Solidaridad humana fluye en el Bajo Yuna

Solidaridad humana fluye en el Bajo Yuna

POR ALTAGRACIA ORTIZ G.
ARENOSO.-
  A pesar del dolor que afecta a los moradores de este y otros municipios de la provincia Duarte, las redes de solidaridad y el amor entre vecinos son una constante que ha ayudado a mitigar el “sabor amargo” que dejaron las tormentas Noel y Olga.

En el municipio de Hostos,  en un patio de una casa, más de 10 hombres y mujeres trabajaban en la preparación de un locrio de pollo para ser distribuido entre los  más de 200 damnificados ubicados en la escuela Weber de esa comunidad.

 Desde  Pimentel se percibe la sensibilidad que ha generado en la población la tragedia del paso de dos tormentas con un mes de diferencia.

La gente lleva ropa, comida, zapatos y medicinas, mientras los médicos hacían esfuerzos por brindar servicios de salud en  los subcentros y  hospitales.

Los sacerdotes de la zona,  trabajadores comunitarios, guardias y policías se han unido a las labores humanitarias.

El centro de acopio, ubicado en Arenoso está vacío y las quejas por la concentración de la ayuda en Santiago también “llueven”.

Sin embargo, la solidaridad humana fluye  a borbotones. La gente aporta lo que puede, pero el temor generalizado es que la carencia agote ese espíritu de compañerismo.

ANIMO EN EL SUELO

Los ánimos del cibaeño, tradicionalmente gente alegre, están evidentemente afectados. El sacerdote Jesús María Martínez, párroco de dos iglesias de la zona, siente el dolor que tiene su grey.

 “La gente está cambiada, su ánimo no es el mismo, pero tengo la esperanza de que la fe que acompaña siempre a los campesinos retoñe”, expresa un cura de diminuta figura, pero que se ha hecho carne junto a sus semenjantes.

En sus contactos permanente con la comunidad la gente le expresa su deseo de salud de la comunidad, pero al mismo tiempo se pregunta, para dónde van.

AGRICULTURA AGONIZA

La devastación a la que las dos tormentas sometieron los municipios más productivos de la provincia Duarte hace que los cultivos languidezcan.

Platanales, cultivos de yuca, de arroz y habichuela están hundidos en las aguas que dejó tras su paso la tormenta Olga.

Los campesinos expresan su esperanza de que el Gobierno a través del Banco Agrícola no les cobre los intereses por los préstamos que tienen para las cosechas que se perdieron.

Para ellos lo mejor sería la condonación de sus deudas, pero expresan su conformidad si no les cobran los intereses.

Tras el paso de la tormenta Noel, el Gobierno quitó los intereses de los prestamos durante seis, pero ahora la esperanza de los campesinos es que se les condone la totalidad de sus deudas.

Agrupados a las orillas de los ríos Camú y Yuna, los campesinos no dejan de hablar de la tragedia que los afecta. Tocan el tema una y otra vez e intentan buscar alternativas a lo que será su futuro inmediato.

En las cercas y empalizadas donde se encuentra el ganado, los animales sufren penurias. Se ven flacos y desmejorados, lamen las hierbas mojadas que sobrevivieron a las dos tormentas.

PROBLEMAS DE SALUD

Aunque epidemiológicamente las enfermedades no  tienen tiempo de haberse desarrollado, sin embargo, las emergencias y consultas de los centros de salud ya han comenzado a recibir personas con infecciones respiratorias agudas.

“El dengue no cesa por esta zona, los mosquitos no nos dejan dormir”, confesó Fremia Torre, en la comunidad  de Arenoso.

Los médicos han comenzado a atender niños con laceraciones en la piel, pequeñas heridas y arañazos. En esos casos, se les aplica vacunas contra la meningococcemia y antibióticos para evitar la contaminación.

Las pocilgas en las que viven los cerdos también se desbordaron, por lo que el lodo y la orina de esos animales está esparcida por el suelo. Esa situación podría incrementar el peligro de brotes de leptospirosis, una enfermedad producida por la orina de ratas, cerdos y otros animales.

Para el obispo Jesús María de Jesús Moya, la situación  refleja la falta de autoridad y la indisciplina del país.

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