Solidez edificios hizo menor la tragedia

Solidez edificios hizo menor la tragedia

SANTIAGO DE CHILE,  CHILE.-   Cuando uno mira la arquitectura en  Chile y observa cuáles fueron los daños que dejó el terremoto de 8.8 en la escala Richter, podemos darnos cuenta de su grandiosidad.

Estamos hablando de un sismo clasificado como  900 veces más  poderoso que el de Haití, y  uno de los más intensos que ha registrado la  historia.

Observar las  imponentes y elegantes edificaciones, de altura impresionante, construidas en rocas, cerca del mar o  bordeando las  grandes montañas que posee la angosta franja chilena, como por coincidencia  los vi,  moverse con gran destreza  y volver al lugar original, -en una noche que jamás olvidaremos Dafne Guzmán, Grisbel Medina, Wendy   y quien escribe- es algo impresionante. Cuando pude  reaccionar, pensé que   las calles estarían llenas de destrucción  y dolor, de modo que cuando salí me quedé  “estupefacta”: en las calles sólo había algunos vidrios y objetos movidos   y uno que otro edificio de construcción  reciente “desboronados”  o simplemente  con  daños menores.  Concepción  y Constitución, hermosas ciudades costeras, fueron destruidas, no por el sismo en sí, sino por el tsunami que ocasionó el movimiento de la tierra. De acuerdo a los especialistas chilenos  y hasta extranjeros, expertos en  temas sísmicos, como Chile es un país donde  hay muchos desastres naturales, a través de los años -y a sabiendas de la situación-, está preparada para afrontar una crisis, en particular un desastre natural.

Si no hubiera existido una  organización estructural antisísmica, regulada mediante  una Ley que data de mucho tiempo atrás, quizás  hoy no estuviéramos  hablando de las  grandes bondades arquitectónicas que posee Chile, a pesar de estar bajo el manto de grandes fallas geológicas.

“Estamos organizados y preparados para afrontar una crisis, en particular un desastre natural; la magnitud de los daños es minoritaria comparado con la magnitud del sismo”,  decían  constantemente los especialistas en los canales chilenos. Y es que las casas y oficinas de los chilenos están diseñadas para soportar los temblores. Sus esqueletos de acero oscilan con las ondas sísmicas en lugar de resistirlas.

En Viña del Mar, los daños estructurales,  no tuvieron un impacto tan grande.  No se puede explicar cómo edificios nuevos, como el Antígona,  hayan quedado tan dañados,  mientras otros no,   como  el que se encuentra en el Cerro Castillo, frente al Reloj de Flores), que tiene  alrededor de 60 años.

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De regreso a casa

Después de permanecer varios días esperando que volvieran a abrir los vuelos comerciales, por fin Copa nos distinguió en la primera salida, y ante un cúmulo de pasajeros, nos dio luz verde… Esa madrugada del sábado, ya en el aeropuerto, antes del abordaje, sentimos un  fuerte temblor que nos dejó sin respiración, no por miedo, sino por el temor de que el imponente avión no saliera.

 Nos  invitaron a abordar y allí el piloto dijo bromeando: “Por poco nos  quedamos, fue un terremoto de 6.1”…Ahí terminó la pesadilla, el último regalo chileno.

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