Solo la democracia y los partidos salvan la democracia

Solo la democracia y los partidos salvan la democracia

Años atrás, el movimiento sindical cristiano en su lucha reivindicativa lanzó la consigna: Solo el Pueblo salva el Pueblo. Hoy día, cuando los partidos políticos sin excepción, de centro, derecha o izquierda, incluyendo sectores de la sociedad civil, iglesias, empresarios, etc., hablan de la necesidad de una ley que regule los partidos, así como el régimen electoral, deberíamos lanzar la consigna: Solo la Democracia y los Partidos Salvan la Democracia y los Partidos.
Todos dicen que hay necesidad de una ley de partidos, pero no se han puesto de acuerdo. Lo que sin lugar a dudas indica que cada sector tiene puntos de vistas y objetivos diferentes.
Pero como existe una coyuntura especial en que casi todos entienden que los partidos deben encauzarse por un sendero de limitaciones, porque de eso se trata. De establecer códigos que los reglamenten en todos los sentidos, hay que tomar en cuenta entre otros aspectos: sus padrones, el tranfuguismo, y en especial, su democracia interna.
No se puede hablar de democracia, si los principales pilares del sistema que son los partidos, no encauzan su accionar con metodologías y prácticas evidentemente democráticas. Porque si no la hay en los organismos que sustentan el sistema, no se le puede exigir al sistema que sea verdadera y absolutamente democrático.
Los partidos tienen que autoconvencerse de que la democracia es de doble vía. Comprender que lo que hagan internamente y los métodos que utilicen para si mismos, va a repercutir en todo lo que salga de sus organizaciones.
Previo al proceso electoral recién finalizado, advertí en varios artículos, en este mismo espacio, que la elección de candidatos partidarios por vías no democráticas, donde sus bases no tuvieran la oportunidad de expresarse a favor de sus posibles representantes en los diferentes niveles, les crearía problemas.
Por eso, tienen que abocarse a revisar cuidadosamente el proyecto de ley que se vaya a someter para fines de aprobación, a fin de que se les garantice a los miembros de dichos partidos y a la sociedad entera, la escogencia de sus directivas y sus futuros candidatos mediante métodos absolutamente democráticos. Donde sus miembros se expresen libremente. De lo contrario, correrán el riesgo de que los métodos antidemocráticos hagan sucumbir el partidismo dominicano. También deben evitar que los “no partidarios” quieran imponerle sus directrices.
Si se propugna por una ley de respeto, tiene que establecerse claramente que no serán válidas las designaciones de dirigencias ni de candidaturas, a menos que se realicen mediante la elección por vía del voto libre ejercido por los miembros de los mismos. Pero también hay que ponerle coto a los brincos y saltos. A las malas conductas. A las trapisondas.
Ahora bien, si lo que algunos pretenden es, manipular desde fuera a los partidos, o una ley ecléctica y antojadiza, donde cada uno pueda tener libre accionar, aceptando tránsfugas, sin padrones claros y sin respetar el voto de sus mayorías, que lo hagan público. Que no les dé vergüenza. Además, nos ahorraríamos una nueva ley, porque todo continuaría igual.

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