El software espía, que nada tiene que ver con herramientas como las de control parental, se ha multiplicado durante los últimos años hasta convertirse en una nueva forma de violencia, silenciosa, y de acoso contra las mujeres, que en la mayoría de los casos no saben que están siendo vigiladas y espiadas.
Conocido técnicamente como «stalkerware», esta forma de abuso consiste en instalar en el teléfono o tableta de la víctima, sin su consentimiento, un programa que permite espiar y rastrear todos sus movimientos e interacciones -vídeos, fotos, mensajería, geolocalización o redes sociales-.
Algunos de los gigantes tecnológicos, como Google o Apple, han retirado ya de sus «tiendas» o servidores las aplicaciones de «programas espía», aunque los expertos han asegurado que son muy fáciles de conseguir en otras plataformas y que algunos móviles las llevan incluso preinstaladas, y la Unión Europa ha puesto en marcha un proyecto (denominado «DeStalk») para combatir esta forma de abuso.
Estos programas funcionan de forma invisible y ningún icono revela su instalación, según los expertos consultados por EFE, que han alertado de que esta forma de abuso se suele pasar por alto en el trabajo diario contra la violencia machista y en los programas de tratamiento de los agresores o en los servicios de apoyo a las víctimas.
Entre las iniciativas que se han activado para luchar contra esta forma de violencia silenciosa destaca, además del proyecto «DeStalk» de la UE, la Coalición contra el Stalkerware, a la que se han adherido ya treinta asociaciones, empresas y organismos para unir a organizaciones que trabajan contra la violencia machista y al sector que se dedica a garantizar la seguridad en el campo de la tecnología de la información.
Abogados, asociaciones de mujeres contra la violencia y empresas de ciberseguridad han advertido de los efectos «devastadores» que este tipo de acoso causa sobre las víctimas, que pueden llegar a no sentirse ni libres ni seguras en ningún lugar mientras los agresores potencian una sensación de omnipresencia.
Encarna Iglesias, presidenta de la organización española Stop Violencia de Género Digital, ha subrayado la importancia de difundir y denunciar la existencia de esta forma de violencia, que es un delito punible, y ha advertido del daño que sufren las mujeres cuando son insultadas, amenazadas o coaccionadas a través de estos métodos.
En declaraciones a EFE, Iglesias se ha referido a las «terroríficas» noticias sobre violencia machista de las últimas semanas y ha asegurado que en todos los casos había antecedentes de «violencia digital» que no se habían tenido en cuenta.
Ha incidido en la importancia de que las víctimas de esta forma de violencia conozcan algunas pautas para protegerse en las redes y naveguen de una forma segura por internet, en el daño que causa estar en alerta permanentemente cuando una víctima sabe o siente que la están espiando de una forma constante, y en el uso que muchos maltratadores y acosadores hacen de la información que obtienen de esa manera.
La abogada Susana González, especialista en ciberseguridad, ha recordado que este tipo de software «espía» se concibió inicialmente como un programa de control parental, pero ha derivado en que cualquiera pueda instalarlo en el móvil de otra persona para espiarla, violando así su intimidad.
Y ha recordado a EFE que el derecho a la intimidad está protegido en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE como «irrenunciable».
Durante los últimos años las denuncias por ciberacoso a través de este tipo de programas se han multiplicado, ha asegurado la abogada, quien ha alertado de que son además la base que usan los acosadores y maltratadores para obtener información, para extorsionar y en algunos casos «para pasar a la violencia física».
Aunque ha crecido el número de denuncias, la organización Stop Violencia de Género Digital calcula que éstas no llegan al 10 por ciento de los casos que existen en realidad y ha observado que no existen datos oficiales al respecto.
El experto en ciberseguridad Daniel Creus, de la multinacional del sector de la ciberseguridad Kaspersky, ha observado que ese tipo de programas se suelen «disfrazar» como «control parental» o como herramienta antirrobo para el móvil, y ha alertado de que aunque muchas «tiendas» oficiales ya los han prohibido es todavía muy fácil adquirirlos e instalarlos.
Creus ha incidido, en declaraciones a EFE, en la importancia de que todos los profesionales que trabajan en este ámbito y las víctimas conozcan esta realidad y aprendan a reconocer las señales que pueden permitir saber que ese «espía» está instalado en el móvil o en la tableta aunque generalmente trabaje de un modo invisible.
De hecho, algunas empresas han desarrollado ya aplicaciones gratuitas o funciones que alertan a los usuarios de que ese tipo de programas espías se han instalado en su dispositivo y trabajan con las autoridades o con las instituciones para formar a los profesionales ante el aumento de los casos de «stalkerware».