Sobrevivientes rememoran su experiencia

Sobrevivientes rememoran su experiencia

JIMANÍ, Independencia.- La memoria es la única que puede hablar de los que se han marchado. El río Blanco, con la furia de sus aguas, se llevó cualquier cosa que pudiera servir para recordarles: ya no queda ni siquiera una fotografía.

Yunelkis Nova, una de las sobrevivientes de la tragedia, habla de ello. Sus lágrimas, en pleno contraste con la alegría de su incipiente embarazo, dicen más que sus palabras. «Yo no voy por ahí porque si voy por ahí me siento mal. Ya eso tiene un mes y uno nada más se acuerda de cómo sacaban a los muertos y los apilaban uno encima de otro. Era la familia de uno; eso es grande, ya Jimaní pasó a la historia».

Dejando de lado la nostalgia, Nova habló acerca de su esposo, quien está ingresado en el Hospital Jaime Mota, de Barahona. «El tiene una pierna rota. Mis tres hijos están bien. Por suerte estaban en Santo Domingo».

Al hablar de ella, Nova explicó que aunque el río la arrastró no tiene ningún problema: fue al médico, después de la tragedia, pero le dijeron que tanto ella como el bebé que está gestando están perfectamente bien.

«Yo tengo dos meses de embarazo. Es un milagro que no le haya pasado nada porque donde yo vivía el río arrancó la casa entera. Si yo me hubiera quedado ahí, me hubiera ido. La esposa del tío mío, que sobrevivió, también está en Barahona. A ella se le partió un brazo y una pierna».

Aunque sus familiares están mejor, a Nova le preocupa lo que sucederá cuando salgan del hospital. «Yo estoy viviendo aquí, con mi abuela, y por ahora estamos nosotros y el tío mío. Cuando mi esposo salga es para acá que tiene que coger, la esposa del tío mío también. Vamos a estar apretaditos aquí».

Lo peor, a su juicio, es nadie les ha llevado nada. «No nos han traído ni una cama, ni un colchón. Tampoco una estufita un tanquecito de gas. La ropa que estaban trayendo vinieron gente de otros sitios y se la llevaron. Yo, embarazada y con el cuerpo adolorido, no iba a estar detrás de los camiones», sostuvo al tiempo de agregar que al menos les llevan comida.

Respecto a los fallecidos, Nova lamentó que murieron muchos miembros de su familia. «Todos los Nova, toda la familia de nosotros, vivían ahí y murieron muchos en la tragedia. Si tal vez yo hubiera vivido más para arriba, por ahí por el tanque azul, tal vez yo me hubiera ido, pero yo vivía más para acá, por el cementerio».

Volviendo a pensar en aquella noche, Nova tan sólo expresó que «…eso uno no lo olvida. Ahora se cumplió un mes, se hizo una misa, pero eso no se olvida porque fueron todas sus gentes que se le fueron a uno ahí. Esa fue una tragedia que nunca aquí en Jimaní se hubiera visto, es la primera vez».

En cuanto al río Blanco, Nova señaló que había bajado en algunas ocasiones. Nunca, sin embargo, las aguas fueron tan fuertes ni produjeron daños mayores. «Ahora bajó demasiado fuerte. Ni cuando hubiera visto ciclones había bajado tanta agua. Ni con el ciclón George llegó tanta».

Fue tan inesperada la riada que, cuando la voz de alarma, muchos pensaron que se trataba de una broma. «Cuando mi marido me levantó yo le dije: Santos, pero el río nunca hubiera bajado por aquí, eso es mentira, el río no viene por aquí».

Cuando Nova vio que su casa comenzaba a inundarse, haciendo que todos sus enseres flotaran dentro de ella, entendió que de verdad el río había bajado. «El motor flotaba, todo boyaba por arriba. Tuvimos que salir por la parte de atrás de la casa para poder salvarnos. Nosotros salimos desnudos, con la ropa interior, pero eso no importaba. Suerte a Dios que al final encontré una bata y me la eché arriba».

Las lágrimas no la dejan continuar. Vivir todo aquello de nuevo, aunque sea en el recuerdo, es demasiado fuerte para ella. Nunca, asegura, olvidará nada. Al menos, como ella misma lo confiesa, tiene una nueva razón para luchar: la criatura que está creciendo dentro de ella.

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