«Soldados solitarios»: extranjeros dispuestos a morir por Israel

«Soldados solitarios»: extranjeros dispuestos a morir por Israel

La comunidad judía del sur de California, en Estados Unidos, se encuentra de luto tras la muerte en Gaza el pasado domingo del soldado del ejército israelí Max Steinberg, de 25 años y originario del área de Woodland Hills, en la ciudad de Los Ángeles.

Steinberg y Nissim Sean Carmeli, de 21 años y oriundo de Texas, son los dos soldados de nacionalidad estadounidense que han fallecido en la controversial operación militar lanzada por Israel en los últimos días, a consecuencia de la cual han muerto hasta ahora más de 600 palestinos, en su mayoría civiles, y una treintena de israelíes.

Ambos habían decidido voluntariamente abandonar Estados Unidos para servir durante un tiempo en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), algo que miles de jóvenes de origen judío provenientes de todo el mundo hacen cada año.

A estos voluntarios se los conoce con el nombre de «soldados solitarios», porque durante el tiempo que sirven en las FDI se ven obligados a estar lejos de sus familias y amigos.

En la mayoría de casos, detrás de su decisión de unirse al ejército israelí está el deseo de honrar sus raíces y defender al estado hebreo, incluso si, a diferencia de los nacidos en el país, no tienen la obligación de servir en las fuerzas armadas.

Tanto en Israel como en los países de origen de estos jóvenes -muchos de los cuales provienen de EE.UU. y cuentan con la doble nacionalidad- existen numerosas organizaciones que se dedican a prestarles apoyo antes, durante y después de servir en las FDI.

Adaptación.  Por lo general, pasan alrededor de año y medio de entrenamiento, en muchos casos en unidades de combate, por lo que, pese a no contar con experiencia militar previa, como les sucedió a los fallecidos Steinberg y Carmelli, pueden acabar participando en conflictos armados.

 

Según datos de la ONG israelí Centro del Soldado Solitario, en la actualidad hay unos 6.000 voluntarios sirviendo en las FDI, aunque no todos son extranjeros, ya que una parte son huérfanos o provienen de familias desestructuradas.

Entre los desafíos que enfrentan los soldados solitarios no sólo está la difícil tarea de adaptarse a la vida castrense. En muchos casos tienen que aprender desde cero la lengua hebrea y familiarizarse con el estilo de vida del país de acogida.

Los familiares que dejan atrás viven con incertidumbre y temor el tiempo que los suyos pasan en las FDI, conscientes de que dada la volatilidad de la situación política Medio Oriente, en cualquier momento pueden verse en la obligación de combatir.

Según destacaba recientemente el diario Jewish Journal de Los Ángeles, en algunos casos, los voluntarios, al acabar su periodo de servicio, «deciden quedarse permanentemente a residir en Israel» o «regresan a sus países convertidos en fervientes defensores del estado judío».

El periódico señalaba que algunos creen que ese es precisamente el objetivo de alistar a los soldados solitarios, ya que las FDI no necesitarían realmente soldados extranjeros con nula o poca preparación, aunque desde el ejército israelí lo niegan.

Fighting For IsraelExperiencia difícil. El joven estadounidense Mike Fishbein, de 25 años y originario de Los Ángeles, decidió presentarse como voluntario a las FDI en 2009, tras pasar un año residiendo en Israel.

Según le explicó Fishbein a BBC Mundo, «el haber crecido en un hogar sionista» fue lo que hizo querer unirse al ejército israelí, en el que pasó dos años.

«Antes de alistarme en las FDI pasé un año en Israel trabajando como voluntario. Todos mis amigos se estaban preparando para entrar en el ejército y me convencí de que yo debía hacer lo mismo. Soy judío y creo en el derecho de Israel a existir. Decidí que quería defender al país igual que iban a hacer mis amigos».

Fishbein cuenta que al principio no les dijo a sus padres que pensaba alistarse en una unidad de infantería «para que no se asustaran», aunque cuando se enteraron, pese a que su madre lo pasó mal, en todo momento le apoyaron.

Según explica el joven, los primeros meses fueron difíciles porque no hablaba muy bien hebreo y tuvo «un choque cultural», aunque acabó acostumbrándose.

«Estuve con jóvenes de todas las clases sociales llegados de todo el mundo que tenían un sólo objetivo: defender a los judíos de Israel. Fue una experiencia muy enriquecedora e hice muchos amigos que ahora son como mis hermanos», cuenta Fishbein, quien en la actualid trabaja en Los Ángeles como asistente de producción para publicidad.

Preguntado sobre el actual conflicto entre Israel y los palestinos, el joven asegura que «es difícil estar en California sabiendo todo lo que está sucediendo allí».

«Es devastador lo que está ocurriendo con las muertes en ambos bandos.

Deberían de tratar de alcanzar un alto al fuego y espero que llegue el día en que consigan la paz. No es justo para para nadie que tengan que vivir así».

Según Fishbein, servir en el ejército israelí le ayudó a entender los motivos por «los que Israel necesita defenderse», aunque cree que la solución al conflicto con los palestinos «pasa por la creación de dos estados».

«Cuando vives en la zona un tiempo te das cuenta de que los problemas vienen de los dos bandos, de los israelíes y de los palestinos. Al final se han de dar cuenta que todos somos seres humanos y queremos vivir en paz. Espero que eso se consiga algún día».

«Conexión fuerte con Israel».  Durante el tiempo que Mike Fishbein pasó como voluntario en las FDI, entabló amistad con Ilan Benjamin, un joven de origen judío también originario de California, que sirvió durante dos años y medio en el ejército israelí.

Benjamín le explicó a BBC Mundo desde Los Ángeles, ciudad en la que reside en la actualidad y en la que está estudiando para convertirse en cineasta, que siempre tuvo una «una conexión muy fuerte con Israel», país del que es originario su padre y que había visitado en muchas ocasiones siendo niño.

«Tenía amigos que estaban sirviendo en el ejército y cuando cumplí 18 años me dije a mi mismo: ‘si ellos tienen que hacerlo yo también’. Ese fue uno de los motivos principales de que decidiera unirme al ejército israelí. Quería hacer lo mismo que mis amigos tenían que hacer por obligación».

«Cuando les dije a mis padres que quería alistarme se preocuparon mucho. Mi padre pensaba que era una pérdida de tiempo, porque él no había disfrutado su paso por el ejército, y me quiso convencer de que fuera a la universidad. Le contesté que la universidad podía esperar».

«Servir en el ejército es una experiencia dura para todo el mundo pero al mismo tiempo es muy gratificante. Todo el mundo está al mismo nivel. No importa de dónde vengas, qué lengua hables o cuál es el color de tu piel. Estamos todos sirviendo a algo más grande que nosotros mismos»

Antes de convertirse en soldado, Benjamín, quien ha recogido su experiencia en las FDI en un libro, estuvo viviendo en Israel durante un año, estudiando hebreo y trabajando unos meses como reportero para el diario Jerusalem Post, lo que le permitió adaptarse a la cultura y al estilo de vida israelí.

«Estar en el ejército es una experiencia dura para todo el mundo pero al mismo tiempo es muy gratificante. Todo el mundo está al mismo nivel. No importa de dónde vengas, qué lengua hables o cuál es el color de tu piel. Estamos todos sirviendo a algo más grande que nosotros mismos».

Benjamin explica que servir en las FDI fue un desafío para él ya que, aunque ama a Israel, no siempre estuvo de acuerdo con las políticas que el actual gobierno está llevando a cabo.

«Por ejemplo, fue difícil patrullar en los asentamientos, básicamente porque no creo que deban estar ahí. Fue un desafío moral. Pero cuando estás en el ejército sabes que no puedes negarte a nada ya que tienes obligaciones como soldado».

En cualquier caso, asegura que en los dos años y medio que pasó en el ejército, no sintió que recibiera ninguna orden que fuera contra su moral y destaca que les enseñaron a ser «muy disciplinados y cuidadosos», por ejemplo «a la hora de utilizar las armas o al dirigirse a los civiles».

«Israel es lo único que tienen los judíos. Dios no lo quiera, pero si volvieran a perseguirnos, al menos tendríamos un lugar al que ir. Para eso está Israel. Si volviera a ocurrir un nuevo holocausto, Dios no lo quiera, tendríamos un lugar que es nuestro hogar y es seguro. Por eso es importante proteger a Israel».

Organizaciones de ayuda. Los miles de jóvenes que como Mike Fishbein y Ilan Benjamin deciden cada año presentarse como voluntarios para servir en las FDI reciben la asitencia de decenas de organizaciones, dentro y fuera de Israel, que les ayudan a prepararse para su nueva vida lejos de sus familias y amigos.

Entre esas organizaciones está la Fundación Israel Forever, con base en Washington, que se dedica a dar apoyo moral y material a los soldados solitarios.

Según le explicó a BBC Mundo Heidi Krizer Daroff, portavoz de la fundación, una de sus funciones primordiales «es dar a conocer la labor desinteresada de los voluntarios».

«Son jóvenes que son muy conscientes de los peligros que enfrenta Israel y reconocen que el país está rodeado de enemigos. Al mismo tiempo, creen que los judíos tienen que tener una patria en la que poder vivir en paz»

«Son chicos y chicas que ponen en riesgo sus vidas para defender al Estado de Israel y lo hacen sin tener cerca el apoyo de sus familias y de sus comunidades, así que nosotros hacemos públicos los sacrificios que están haciendo».

«Mucha gente les escribe cartas de apoyo o les envía regalos para darles las gracias. Son jóvenes que son muy conscientes de los peligros que enfrenta Israel y reconocen que el país está rodeado de enemigos. Al mismo tiempo, creen que los judíos tienen que tener una patria en la que poder vivir en paz».

En el caso de la organización Friends of Israel Scouts, que recibe ayuda del gobierno israelí y tiene su base principal en EE.UU., su labor es orientar a los jóvenes que deciden presentarse como voluntarios a las FDI.

Según le explicó a BBC Mundo Orit Mizner, directora regional para el suroeste de EE.UU. de este grupo, «en ningún caso» hacen proselitismo, sino que su función es asegurarse de que los candidatos a ser soldados solitarios tienen claro lo que supone alistarse en el ejército, «con todo lo bueno y malo que ello tiene».

«Respondemos a todas sus dudas y hacemos que sean conscientes de los peligros que pueden enfrentar», explica Minzer, quien señala que antes de que los jóvenes viajen a Israel pasan varios meses preparándolos para que puedan adaptarse a la vida en su nuevo país.

Una vez llegan a Israel, pasan tres meses en un Kibutz (las comunas agrícolas israelíes), que será el lugar al que regresarán cuando por ejemplo, en las FDI les den el fin de semana libre.

Minzer -quien hace hincapié en que a los soldados solitarios no se les debe considerar extranjeros ya que «todos sienten Israel como algo propio»- resalta que una de las fuciones básicas de su organización es asesorar a las familias de los voluntarios, que en algunos casos viven con cierta dificultad el estar separados de los suyos.

Precisamente Friends of Israel Scouts ha sido uno de los grupos que ha estado en los últimos días apoyando a la familia del joven soldado californiano Max Steinberg, cuya muerte ha llevado a la primera plana la historia de los miles de jóvenes llegados de todo el mundo que cada año deciden unirse al ejército israelí.

 

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