Sociedad del clic

Sociedad del clic

ROSARIO ESPINAL
Rapidez, impaciencia, opciones. Conexión, acceso, ilusiones.  Tranquilizante, expectativa, obsesión. Desconexión, control, sumisión. Violencia, pasividad, contemplación. Vivimos en la sociedad del clic. El control remoto, la TV, el cable; cambio de canal, ¡pero cuántos hay! El VCR, el DVD, el CD, el iPod; un clic y cambio de canción. La computadora, el Internet, el e-mail. Clic, clic, clic: la vuelta al mundo en 80 minutos con el World Wide Web. Aprendo, bajo, quemo, chateo. ¡Qué fascinación! Entretenimiento, aburrimiento, confusión.

Teléfonos fijos, móviles, tarjetas y cabinas. Están disponibles al gusto y posibilidad de cada cual. Clic, clic, clic. Aló. Conversación a distancia. ¿Qué haces?  Se esfumó la distancia. Intimidad, ¿real o imaginaria? Recuerden marcar 10 dígitos. Mayor incomodidad porque hay mucha gente que quiere llamar. Pero los números son infinitos y con aumentar su cantidad se multiplican las combinaciones de dígitos. Todo el que pueda pagar factura o tarjeta podrá tener su propio número y disfrutar constantemente del clic, clic, clic telefónico.

Clic, se prendió la luz. Clic, se fue la luz. Edenorte, Edesur, dice el Presidente que muchos no pagan la luz. Clic contra los morosos; háganle un corte definitivo hasta que paguen su luz.  Es injusto que el 50% pague por el mal servicio que recibe el 100%.

En el supermercado: clic, clic, clic. 5,000 pesos. ¿Por eso? ¿Pero es que los productos no bajan de precio? En la cocina: clic, se encendió el microondas; clic, la tostadora; clic, la batidora; clic, la trituradora.

También hay comida rápida y prefabricada. Envíos a domicilio con sólo marcar 10 dígitos. Llega rápido el pedido. Digestión al vapor o sin vapor. Nutrición, desnutrición, o muerte por inanición para los que no tienen fácil acceso al clic, clic.

Con tarjetas de crédito hay consumo disponible 24 horas al día. Al final del mes, el clic puede producir dolor de cabeza cuando llegue la cuenta. Además, ahora hay tarjetas gratis.  Son las de solidaridad que distribuye el gobierno para que algunos pobres compren alimentos. Para emitirlas se contrataron bancos; para utilizarlas se distribuyen maquinitas en algunos colmados. Así llegó el progreso a los barrios con el clic, clic de 550 pesos.

En los mercados financieros el dinero se mueve en grandes cantidades por todo el planeta comercializado. Compra y venta de acciones, bonos soberanos (cuidado, que descuartizan la economía de un país pobre en un pestañar de ojos), devaluación y revaloración, ganancias con mucha especulación.

Jóvenes financistas que creen dominar el mundo desde sus bolsas de valores, computadoras, celulares y palm pilots. A los 30 años ganan en un mes lo que le tomará media vida de sudor ganar a los más pobres de la tierra; esos que no tienen acceso fácil al clic, clic.

Envío de remesas que ahora con el clic es casi instantáneo. Se cambian dólares y euros; busquen los letreros en muchos pueblos.  Y con más clic, los ausentes averiguan si llegó el dinero: ¿Cuánto te dieron? 28 pesos. ¿Tan poco?  Es que ahora ha subido el peso, ¿puedes creerlo?

Los carros: se los roban, no se encuentran, dicen que algunos jefes se quedan con ellos. Clic, hay que poner la alarma a ver si dejan el auto en su puesto. Trenes, aviones, tanques, cohetes: todos manejados al compás del clic con la más alta tecnología. Tragamonedas: el clic del juego compulsivo.

Un cargo, un carguito. Grande o chiquito. Si no, hay tiros.  Clic, clic, clic. Aprietan el gatillo como si fuera un jueguito; luego hay muertos y heridos. El otro día ocurrió en Piedra Blanca, un pequeño pueblito. Rencillas entre peledeístas y perredeístas; y todo por un carguito.

Robos, asaltos, armas legales e ilegales que abundan por las calles.  Es un gran negocio: las venden, las trafican, las roban, las confiscan. Aumenta la criminalidad y el jefe de las fuerzas armadas dice que no incauten las armas legales porque los delincuentes se quedarán con las ilegales.

¡Vaya manera de razonar!  No sería mejor determinar para qué necesita la población armas de fuego. ¿Autodefensa? ¿Ofensa?  ¿Es que da gusto escuchar el clic al apretar el gatillo? ¿Es que llegó el salvajismo y prevalecerá la ley del clic contra el enemigo? Y a los transeúntes, ¿seguirán pegándosele las balas perdidas? ¿Es que habrá mayor inseguridad pública cada día?

Personas con y sin poder. Brecha digital y no digital. Unos corren, otros esperan; unos ganan, otros pierden; unos tienen, otros carecen.

Clic, en el radio suena: son las cinco e’ la mañana; no es amor, no es amor, es una obsesión.

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