Solidaridad y agradecimiento

<STRONG>Solidaridad y agradecimiento</STRONG>

Sandy, el huracán que sin golpear directamente arrolló el territorio nacional obligando a miles de familias a dejar sus casas inundadas, provocó además el aislamiento de  unas 200 comunidades y  daños a redes eléctricas y a la agricultura. La  intensidad del fenómeno dejó además en malas  condiciones a muchas escuelas en cuya reparación deberán invertirse  500 millones de pesos.  Ahora existe la obligación de mitigar las consecuencias. Sin demoras debe emprenderse la rehabilitación de vías y planteles,  tarea que las autoridades podrían acometer  mejor si reciben  una efectiva colaboración de constructores privados. Se trata de un Gobierno indefectiblemente abrumado  por el descomunal déficit  fiscal heredado.

El país vería con buenos ojos que  la presente   administración se apoye  en alguna medida  en la vieja y  fructífera relación establecida por sus antecesores en el mando  con contratistas  de buenos   capitales y  abundantes  recursos. Sector que participó del auge impresionante del uso de varilla y cemento que, al compás  del  interés electoral, caracterizó  la última etapa  del cuatrienio pasado. Las firmas constructoras  favorecidas   por el gasto excesivo deberían echarle una mano al país que  los ha utilizado, y que seguramente los seguirá utilizando, haciéndose cargo, a un ínfimo costo o desinteresadamente,  de una  parte  de las  más urgentes reparaciones de escuelas,  pequeños puentes, badenes y caminos.

El freno ausente en  vías públicas

Casi a diario se publican noticias  sobre  accidentes de tránsito con alto número de víctimas.  Poco sorprende que se diga que  cuatro, ocho o dieciséis personas perdieron la vida un mismo día por esa causa en el  país. País de la más alta peligrosidad vial. Con índices trágicos  en el transporte que superan los de otras naciones de más desarrollo y mayor número de vehículos circulando. Ningún  dominicano puede negar que percibe su discurrir por las vías como sumamente peligroso; por diversas causas… pero sobre todo por el incumplimiento generalizado de las leyes de tránsito. La imprudencia de los  conductores aparece por doquier. Lo que brilla por su ausencia es la sanción condigna.  Violentar las  reglas  de protección al ciudadano que transita no lleva a  contundentes consecuencias para el infractor. No existe efectiva  sanción  disuasoria. Pocos  reciben los  castigos que correspondan a la gravedad de los accidentes causados.

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