Sólo en un país como éste

Sólo en un país como éste

Para justificar el ya anunciado intento de parche fiscal, el gobierno dice que al presente mes tiene un déficit, dejado por la anterior administración del presidente Fernández, que ronda los 160 mil millones de pesos; el anuncio lo hace quien fuera su ministro de Economía. Al tiempo que ese ministro hacía pública esa catástrofe económica, también debió presentar su renuncia, como hubiese ocurrido en cualquier país con un mínimo de institucionalización y de decoro en el manejo de la cosa pública.

Sólo en un país como éste, el segundo más corrupto del mundo, se instala un gobierno y designa un equipo económico permisivo con el saqueo de los dineros públicos, salvo honrosas excepciones, algunos de ellos pensionados con decenas de millones de pesos, horas antes de terminar el anterior gobierno  y  devengando ahora  sueldos escandalosos. Es a ese equipo, sin legitimidad ni  moral alguna, entre los que se cuentan ex convictos, a quienes quiere el presidente Medina que le demos nuestro dinero, mediante impuestos, para que lo administren.  

Ahora se anuncia que la economía del país está en bancarrota, a pesar de que en la campaña electoral, el presidente Medina decía que “nunca se había creado tanta riqueza como en el gobierno de Fernández”, nadie en su sano juicio podría pensar que él desconocía la realidad económica y financiera de la nación. Ciertamente, nunca se había creado tanta riqueza para ser usada como recurso de campaña y para enriquecer a casi la totalidad del comité político y allegados del partido de gobierno, con la complicidad activa o pasiva de Medina.

El dinero como forma de riqueza no desaparece, adquiere otra forma de existencia,  por lo cual el  presidente debe explicarle al país dónde ha ido a parar ese dinero que forma parte del déficit anunciado. En algún banco, nacional o extranjero debe estar, a nombre de alguien debe estar, en algunas empresas financieras, hipotecarias o productivas pudiera estar, no identificar el sitio donde se encuentra ese bien sería una irresponsabilidad del gobierno y más aún, de la población si no exige que aparezca y si acepta financiar la orgía de poder que produjo  el  déficit.

Es posible que una reducción del gasto público sea insuficiente para cubrir el déficit, como dicen los economistas del gobierno; que sólo con esa reducción los números no cuadran para tapar el hoyo fiscal. El problema es que no es con números que se va a convencer a la gente sobre la necesidad de financiar el déficit, sino con señales concretas de que el gobierno tiene la voluntad de limitar el gasto, de identificar dónde está y quienes tienen el dinero robado a las arcas del Estado, penalizando a parte de los responsables de que se produjera ese latrocinio, no premiándolos con jugosos sueldos, además de las escandalosas pensiones de que disfrutan.

El “trago amargo que nos propone el presidente, preparado por su impresentable equipo económico es inaceptable. La respuesta no puede ser otra que el rechazo con propuestas a ese despropósito, mediante acciones de protestas de los diversos sectores que serán afectados por el parche y sin estériles vanguardismos. Como se haría en cualquier otro país.

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