“Nada es más simple que la grandeza,
de hecho, ser simple es ser grande”.
Ralph Waldo Emerson
Durante muchos años la relación que tuve con la prosperidad fue desde la desconfianza. Creía que la prosperidad se relacionaba con lo que percibía mediante mi esfuerzo. Toda la información que llega por vía de los sentidos se relaciona con un sistema de pensamiento dual: salud/enfermedad, bueno/malo, rico/pobre, feo/bello, pequeño/grande, odio/amor, escasez/abundancia, etc.
El 22 de septiembre inició el período del otoño. Las estaciones son ayudas brindadas por la naturaleza para que podamos comprender -de un modo profundo- lo que nos enseña el primer principio de la termodinámica: “la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma”.
Primavera, verano, otoño e invierno, son formas naturales de ponernos en contacto con las grandes lecciones de la vida: lo que nace, lo que madura, lo que envejece y lo que muere. El poeta argentino Leopoldo Lugones dice: “No temas al otoño, si ha venido. Aunque caiga la flor, queda la rama. La rama queda para hacer el nido”.
El otoño es un tiempo para transformarnos, cambiar, soltar, dejar ir, desprendernos de lo que nos limita para ir hacia lo que sigue, y confiar en que nada se pierde, todo se renueva. La naturaleza nos muestra que es necesario despedir aquello que estamos utilizando para no disfrutar el nivel de prosperidad que merecemos.
¿Recuerdas lo que te propusiste a principios de año? El 2020 ha sido llamado el año de la creación consciente. ¿De qué se trata esto? De vivir de adentro hacia fuera, sin caer en la seducción de tomar como real lo que perciben nuestros sentidos. Sostener la alegría, más allá de las llamadas de atención que nos hace la covidianidad, es el camino para crear en el último trimestre del año realidades vibracionalmente homólogas.
Tener visiones alineadas con la naturaleza de Dios en nosotros es una de las mejores formas de manifestar la realidad que trae contento al alma. Cuando somos capaces de soltar, mandamos al Universo una señal clara de que estamos listos para lo siguiente. Cuando estamos en armonía con lo que es, el otoño es una época de inspiración y un tiempo en el que el alma celebra sus frutos. Es también conocido como festividad de Mabon, fiesta de la cosecha, día del banquete, fiesta de la vendimia y fiesta de Avalon.
Cuando estaba en la escuela primaria, las asociaciones de ahorros entregaban latas para que las utilizáramos como alcancías. Al devolverlas llenas, el banco triplicaba el déposito. El Universo funciona del mismo modo. Todo lo que entregamos en el último trimestre del año, retorna a nosotros multiplicado ¿No te parece fabuloso?
¿Qué tienes para entregar?, ¿De qué te puedes desprender?, ¿Cuáles cosas debes soltar para seguir adelante? Para quienes saben utilizar con propiedad la energía del otoño, soltar es un catalizador para que el proceso creativo se materialice más rápidamente.
El político y escritor británico Sir Winston Churchill decía que el precio de la grandeza es la responsabilidad. La invitación de este tiempo es para asumir la responsabilidad dejar en nuestras vidas espacios vacíos. Vivir un estado de integridad, o de honestidad, con nosotros mismos, nos dota de una extraordinaria fuerza que nos permite soltar aquello que ya cumplió su ciclo en nuestras vidas.
En la dimensión espiritual, soltar es una manera de ganar. Reconocemos que lo que damos, en realidad es una forma de dárnoslo a nosotros mismos a través del otro. Rumi dijo: “Naciste con potencial. Naciste con confianza y bondad. Naciste con grandeza. Naciste con ideales. Naciste con alas. No estás destinado a arrastrarte; Tienes alas. Aprende a usarlas y vuela”. Me encanta este pensamiento del poeta, ya que me recuerda que cuando sintonizamos con la dimensión espiritual lo tenemos ¡TODO!