Un partido político es una comunidad de intereses que persigue el mismo fin, por eso se conforma para crear y fomentar la democracia, perseguir y practicar la libertad, construir el Estado de derecho, demandar una administración de la ley decente, profesional, donde sólo el equilibrio cree la plataforma para que haya justicia.
Un partido político es, pues, una organización voluntaria, libre, individual, donde cada cual cede parte de sus derechos para conformar un espacio donde la suma de los derechos de todos consolide una fuerza que tenga peso en la opinión pública.
Un partido político es la suma de voluntades que se acogen a una idea, a un programa, a una propuesta que satisface las aspiraciones de las individualidades que se suman al ejercicio de sus directrices, de sus acuerdos, de su visión, fruto de un análisis de la realidad en que se desenvuelve la sociedad en un momento dado y para el futuro mediato e inmediato.
De ahí que el viejo refrán: “la unión hace la fuerza” es la primera divisa que debe defender cada miembro, cada militante, cada dirigente.
El ejercicio de la política es la suma de los intereses, los deseos, las aspiraciones de cada uno de sus miembros y del conjunto de la militancia.
Un partido político debe tener clara la meta que se logra al subir las escaleras hacia el triunfo con todo lo que conlleva, trabajo incansable bien repartido, objetivos conocidos claros por todos, bien definidos, que permitan a todos saber qué terreno pisan, porqué lo pisan y para qué transitan en esa dirección.
Para lograr el triunfo, pues, se requiere de un pensamiento al que siga una acción en la cual todos estén de acuerdo en halar la carreta en la misma dirección para que todos, sin excepción se sientan y estén comprometidos con trabajar para lograr la victoria. Dado el difícil tránsito que ha forzado y permitido el parto con fórceps del Partido Revolucionario Moderno, es preciso hilar muy fino para aunar las voluntades dispersas, las legítimas ambiciones de millares de perremeístas que actúan de manera triunfalista como si hubiesen logrado una victoria que, necesariamente pasa por la unidad.
El diccionario de la Academia de la Lengua define la palabra “integrar”, como: “constituir las partes un todo. Completar un todo con las partes que faltaban. Incorporarse, unirse a un grupo para formar parte de él”.
Ahora estamos en el momento más delicado, más espinoso: lograr que se imponga la cordura frente a las ambiciones desmedidas, seleccionar los mejores como candidatos a los más de cuatro mil puestos electivos.
La verdad es dura de aceptar y muchas veces se impone a las ambiciones personales.
Sólo la unidad y el trabajo de todos pueden producir el triunfo.