Solo un milagro político salva al PRD y a Mejía

Solo un milagro político salva al PRD y a Mejía

Los resultados de la encuesta de la firma norteamericana Penn, Schoen & Berland publicados esta semana deben ser tomados en serio, especialmente por el presidente Hipólito Mejía y su grupo político aferrados a la posibilidad de que se produzca un milagro que en los próximos tres meses les permita recuperar la popularidad perdida.

Si se revisan las encuestas publicadas tras las elecciones congresionales y municipales del 2002, se puede comprobar una caída persistente en las preferencias por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el presidente Mejía, y ya en marzo y julio del año pasado las investigaciones de Gallup los habían relegado al tercer lugar.

Sorprendente hubiese sido un resultado auspicioso para la reelección, en medio de uno de los peores deterioros económicos y del sistema energético, con escasez de combustibles y una profunda como escandalosa división del partido de gobierno generadores de un disgusto tan amplio que se percibe en todos los sectores.

[b]NA TENDENCIA SOSTENIDA[/b]

La revisión de las encuestas publicadas después de los comicios del 2002 marcan una tendencia sostenida a la caída de la popularidad del PRD y del presidente Mejía, aún cuando la crisis económica no había alcanzado las dimensiones de los últimos meses.

Las investigaciones del mercado electoral de las tres firmas reconocidas y de tradición en el país, Hamilton, Penn y Gallup han coincidido en presentar al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y su candidato presidencial Leonel Fernández en un primer lugar. Las dos últimas han relegado al PRD y Mejía al tercer lugar.

La sorprendente fue la de Penn & Schoen de septiembre del 2002, publicada por El Caribe apenas cuatro meses después de la última barrida electoral del PRD, pero cuando ya había comenzado la devaluación y el deterioro del servicio energético. En esa ocasión el PLD apareció con 33 por ciento de las preferencias y el PRD 28.

Pero ese resultado fue ratificado por la encuesta de Hamilton & Beattie para HOY

en febrero del 2003 que le otorgó al PLD el 34 por ciento y 29 al PRD. Ya en marzo del año pasado la encuesta de Gallup para Omnimedia dejaba a Mejía en tercer lugar. Fernández registraba un 33.5 por ciento y Eduardo Estrella 12.5. Individualmente Mejía aparecía con 6.8 por ciento, hasta por debajo de Jacinto Peynado que conseguía el 8.8 por ciento.

En julio del 2003 Leonel Fernández apareció por primera vez en perspectiva de ganar en la primera vuelta. Gallup le otorgó entonces el 51.2 por ciento, con un crecimiento de 17.7 por ciento en solo 4 meses, mientras el presidente Mejía recuperaba apenas 2 puntos en relación a la de marzo de la misma firma.

En la de julio para Omnimedia el 76.9 por ciento de los encuestados consideró que el presidente Mejía no tenía ninguna posibilidad de ganar los comicios del 2004 y el 81 por ciento consideró que no debería mantener su precandidatura.

La tendencia siguió acentuándose en septiembre pasado cuando la Penn, Schoen & Berland registró un 58 por ciento de intención de votos para Leonel Fernández y apenas un 20 por ciento para Mejía. Eduardo Estrella apareció en tercer lugar con 14 por ciento.

A la luz del agravamiento de la crisis económica en los últimos 5 meses, no puede sorprender el resultado de la encuesta de Penn publicados esta semana, que arroja 65 por ciento para Fernández, 16 para Estrella y 13 para Mejía.

[b]UNA FIRMA BIEN ACREDITADA[/b]

La Penn & Schoen fue la primera firma que se acreditó en el país en materia de encuestas sobre preferencias electorales, cuando fue contratada en 1981 por el grupo Avanzada Electoral que promovía la candidatura del doctor Salvador Jorge Blanco. Desde entonces su vínculo en el país es el historiador y economista Bernardo Vega.

Posteriormente sus investigaciones fueron publicadas por el diario El Siglo, hasta la campaña del 2000. En 1996 trabajó por encargo del PLD. Entre el 2001 y 2003 fue asumida por el diario El Caribe.

En todos los casos, sus resultados han sido coherentes con los registros oficiales de las elecciones. En octubre de 1999, la Penn otorgaba el 51 por ciento al candidato perredeísta Hipólito Mejía, 26 a Danilo Medina del PLD y 20 al doctor Joaquín Balaguer. En febrero del 2000 Mejía 50 por ciento, Medina 27 y Balaguer 20. En marzo Mejía 47, y Medina 23, y en abril del 2000, marcó 46 por ciento para el candidato del PRD y 25 para el del PLD.

La “gran encuesta” de mayo del 2000 arrojó 49.9 para Hipólito Mejía, mientras Danilo Medina y Balaguer quedaban casi empatados alrededor del 24 por ciento. Bernardo Vega, contratante de la Penn, fue embajador en Washington del gobierno del PLD hasta bien avanzado el 1999.

Pero además, esa firma norteamericana ha realizado encuestas para presidentes y para candidatos presidenciales de Estados Unidos y numerosos países. No se advierte ninguna razón para que abandone ahora su profesionalidad. Y a la luz de lo que predomina en la opinión pública tampoco parece necesario que se manipule una investigación del mercado electoral.

Desde luego la tradición es que quienes no aparecen bien en las encuestas le resten credibilidad. Fue el PLD quien acuñó la frase de que la “gran encuesta” son las elecciones, lo que recogió el presidente Mejía esta semana, cuando remitió a los reporteros a la votación de mayo próximo.

[b]FACTORES A LA VISTA DE TODOS[/b]

Independientemente del nivel de responsabilidad que toque al presidente Mejía, los factores desencadenantes de la tendencia que marcan las encuestas están a la vista de todo el que tiene ojos para ver y oídos para escuchar. Es la devaluación del 200 por ciento en los últimos 17 meses, con la inflación que en ese período pasa del 50 por ciento y que ha llevado la gasolina a más de 100 pesos el galón y el arroz sobre 20 pesos la libra, para señalar dos artículos básicos.

La última encuesta fue realizada entre el 21 y el 24 de enero pasado, cuando el dólar se cotizaba en 55 pesos, comenzaba un desabastecimiento de combustibles y el arroz pasaba de 20 pesos la libra. El país ya soportaba apagones de entre 12 y 24 horas por día. El desayuno escolar se ofrecía a medias, los autobuses públicos estaban casi todos paralizados por falta de combustibles, los hospitales en crisis, los maestros jubilados con retrasos en sus sueldos y los 300 pesos que se otorgaban a las madres más pobres suspendidos desde septiembre pasado.

Es rigurosamente cierto que una parte considerable del deterioro fue desencadenado por la gestión anterior, la quiebra de tres bancos, por el encarecimiento del petróleo en los últimos 4 años, recesión internacional que produjo la reducción del turismo y las zonas francas entre 2001 y 2002. Pero una proporción importante corresponde a la política económica del gobierno, y al hecho de que puso hasta a los más pobres a pagar los depósitos multimillonarios que había en los bancos colapsados.

Al presidente Mejía se le atribuye injustamente toda la responsabilidad de la crisis, pero lo mismo hubiese ocurrido a cualquiera que presidiera la nación en una circunstancia similar y en cualquier país. Probablemente nadie buscaría una reelección en un escenario semejante. Y ese afán, contradiciendo la palabra empeñada, ha sido otro factor desencadenante del rechazo que se siente en cualquier sector.

Por demás, el mandatario se ha empeñado en pelearse a diestra y siniestra, con un lenguaje inadecuado para todo el que disiente, sea del empresariado, las iglesias, la sociedad civil, los medios de comunicación, los partidos políticos y hasta su propio PRD. El resultado cosechado era y fue previsible.

Que hayan sido Leonel Fernández y el PLD los beneficiados del descalabro perredeísta es comprensible a la luz de la crisis que también ha sacudido al PRD y al Partido Reformista Social Cristiano. Sobre todo cuando el desorden perredeísta hace añorar la disciplina y el orden peledeísta. Con una carga tan subjetiva que muchos ya no recuerdan las razones por las que el partido morado perdió de calle las tres últimas elecciones, especialmente las últimas presidenciales.

[b]TRES MESES PARA UN MILAGRO[/b]

Muerto esta semana el proyecto de ley de lemas, el presidente Hipólito Mejía queda definitivamente como candidato presidencial del PRD, habiendo vencido a sus contrincantes internos. Pero hoy estamos justamente a tres meses del final de la campaña electoral, muy poco tiempo para revertir significativamente los factores que han desencadenado la caída de las simpatías por el perredeísmo y el aspirante a la reelección.

Son válidas las expectativas de que el acuerdo con el FMI por lo menos contenga el deterioro y produzca una relativa recuperación del valor del peso, que a su vez genere alguna revocación de la inflación acumulada en los últimos meses. Pero tendría que producirse un milagro para que la población sienta un alivio significativo. Ni los más optimistas analistas económicos, ni los técnicos del FMI esperan una recuperación reivindicativa ni siquiera en todo el año.

El acuerdo con el FMI ata al gobierno en materia del gasto público, que de ser desbordado no solo podría implicar su suspensión, con nuevos agravantes, sino que seguiría alentando la devaluación e inflación.

Por demás, el primer milagro que tiene que producirse para mejorar las perspectivas electorales de Mejía, es la recomposición de las fuerzas internas en el PRD, algo que tomará tiempo, sobre todo tras la muerte del proyecto de ley de lemas que deja golpeados a los contrincantes internos, algunos de los cuales no están en ánimo de transigir.

El presidente y su grupo demostraron sagacidad y agallas en el último tramo de la lucha interna, dejando con la carabina al hombro a los 6 competidores. Pero en términos y circunstancias que hacen muy difícil la reconciliación. Todavía falta mucho por verse en la desgarradora lucha que consumió al PRD en los últimos 11 meses, y que es responsable también de los resultados que arrojan las encuestas y la opinión pública.-

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