Solo un padre para esta patria 

Solo un padre para esta patria <BR>

NAVEGANTE DE SUEÑOS

Duarte, eres héroe, navegante de sueños,
Honra y orgullo de nuestra nación:
con tu sangre pintaste el lienzo de la patria,
anhelo oprimido que buscaba esperanza.
Fuiste canto en el silencio de la noche,
fuego en el frío de nuestra necesidad,
ímpetu en la pasiva espera,
rayo y trueno, centella que asedia.
Con tu verbo ahuyentaste los temores mundanos,
promoviste en las masas complicidad y devoción;
Orquestaste la revuelta que estremeció los campos,
Liberaste a Quisqueya con himnos y disparos.
Mas la guerra no pudo manchar tus creencias,
Tu cuerpo era templo de culto al Creador;
Tu pensamiento perfume que perfumaba las sendas,
Tu empeño ejemplo de abnegación y entrega.
Por ello has sido y eres memoria,
Del ideal que redime al Estado y su honor,
la verdad que resalta entre las duras horas,
que nos llama a todos a entonar tu canción:
navegantes de sueños hemos de ser ahora,
hasta arribar al puerto de nuestra elección.

Cristian Román M.

Inicio esta columna con un poema escrito por  un joven soñador universitario, miembro activo del Club de Poesía de la PUCMM.  Lo escribió para una actividad que organizaron los jóvenes del  Club de Ideas Políticas y del Comité de Derecho para conversar sobre los valores defendidos por Duarte durante su lucha política. Me invitaron a conversar con ellos, como expliqué en el Encuentro de la semana pasada. El acto contaba de dos partes. La primera era la lectura de dos poemas autoría de los propios jóvenes organizadores: una de Jeremy Jiménez, que engalanó el Encuentro de la semana pasada,  y la otra, la de Cristian Román, del Club de Poesía,  que engalana el de esta semana.

Durante la conversación con el centenar de jóvenes que fue a la actividad tuve que hacer un esfuerzo grande para responder a todas sus inquietudes.  Algunas preguntas fueron sobre aspectos puntuales de la vida del Patricio. Pero otras fueron de contenido. Me preguntaron, por ejemplo, porqué en nuestro país existían tres padres de la patria; sobre todo, porque dos de ellos, Mella y Sánchez, se habían aliado a los sectores conservadores. El primero se alió a Santana y fue el responsable de la Comisión de alto nivel que fue a Europa a negociar ya sea la anexión o el reconocimiento. El otro, apoyó a Báez en un momento de su vida, pero se inmoló y limpió su nombre con su fusilamiento en El Cercado.  Otras preguntas versaron sobre el pensamiento de Duarte.  Al finalizar salí contenta y esperanzada.  A pesar de que existe una gran parte de la juventud que no tiene compromiso con el futuro de su patria, hay unos, muy pocos tal vez, que desean sinceramente contribuir en la transformación de su herencia.  Llenos de inquietudes y sueños, intentan comprometerse creando espacios de participación.

En el camino a la casa me quedé pensando sobre la trilogía patriótica.  ¿Debemos tener tres padres de la patria? ¿Cuáles son los criterios para designar a una persona como padre de la patria? La designación de la trilogía patriótica data del siglo XIX, específicamente durante la dictadura de Ulises Heureaux, Lilís, quien en una ocurrencia muy típica suya, le dijo a uno de sus colaboradores que le inquirió sobre su decisión: “No muevas mucho el altar, que pueden caerse los santos”.  Era su manera de no indagar demasiado sobre las vidas de los héroes designados como padres.

A mediados del siglo XX hubo en el país grandes polémicas entre los defensores de Sánchez y los de Mella.  Unos y otros se atacaban duramente.  Recuerdo en mis inicios como columnista que el amigo Enriquillo Sánchez me dedicó un artículo cariñoso y duro contra mi posición crítica hacia la trilogía patriótica.  Quizás envuelta en los avatares de la vida, dejé pasar el tiempo sobre mi cuestionamiento hacia la trilogía patriótica.  Recuerdo una vez que mi buen amigo sacerdote Antonio, Tom, Lluberes, me decía que las sociedades necesitaban referentes y que a veces era preferible dejar algunos símbolos intactos.

Sin embargo, las preguntas críticas de los jóvenes y la celebración del bicentenario del nacimiento de Juan Pablo Duarte han traído de nuevo mis viejas inquietudes y preocupaciones. Creo en justicia que EL PADRE DE LA PATRIA es sin lugar a dudas Juan Pablo Duarte.  Este hombre entregó su vida, sus bienes, su juventud a la causa de una nación libre, independiente y soberana que se llamaría, y hoy llamamos con orgullo, República Dominicana.  Su trayectoria política fue limpia y honesta.

Influenciado por el pensamiento liberal y romántico del siglo XIX que lo vio nacer, Juan Pablo Duarte se nutrió de las ideas de libertad.  Asumió el sentimiento de Patria como una guía para su vida. Influenciado, quizás, por el pensador francés Fustel de Coulanges, quien afirmaba con convencimiento que patria es aquello que se ama. Duarte amó profundamente la tierra que lo vio nacer, y se forjó el sueño de hacerla libre e independiente de toda potencia extranjera. Fue coherente. Pero sobre todo, es el representante del ejercicio político limpio y ético.  Hizo de su accionar político un himno al thymos socrático, es decir, un canto a la acción política pura.

Su estatura moral no necesita compañía, y mucho menos con dos seres que no supieron defender con firmeza los ideales de los trinitarios.  Estos hombres, Mella y Sánchez, envueltos por el calor  de los vaivenes políticos, hicieron alianzas y se doblegaron, escondieron y pisotearon principios e ideales.

Juan Pablo Duarte debe ser EL PADRE DE LA PATRIA.  Debe ser el inspirador para motorizar nuevos cambios y forjar nuevos ideales.  Debe ser el referente para seguir luchando por una democracia inclusiva, no excluyente;  por una democracia garante de las leyes; pero ante todo, el referente para medir la estatura moral y ética de los hombres y mujeres que asumieron la actividad política como su modo de vida.

Juan Pablo, Juan pueblo, Juan hombre, Juan inmortalizado por la historia sin manchas, Juan dolido y frustrado al ver que la República que forjó se desvanecía por los rencores y las ambiciones de los grupos.  Juan el paradigma de la acción política basada en ideales y no doblegada ni marcada por los intereses de dinero y poder.  Juan Pablo Duarte el verdadero y único Padre de la Patria.

Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin Honor.

Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos.

Hay palabras que por las ideas que revelan llaman nuestra atención y atraen nuestras simpatías hacia los seres que las pronuncian. Juan Pablo Duarte

 mu-kiensang@hotmail.com

mu-kiensang@pucmm.edu.do

@MuKienAdriana

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