Soldados restauradores  descalzos y desnudos

Soldados restauradores  descalzos y desnudos

Con restauradores descalzos y desnudos se encontró en el Frente del Este, Pedro Francisco Bonó, ministro de Guerra del Gobierno Restaurador de Santiago, presidido por el general José Antonio Salcedo (Pepillo). Al comienzo de octubre de 1863 el Ministro Bonó realizaba una visita oficial de inspección en toda la línea del Este. Una tarde, bajo un torrencial aguacero, llegó al Cantón de Bermejo, que a la sazón estaba comandado por el coronel Santiago Mota. Bonó se presentó a la Comandancia de Armas, que se encontraba instalada en el rancho más grande de la destartalada ranchería que formaba el cantón restaurador de Arroyo Bermejo.

Bonó le preguntó por el coronel Santiago Mota al comandante de los artilleros, Pedro Faustino Royer (alias) Grullo.

El comandante Royer le informó al ministro Bonó que el coronel Santiago Mota se encontraba celebrando una entrevista de urgencia en Yamasá con el general Eusebio Manzueta; pero que él presumía que ya no dilataría mucho en regresar.

En Bermejo había una concentración de hombres de San Francisco de Macorís, de La Vega, de Jarabacoa, de Cevicos y de Cotuí. Y tenían buenas armas, porque la mayoría eran desertores de las filas españolas, soldados dominicanos de las reservas, obligados a pelear contra su patria por el “patricida” Pedro Santana y Familia.

El ministro Bonó observó que la mayoría de esos hombres estaban estrafalariamente vestidos. Esos hombres estaban casi desnudos y además descalzos. Harapos constituían las vestimentas de los restauradores de Arroyo Bermejo.

Esos harapientos con el coronel Santiago Mota a la cabeza, se preparaban para marcharles a los soldados de Doña Isabel Segunda de España y a los traidores criollos o españolizados.

Santiago Mota era nativo de San Francisco de Macorís. Demostró ser hombre de mucho coraje y con sus guerrillas de descalzos y de desnudos atacó a los españoles en Bayaguana y luego encaminó sus briosos pasos hacia San José de Los Llanos.

Al enterarse que Pedro Santana se dirigía de Santo Domingo hacia El Seibo, se apostó el bravo coronel Santiago Mota en Rincón de Pulgarín, Sabana del Guabatico, para tratar de cerrarle el paso al ex héroe.

El 17 de enero de 1864 al frente de tropas españolas y criollos, arrollador pasó Santana. El llamado Marqués de Las Carreras pasó sobre los cadáveres de Santiago Mota y de sus restauradores desnudos y descalzos. Y ello es que los caros y lujosos uniformes nunca libertaron pueblos. Pero, sí los oprimieron. Santiago Mota tenía una callecita de solamente una cuadra, entre la Barahona y la Caracas. Nada importa, aquí las grandes calles y las avenidas son casi siempre para extranjeros que a la distancia nos despreciaban. Para el nombre de una calle de esta ciudad, la talentosa periodista del siempre verídico “HOY”, licenciada Angela Peña y yo, parodiamos a George Gordón. Evocamos a Lord Byron y decimos: “I Want A Hero”.

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