Sociedad secreta «La Cuaternaria»

Sociedad secreta «La Cuaternaria»

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX
Nuestros historiadores afirman que bajo la dirección de Juan Pablo Duarte se fundó la sociedad secreta La Trinitaria en 1838. Algunos de ellos creen que tal vez se estableció en 1840. Entre los nueve fundadores del principal instrumento político de la independencia dominicana estuvo José Maria Serra.

A él se debe la conservación del texto del juramento de los trinitarios: «En nombre de la santísima, augustísima e indivisible trinidad de Dios omnipotente: juro y prometo, por mi honor y mi conciencia,»… etc. Podríamos decir que se trata de un juramento que es, al mismo tiempo, cristiano, caballeresco y kantiano. Recurre al dogma de la trinidad, a los viejos códigos de honor, a la entonces todavía reciente nomenclatura del idealismo alemán. Los trinitarios, según parece, usaron una flor simbólica para que los distinguiera de los no iniciados o juramentados: la blanquísima flor de jazmín de Malabar, llamada también filoria. La gente pragmática y escéptica, que desconfía siempre de las actitudes quijotescas, les puso el mote de «filorios», un nombre irónico que aludía juntamente a filósofo impráctico y a flor perfumada. Sugerían así que los trinitarios eran jóvenes idealistas, refinados, inútiles, sin arrojo militar ni político.

Sin embargo, esos «jóvenes inexpertos» –les llamó de ese modo el malicioso Tomás Bobadilla– «parieron» la Republica Dominicana. Como nuestra sociedad no logró andar bien durante las primeras siete décadas de vida independiente, se ha dicho que la mala suerte estribaba en haber vivido bajo el signo del tres, cifra cabalística que habia determinado nuestro destino político. El médico y escritor Moscoso Puello opinaba que el tres, un numero inestable, nos había traído revueltas, dictadores, golpes de Estado. Es bien sabido que en solo sesenta y cinco años sufrimos cincuenta y seis «revoluciones». Moscoso escribió: «Tres son los colores de la bandera, tres son los padres de la patria… y tres los que echaron a Pedro dentro del pozo.» Nuestra historia esta llena de «malabarismos» políticos que no debemos atribuir solamente al jazmín de Malabar; y repleta de sujetos que siempre echan algún Pedro en cualquier pozo. El tres es un número impar; por eso los fundadores de La Trinitaria fueron nueve, un múltiplo de tres. Numero de dificultosa distribución igualitaria.

Debemos, pues, pasar al número cuatro y abandonar definitivamente la vieja «tripleta» de 1838, que ya cumplió gloriosamente su misión, a pesar de todos los percances ocurridos. El cuatro, como es obvio, es un numero más estable que el tres, además de ser mayor y divisible entre dos, al igual que todos sus múltiplos. Lo cual permite una mejor división o reparto de la riqueza. Las mesas y las sillas siempre tienen cuatro patas por el empeño de conseguir la estabilidad. Ya es hora de que se reúnan los dominicanos, de cuatro en cuatro, para crear la sociedad secreta «La Cuaternaria». El grupo inicial debería estar compuesto por cuatro sacerdotes, cuatro militares, cuatro empresarios, cuatro periodistas, cuatro sindicalistas. Ha de extenderse y crecer de cuatro en cuatro: con ingenieros, abogados, médicos, dentistas, ecólogos, agricultores, maestros, taxistas, enfermeras, chiriperos… y hasta agrónomos y economistas. Todo el cuerpo social debe estar representado de cuatro en cuatro. El símbolo de esta nueva institución patriótica tiene que ser el trébol de cuatro hojas que, en adición a su valor como digestivo, podría servir de talismán para borrar la mala suerte del futuro camino de la Republica Dominicana. (Representa el paso en orden del tres al cuatro). La sociedad permanecerá actuando en secreto durante un año, sin confiar en partidos políticos, ni en organismos internacionales. Al cabo de ese periodo de incubación y crecimiento, saldrá de la clandestinidad –el 16 de julio preferiblemente– y organizará una manifestación publica multitudinaria. En dicha concentración ciudadana se presentará a la nación toda el Gran Pliego de Objetivos Concretos imprescindibles para alcanzar la disciplina económica y social. El Gran Pliego será leído en coro. El juramento colectivo comenzará por Dios, como es de rigor; pero esta vez los cuaternarios afirmarán: «En nombre de Dios, de la justicia, la educación y la prosperidad, nos comprometemos a luchar en esta isla»…, etc. El nuevo juramento será cristiano, jurídico, pedagógico y económico.

Todos saben que el hombre primitivo, el bípedo vertical o erecto, pudo desarrollarse cerebralmente gracias a esa posición erguida que le alejó de la animalidad en general y de los grandes pitecos en particular. Eso le dio oportunidad de mirar hacia arriba, hacia las estrellas. Según la clasificación que hacen los geólogos de las edades de la tierra, el hombre apareció en el periodo cuaternario. Ese periodo es la parte actual de la era terciaria. Otro motivo más para que pasemos, pitagóricamente, del tres al cuatro. El gran paleontólogo Pierre Teilhard de Chardín sostiene que la evolución de la naturaleza continúa en el interior del propio hombre. Este sufrido jesuita nos brinda la esperanza de que mediante la acción simultánea de la ayuda de Dios, de la naturaleza y de la sociedad, el hombre pueda cambiar hacia lo mejor. ¡Creamos en él y fundemos rápidamente la sociedad secreta La cuaternaria!

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