La clase política criolla ha logrado, por fin, ponerse de acuerdo en un tema: rechazar a unanimidad una sentencia del Tribunal Constitucional que, eventualmente, podría abrir la oportunidad de que en las elecciones dominicanas participen candidaturas independientes.
El temor de los políticos parece motivarse en el hecho de que durante muchos años han venido perdiendo influencia entre los ciudadanos dominicanos y la presencia de un “outsider”, un venido de afuera del sistema partidario, los desplace de las mieles del poder.
Está ampliamente documentado cómo con el paso de los años se ha venido ensanchando la brecha de conexión entre los ciudadanos y los políticos, cuyas prácticas desentonan con las aspiraciones populares.
Un ejemplo de esa desconexión es la estrategia de reforma y modernización de la Policía Nacional propuesta al país por el presidente Luis Abinader, como punto clave para solucionar el viejo problema de la delincuencia y la inseguridad ciudadana prevalecientes en el país en las últimas décadas.
Encuestadores consultados ayer me decían que llevan más de 20 años registrando que en sus entrevistas resalta el temor ciudadano a la delincuencia y la violencia.
Pese a ello, los principales partidos de oposición no han mostrado el menor interés en hacer aportes o participar de alguna manera en la estrategia para hacer más efectiva a la Policía Nacional, como se ha propuesto el presidente Abinader.

Eso a pesar de que en 2006, en el segundo gobierno del presidente Leonel Fernández, ya se planteaba “Una profunda reforma académica para formar mejores policías; el desarrollo e implementación de un sistema de investigación criminal adecuado a las realidades de la democracia dominicana”.
Además “diseño y organización gerencial para su eficiencia en la administración y el equipamiento para que cada área pueda cumplir adecuadamente sus funciones, y el acercamiento de la Policía Nacional a la sociedad”.
Esas medidas, que no pudieron ser implementadas en los programas Plan de Seguridad Democrática y Barrio Seguro, de los gobiernos peledeístas, podrían ser desarrolladas ahora con la Reforma y Modernización de la Policía Nacional con la ayuda de los avances tecnológicos que se han producido desde entonces en las investigaciones policiales.
Pero tanto el PLD, como su derivada Fuerza del Pueblo más bien han cuestionado los criterios con que el gobierno Abinader ha trabajado la estrategia.
El último alto dirigente opositor en referirse al tema fue el ex procurador general de la República Francisco Domínguez Brito, quien recientemente se ha permitido considerar que la reforma de la PN es “ficticia”, “falsa”, y que “no servirá”, conforme han reseñado medios informativos.
Social civil responde
En cambio, conscientes de la importancia de la estrategia propuesta por el presidente Luis Abinader diferentes representativos de la sociedad civil están participando en la capacitación de los efectivos de la Policía Nacional.
Las universidades Pontificia Católica Madre y Maestra (PUCMM), Pedro Henríquez Ureña, UCATECI, UNNE, UAPA, UNADE, INESDI, UTECO y la estatal Autónoma de Santo Domingo encabezan a una veintena de otras academias que están integradas a la formación de policías con una nueva mentalidad.
La historiadora y destacada académica de la PUCMM, Mu Kien Sang, actúa como directora ejecutiva del programa de reforma policial.
Y en la semana recién transcurrida, en una sorpresiva decisión el presidente Abinader juramentó a los miembros del Consejo Consultivo para la Transformación Administrativa y Financiera de la Policía Nacional, integrada por destacados dirigentes empresariales y profesionales.
Entre ellos Elena Viyella de Paliza, Pedro Brache, Celso Juan Marranzini, Marisol Vicens Bello y Ramón Ortega, quienes quedaron designados por decreto como miembros del Consejo.
La integración de la comisión consultiva con profesionales y empresarios es considerada una valiente medida del presidente Abinader, ya que durante largo tiempo ha sido cuestionada la discreción con que han sido manejados los recursos del cuerpo del orden.
Politólogos y comentaristas han señalado que como en política no hay espacios vacíos, la desidia de los políticos en ocuparse de temas tan fundamentales para el sosiego ciudadano, las actividades productivas, el esparcimiento y la diversión, han abierto espacio a la participación de la sociedad civil.