Como seres humanos, con grandes presiones diarias, agobios y hasta angustias por esos sueños por los cuales luchamos, solemos caer en la tentación de contarle a los demás de nuestros proyectos y sus respectivas metas, a veces es tan solo con la doble intención de obtener una opinión o una palmadita de aprobación; para mostrarle al mundo que vamos para adelante, cimentando las bases para nuestro futuro. Pero el tiempo me ha dado varias lecciones, y una de las principales es no contar tus planes, por más certeros que te parezcan y por mucho que anheles difundirlos. He aprendido por qué no confiar tus cosas a los seres humanos, para algunos puede sonar feo, frio, calculador, egoísta, supersticioso, etc. etc. etc. Pero, lamentablemente es así, y hasta la Biblia te lo dice en Eclesiástico 37. Claro, dentro de los seres humanos puedes encontrar con quien o quienes contar, pero para ello ya no solo necesitaríamos que ese alguien nos ame verdaderamente, sino también, que sea capaz de ser objetivo y pueda escucharnos sin juzgarnos o sin tener sentimientos adversos a sus intereses… o bienestar.
Yo diría que una de las razones elementales por la cual no debemos contarle algo a alguien, objetivamente desde nuestro raciocinio, es: porque las cosas de la manera como tu las ves e interpretas, seguramente no son vistas e interpretadas de la misma manera por el otro. Puro y simple, porque mientras uno habla, el otro escucha, pero su mente también trabaja, entonces saca conclusiones, hace apreciaciones y ahí está su propia opinión o entendimiento de las cosas; y sin duda alguna así mismo, irá y la compartirá con otro, que también, sin una mala intensión, simplemente llevado por su percepción hará un juicio de valor, y hasta lo compartirá, ¿por qué no…?
Me tropecé con esto: “¿Alguna vez te has preguntado por qué tus metas no se cumplen, qué afecta el camino entre tener una idea exitosa y poder realizarla? Seguramente tu respuesta sería: estoy haciendo algo mal en el proceso, mi idea está mal aterrizada, no tengo el sustento financiero necesario, mi idea carece de innovación; entre muchas otras respuestas posibles. Pero, qué pensarías si la respuesta fuera: estás hablando de más sobre tus proyectos y metas”.
Resulta, que esto no son palabrerías al viento ni ninguna loquera de unos cuantos… Diferentes pruebas psicológicas han demostrado que contarle a los demás nuestras metas, hace que sea menos probable que las alcancemos. Un estudio realizado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Nueva York, asegura que decir o hablar sobre los planes y metas que se tienen proyectados, incrementan la posibilidad de que estos no se cumplan. ¿Cómo? Sí, todo está en tu cabeza. En el momento en que compartes con los demás la idea de llevar a cabo tus proyectos y metas personales, tu cerebro crea una ilusión de éxito, lo que produce una satisfacción suficiente como para perder la motivación de tus planes, ésta es una de las teorías.
De acuerdo con esta teoría, hablar de nuestras metas y de cómo vamos a llegar a ellas nos puede hacer sentir más inseguros y más lejos del camino, por lo tanto, la motivación disminuye y las posibilidades de alcanzarla son menores.
En conclusión, creas o no en la palabra de Dios, la realidad es que tenemos 2 alternativas, no decir nada y dejar los cumplidos para cuando la meta sea alcanzada, o decir lo que queremos y perder la motivación necesaria para conseguirla. Recuerda: quién no se arriesga, no cruza el río. Tus anhelos sólo te incumben a ti!