¿Solo un pecado capital?

¿Solo un pecado capital?

Si nos preguntan qué es la gula, yo estoy segura que todos contestan que es un pecado capital que consiste en el vicio del deseo desordenado por el placer conectado con la comida o con la bebida, el glotón continúa ingiriendo alimentos sin sentir hambre, es por esto que para la religión cristiana, una persona que se deja llevar por sus ansias de comer y/o beber más de lo que su cuerpo necesita, está cometiendo un pecado capital.
Pero si nos vamos más allá del enfoque religioso, la gula es asociada social y psicológicamente a la teoría de las adicciones, entendiendo como adicción a esa enfermedad crónica y recurrente del cerebro que se caracteriza por una búsqueda patológica de la recompensa y/o alivio a través del uso de una sustancia u otras conductas. Esto implica una incapacidad de controlar la conducta, dificultad para la abstinencia permanente, deseo imperioso de consumo, disminución del reconocimiento de los problemas significativos causados por la propia conducta y en las relaciones interpersonales así como una respuesta emocional disfuncional.
Ahora bien, es necesario aclarar que más allá de una interpretación estricta (exceso en el comer o beber), no incurre en gula quien come mucho por una necesidad o quien disfruta mucho de la comida, ni tampoco consiste en una prohibición de disfrutar con la comida, como lo hacemos cuando luego de dar gracias a Dios por los alimentos recibidos, los degustamos con placer.
Por fortuna, ya son muchas las voces que se escuchan para rehabilitar la gula y el placer de comer comida sabrosa con calma y sin culpa. En virtud, de que la educación sensorial para comer de forma intuitiva tiene como objetivo volver a aprender cómo comer naturalmente con el placer que conlleva, para saborear y para aprender a decir basta, puesto que mayormente la gula está estrechamente relacionada con la moderación, como arte delicado que invita a tener diversión y respeto de la necesidad de alimentarse, para lograr erradicar esas prácticas que resultan nocivas para la disciplina en el hábito de comer y para el organismo.

Es importante que tengamos en cuenta, que si alimentamos y dejamos albergar a sus anchas al monstruo de la gula, cada vez que tomemos un alimento parte de la energía vital que este debería aportarnos y parte de la energía que tenemos en nuestro organismo es absorbida por él, por el monstruo de la gula que llevamos en nuestro interior. Y esta viene siendo una de las razones por la que después de ingerir ávidamente una comida nos sentimos tan agotados que necesitamos dormir o reponernos mediante estimulantes como el café, el té o el tabaco.

No deja de ser cierto que a veces, la gula viene acompañada o sugerida o inducida o causada por complejos de inferioridad, por desordenes de tipo psicológico o social, por angustias o penas debido a problemas sociales o laborales, por traumas o heridas producidas en la infancia o en la primera juventud, por la enorme presión que provoca la sociedad, la moda, el ambiente social, etc. Pero es fácil entender que una demasía en la comida como es el caso que analizamos o en la bebida, tiene consecuencias en la salud propia, en la vida familiar, en accidentes sanitarios o enfermedades biológicas, etc. Así que eduquémonos en aprender a reconocer nuestros límites.

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