Solicita a gobierno impida rebeldes crucen la frontera

Solicita a gobierno impida rebeldes crucen la frontera

PUERTO PRÍNCIPE.— El presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide dijo en una rueda de prensa que solicitó a las autoridades dominicanas que «impidan que los terroristas crucen la frontera», en referencia a los rebeldes armados que han tomado el control de la mayor parte del norte y este del país, y reafirmó que «aquí queremos la paz».

Aristide advirtió ayer que el conflicto en su país podría afectar de forma directa a la República Dominicana con la que Haití tiene «un matrimonio sin divorcio».

Aristide utilizó esa imagen retórica cuando en rueda de prensa expresó, en español, que «el fuego de la violencia que se extiende aquí va a provocar la marcha de muchos haitianos».

«Somos las dos alas del mismo pájaro», añadió el gobernante haitiano en relación a su país y República Dominicana.

Aristide también se refirió a la zona fronteriza entre Haití y la República Dominicana cuando se le preguntó por el origen del financiamiento a las fuerzas rebeldes de Guy Philippe, ex comisario de policía y jefe del Frente de Resistencia Nacional para la Liberación de Haití (FRNLH), protagonista de la sublevación armada.

Dijo que el financiamiento provenía del mundo de las drogas y señaló que los rebeldes mataron hace tiempo «a 26 personas cerca de la frontera» para poder llevar a cabo su tráfico ilegal.

«Con las drogas se obtiene el dinero y con el dinero las armas», dijo Aristide.

«Queremos democracia, no narcocracia», señaló.

Por su parte, el líder rebelde Philippe ha negado que sus fuerzas estén financiadas por el narcotráfico y en declaraciones a medios de comunicación citó los envíos de dinero por parte de emigrantes haitianos en Estados Unidos y Canadá.

Philippe también dijo que había empresarios del país que estaban financiando sus fuerzas.

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La facilidad con la que cruzaron la frontera entre Haití y República Dominicana los hombres del antiguo paramilitar Louis-Jodel Chamblain y el ex comisario Guy Philippe, alzados contra el régimen del presidente Jean Bertrand Aristide, suscita numerosas interrogantes en Puerto Príncipe.

Fuentes diplomáticas y del sector patronal manifestaron a periodistas de agencias internacionales sus dudas sobre la posibilidad de que el cruce de fronteras haya ocurrido a espaldas de las autoridades dominicanas.

La frontera entre ambos países caribeños, que comparten la isla Española, mide 488 kilómetros de largo y es vigilada por la policía y el ejército dominicanos, que realizan patrullas y controles de ruta en una franja de 30 kilómetros a partir de la línea limítrofe, manifestaron las fuentes.

El hecho de que la frontera haya podido ser cruzada desde comienzos de febrero, cuando empezó la insurrección, por más de un centenar de hombres armados, es particularmente asombroso, agregaron.

Los líderes rebeldes, Chamblain y Philippe, que incluso habían sido detenidos en República Dominicana a fines de 2001, eran objeto de vigilancia regular por parte de los servicios de seguridad de ese país, señalaron asimismo las fuentes.

«Nadie creerá que estos hombres, que estaban súper vigilados por la policía dominicana, hayan podido cruzar la frontera sin que se les diera luz verde», estimó un diplomático que solicitó anonimato.

Sin embargo, el 18 de febrero, el presidente dominicano Hipólito Mejía había afirmado que no era fácil vigilar la zona limítrofe con Haití. «La frontera es muy difícil de controlar», afirmó el mandatario, quien de todos modos aseguró que los insurgentes haitianos no podrían refugiarse en su país.

En Puerto Príncipe, muchos creen que el ejército dominicano dejó pasar a los ex militares haitianos con el aval de Estados Unidos, que mantiene estrechos vínculos con Santo Domingo. República Dominicana fue el único país del Caribe que envió 300 militares a Irak a pedido de Washington.

Uno de los dirigentes de la Plataforma de la sociedad civil y los partidos opositores, el socialista Micha Gaillard, refirió que «la posibilidad de ir y venir a través de la frontera de estos rebeldes» genera interrogantes.

Ya hubo en el pasado regresos similares desde el país vecino que cambiaron el rumbo de la política haitiana, recordó, citando como ejemplo el de Roger Lafontant, ex jefe de los «tontons macoutes», los paramilitares del dictador François Duvalier, en 1990.

En ese entonces, estiman los expertos en ese período, Lafontant no pudo haber cruzado la frontera sin la aprobación del gobierno dominicano y el aval de Washington. Sin embargo, su retorno no tuvo los efectos esperados, y la situación se volvió a favor de Aristide, que llegó triunfalmente al poder.

La posibilidad de un acuerdo entre Washington y Santo Domingo para hacer presión con el ingreso de los paramilitares para que la oposición política y el gobierno lleguen a un acuerdo, fue descartada por un diplomático de alto rango. «Es absolutamente falso», afirmó.

Los insurgentes en Haití controlan desde el domingo la mitad del territorio del país y afirman poseer más de 700 hombres armados, la mayoría ex integrantes del antiguo ejército haitiano disuelto por Aristide en 1995, tras el golpe de estado de 1991 que lo obligó a exiliarse por tres años.

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