Soledad Barret y La noche de los caimanes

Soledad Barret y La noche de los caimanes

Corría el año 1973 y en el Luna Park de Buenos Aires, Mikis Teodorakis acompañado de una orquesta sinfónica y un coro griego  atronaba con su… “era la noche de los caimanes”. Los jóvenes no sabiamos que íbamos a ser traicionados.

Era el músico de la película Estado de sitio, del relato de Dan Mitrione, de Costa Gravas, de la noche de los coroneles en Grecia. Era un tiempo de apocalipsis.

Pero nosotros, la juventud de ese entonces no sabiamos  nada de lo que estaba por venir.

El genial compositor  griego le habia puesto musica  al Canto General de Pablo Neruda que fue premonición y augurio.

En septiembre, en el Sur profundo se inicio la larga noche de espanto para los chilenos, en Buenos Aires la Triple A de López Rega desaparecía la juventud en flor y en Brasil, al empezar el año, el 8 de enero de 1973 para ser precisos  mataban bajo tortura a Soledad Barret la nieta del divino Rafael Barrett el escritor anarquista español.

El 8 de enero de 1973 fue torturada y  asesinada en la ciudad de Recife en el norte de Brasil, Soledad Barrett Viedma. Tenía 28 años, había nacido en Paraguay y era  la nieta del periodista español Rafael Barrett. Mario Benedetti escribió en su memoria el poema «Muerte de Soledad Barrett» y Daniel Viglietti compuso la canción «Soledad».

Sus biógrafos  la relatan llena de encanto y con la gracia tan particular de la

mujer paraguaya. Era bella por fuera pero por dentro la integridad de su personalidad y de su carácter bondadoso y  solidario la hacia sensible a todos los dolores ajenos e indiferente a los propios. Era rebelde frente a las injusticias, decidida, valiente.

 Soledad estaba  poseída por la sólida conciencia moral  del abuelo que le impedía permanecer indiferente ante el despotismo y la empujaba a colocarse al lado de los desdichados.

Como un mandato ancestral, como esas “cartas del pasado” que recuerdan toda una obligación generacional  es posible que ella reinterpretara  “los bastonazos aplicados por su abuelo al duque, que en realidad  fueron, un verdadero vapuleo a toda una clase social atrincherada en sus bandidescos privilegios”.

Porque el abuelo escribió   ardientes e incisivos escritos donde  denuncio  la explotación  de los yerbatales  plasmado en «El dolor paraguayo», “que se habían hecho carne viva en la persona de la nieta./pero el abuelo Rafael el viejo anarco/ te tironeaba fuertemente la sangre/ y vos sentías callada esos tirones”

Soledad Barrett  nació el 6 de enero de 1945 en Paraguay. Por un juego de cábala o de azar  su abuelo Rafael nació un día después en 1876, y casi un siglo después   la mataron de manera innoble y a traición.

Soledad y su familia se exiliaron en Uruguay y vivió en Montevideo buena parte de su juventud. En  julio de 1962,  siendo una adolescente un grupo neo-nazi la raptó por su condición de dirigente estudiantil, la amenazaron  de muerte, la  quisieron obligar a gritar consignas por Hitler y como se negó le grabaron en carne viva una cruz gamada.

Debió exiliarse y vivió varios años en Cuba donde  conoció al brasileño José María Ferreira de Araujo con el que se casó y tuvo una hija.  Él regreso a  Brasil en 1970 para integrarse a los grupos clandestinos que trabajaban por el socialismo pero  es apresado y muerto. Ella entonces encuentra a su ángel de la muerte.

 Se llamaba Anselmo dos Santos y tuvo una actuación muy relevante en la política brasileña de los años 60. Fue uno de los líderes del llamado «movimiento de los marineros» que en 1963 se atrevió a desafiar la rígida estructura militar de la Marina reclamando condiciones dignas y el elemental respeto a la dignidad humana de los solda

Desde 1971 Anselmo colaboró como confidente con los más sanguinarios grupos de la represión con una eficacia terrible. 

El cabo Anselmo fue maestro de  inhumanidad y vileza porque  denunció  sistemáticamente  durante casi dos años a centenares de compañeros, lo que significaba entregarlos a la tortura y la muerte. Anselmo llegó bien lejos y completó su traición entregando a los seis miembros del grupo del que él mismo formaba parte como infiltrado. Entre ellos estaba su propia compañera, Soledad, que además estaba embarazada. Los seis fueron apresados, torturados y muertos. en lo que  se llamo la masacre de la Chácara de São Bento»

La versión oficial habla de un «enfrentamiento a tiros» ocurrido el 8 de enero de 1973 en un lugar próximo a Recife conocido como la Chácara de São Bento.

Sólo a partir del año 1995, gracias a la ley 9.140, pudo crearse en Brasil una «Comisión Especial de Reconocimiento de los Muertos y Desaparecidos Políticos»

En 1996 la Comisión se ocupó de aquel asunto y confirmó que la versión oficial era  falsa. De los seis integrantes del grupo, José Manoel da Silva fue apresado la noche del día antes, 7 de enero, en una gasolinera,  Jarbas Pereira Marques, fue detenido en la librería en la que trabajaba, Eudaldo Gomes da Silva y Evaldo Luiz Ferreira fueron apresados en sus domicilios. Pauline Reichstul y Soledad Barrett fueron detenidas en la boutique donde trabajaban.

Una testigo presencial, Sonja María Cavalcanti, testificó ante la Comisión y dijo: «Soledad y Pauline estaban en la boutique cuando cinco hombres, diciéndose policías, invadieron el local, golpearon salvajemente a Pauline mientras Soledad, que estaba embarazada, sólo preguntaba insistentemente ¿por qué?»… «después las dos fueron llevadas en dos autos». Cuando le fueron mostradas fotos, la testigo identificó al Cabo Anselmo como uno de aquellos cinco hombres.

…Era la noche de los caimanes…y  Soledad descubrió de golpe que  habia  incubado el huevo de la serpiente, que su pareja y el padre de su futuro hijo era el verdugo que empujó a la muerte a sus compañeros, a ella y a su propio hijo antes de nacer.

 “mi vida entera no alcanza para creer/ que puedan cerrar lo limpio de tu mirada;/ no existe tormenta ni nube de sangre que puedan borrar/ tu clara señal”

Las declaraciones presentadas  en 1995 ante la Comisión  de reconciliación por la abogada Mércia Alburquerque que logró entrar al depósito de cadáveres del cementerio de Santo Amaro son estremecedoras: «Pauline estaba desnuda, tenía una perforación en el hombro y parecía haber sido muy torturada. Jarbas tenía perforaciones en la cabeza y marcas de cuerdas en el cuello. Soledad, también desnuda, tenía a su alrededor mucha sangre y a sus pies un feto».

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