Solo persiguen sus propios intereses

Solo persiguen sus propios intereses

Cuando calificamos la conducta de una persona como malagradecida, nos referimos a aquella que no es capaz de reconocer ningún valor al esfuerzo o trabajo de otros (padres, allegados o el mismo Estado). Y yo no sé si ustedes lo han notado (aunque seguro que sí), pero en esta sociedad actual, acelerada y egocéntrica, pocas personas se toman el tiempo para decir “gracias” o mostrar reconocimiento. Aunque en un mundo donde cada vez nos apartamos más de la moralidad bíblica, no es sorprendente ver que las expresiones de agradecimiento disminuyan.
Me llama sobremanera la atención, de que “en recientes investigaciones basadas en grabaciones de más de 1,000 conversaciones en ocho idiomas diferentes, se reveló que muy pocas personas expresan agradecimiento cuando otros les ayudan. “Aunque el idioma inglés surgió como un caso atípico en el estudio, con la palabra “gracias” utilizada más que en cualquier otro idioma, esta expresión o expresiones similares se observaron solo en un 14.5% de las conversaciones grabadas” (The Guardian, 22 de mayo de 2018). Sin embargo, los científicos no vinculan esta falta de agradecimiento con el aumento de la rudeza, sino con que las personas simplemente asumen que los demás cooperarán con ellos.
A estos malagradecidos, se les conoce como personas tóxicas, malhumoradas, que viven insatisfechas con el mundo que la rodea. Y es que este tipo de persona vive tan pendiente de sí misma, que no logra ver lo bueno en los demás. Por esa razón jamás le dará el crédito a otra persona, mucho menos las gracias. Tristemente, el desagradecimiento es tan común hoy día, que los índices de divorcio y de familias enteras divididas han aumentado de forma exuberante. Y más lamentable aún, es notar que las nuevas generaciones sean las más desagradecidas.
Es común ver en ellos, una personalidad maleducada y descortés, en la que reine la condescendencia con sus gustos y caprichos, porque sienten que los demás les deben favores y nunca les satisfacen y ni agradecen nada de lo que se les da. Estas personas pueden haber tenido una infancia con falta de límites, incluso pueden haber sido tratados como “reyes” y no han conocido el valor de las cosas, sino su precio, y por ello no saben valorar lo que significa conseguir algo.
Realmente se trata de personas inmediatistas, que, al equivocarse, están a la espera de que dejemos todo lo que estemos realizando y vayamos corriendo para salvarlo en ese preciso momento. Por esta razón, es que también se les puede considerar como vampiros emocionales, ya que solo persiguen sus propios intereses, incluso a costa del bienestar de otras personas. Pero esas personas desagradecidas o malagradecidas se van convirtiendo muy lentamente en personas ingratas e infelices.

En la sociedad humana el agradecimiento debería ser un valor. Tengamos en cuenta que solo puede cambiar la cultura del malagradecido, quien los crea: los padres, la familia, la comunidad y el propio Estado. Y esto solo lo pueden hacer rompiendo con la compensación de afecto y dando el verdadero tiempo de calidad y cariño, haciendo presencia y estableciendo valores que propicien y estimulen el trabajo productivo y socialista. La gratitud es un atributo de Dios que los cristianos debemos expresar, así que recordemos siempre que toda relación construida sobre el agradecimiento y la reciprocidad son fecundas y fuertes.

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