias (e.g. cuotas de importaciones). Aún cuando existen bajo costos de transporte para algunos bienes, el proteccionismo puede hacer que un bien se convierta en no-transable. Por ejemplo, en nuestro país se prohibe la importación de arroz, por lo que este producto se convierte en un bien no-transable, a pesar de que los costos de transporte son bajos. En consecuencia, el precio del arroz se ve afectado por el tipo de cambio sólo a través de los insumos importados porque el producto final no se importa directamente desde el exterior.

Las economías pequeñas y abiertas, como la República Dominicana, son más propensas a reflejar los movimientos del tipo de cambio en los precios internos, ya que se presenta una alta dependencia de productos importados para el consumo y la producción. En el contexto actual los precios no se han reducido proporcionalmente a la apreciación del tipo de cambio nominal por varias razones, como señalara el Gobernador del BC en su última rueda de prensa. Por el lado de los bienes transables, con la última reforma tributaria se elevó el ITBIS de 12% a 16%; la comisión cambiaria del 10% a 13%; y, los impuestos selectivos al consumo. En adición, la actualización del ajuste por inflación del impuesto sobre los combustibles desde octubre pasado, la eliminación del subsidio al GLP para los grandes consumidores y el aumento del precio del petróleo, imponen costos de producción más elevados.

Esos factores inciden sobre los precios de los bienes no-transables, ya que los combustibles sirven de insumo para su producción (e.g. transporte y electricidad). Por otro lado, se implantó un impuesto de 0.15% sobre transacciones financieras, se modificaron los impuestos sobre tenencia y transacciones de propiedades inmobiliarias y se han aumentado los salarios (precio de mano de obra). Muchos de los bienes y servicios no-transables tienen incidencias importantes sobre la estructura de costos en el país. Por consiguiente, se dificultan reducciones de precios manteniendo cierta rentabilidad para las empresas.

Es fundamental diferenciar entre una deflación y una desinflación. La deflación ocurre cuando el nivel general de precios de una economía disminuye; el Índice de Precios al Consumidor (IPC) es negativo. La desinflación se produce cuando la tasa de inflación medida a través del IPC se reduce, digamos de 10% a 2%. Por las razones expuestas anteriormente, una apreciación del tipo de cambio de casi 40% sólo ha provocado una deflación de sólo 2.19% entre agosto 2004 y marzo 2005. La deflación y desinflación, como la inflación, son fenómenos eminentemente monetarios. En términos anualizados, la inflación cayó de más de 65% en mayo 2004 (junio 2003-mayo 2004) a 4.29% en marzo de este año (abril 2004-marzo 2005). Obviamente, las autoridades monetarias cumplen con su mandato legal de mantener la estabilidad de precios.

La lógica de apostar a una reducción del nivel general de precios viene por el lado de la demanda: la deflación es beneficiosa porque aumenta los ingresos reales de los consumidores. Sin embargo, la idea de provocar una deflación que refleje la apreciación del tipo de cambio en esa misma proporción es altamente riesgosa, siempre que la misma no provenga de un aumento de la productividad de los factores de producción. La única forma de reducir el nivel general de precios en, digamos, 35% sería por medio de una contracción de los medios de pagos, reduciendo la oferta monetaria por debajo de la demanda real por dinero. Esto sería perjudicial para los dominicanos, dado que generaría contracción económica por la reducción en la demanda agregada; los factores de producción serían subutilizados, lo que aumentaría el desempleo (de capital, mano de obra, etc.) Este sería un ingrediente explosivo para el bienestar político, económico y social en nuestro país.

Una forma de incrementar los ingresos reales de los dominicanos a través de reducción de precios podría venir por la implementación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. En el mediano y largo plazos, el incremento de los ingresos reales debe venir por la creación de riquezas. Debido a que los ingresos reales se incrementan con el aumento de la productividad, debe promoverse el ahorro, la inversión y el consumo privados.

En resumen, la idea de provocar una deflación que refleje la apreciación del tipo de cambio en esa misma proporción no es muy realista en el contexto actual. La última reforma fiscal impide que los precios internos se reduzcan en la misma proporción. La adecuación del impuesto de los combustibles, el incremento de los precios del petróleo, la energía eléctrica y los salarios imponen una estructura de costos más elevada. La reducción en el tipo de cambio nominal no debe ser un objetivo de políticas, si lo que se pretende es reducir el nivel general de precios. La única forma de provocar una deflación que refleje la apreciación del tipo de cambio nominal sería a través de una contracción monetaria importante, lo que reduciría la actividad económica y aumentaría el desempleo. En consecuencia, la deflación no debe ser una opción de políticas públicas por la inestabilidad económica, social y política que conllevaría. La creación de riquezas a través de la apertura comercial y la promoción de la iniciativa privada son más efectivas para incrementar los ingresos reales de los dominicanos.

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