Solución completa

Solución completa

El Estado Dominicano no debió lanzarse, como hizo literalmente la administración del presidente Leonel Fernández, a construir un aeropuerto en el lugar denominado El Higüero sin antes aplicar un pormenorizado estudio de prefactibilidad y de certificación internacional.

Ahora resulta que para que pueda prestar servicios habría que dedicarse a la costosa búsqueda de un cambio importante en el entorno, pues el vertedero que le queda cerca es una fuente de problemas para la seguridad de la aviación, incluyendo la presencia persistente y numerosa de aves.

Un acto más de falta de planificación en nuestro medio, lo que registra particular reincidencia en el campo de la aeronáutica, pues todavía hoy el subutilizado aeropuerto María Montez, de Barahona, le sigue quedando demasiado grande a la región. En Samaná, por añadidura, también se invirtió con mal cálculo. Unas instalaciones en Arroyo Barril nunca tuvieron buen uso práctico, y luego alguien sacó de entre las mangas otra excesiva obra aeroportuaria allí, como si se quisiera hacer de la provincia samanense uno de los lugares del mundo con más kilómetros de pistas por número de habitantes.

Sobre el aeropuerto Joaquín Balaguer –nombre que honra a un mandatario pionero en inversiones controversiales en la materia- se ha hecho bien en polemizar, señalar presuntas responsabilidades y tomar cuentas sobre lo que va costando a la economía su falta de operaciones. Pero también procede crear un orden de cosas que haga productiva la inversión.

La incompatibilidad entre la terminal y el enorme basural necesita una alternativa.

[b]II[/b]

Póngase atención al hecho de que el vertedero de Duquesa debería ser cerrado por otros motivos independientes a su colisión con las operaciones aéreas sobre el lugar en que se encuentra.

Lo primero es que el infortunado destino final de los desechos sólidos de Santo Domingo es manejado sin sujeción estricta a las técnicas sobre rellenos sanitarios que evitarían la contaminación hacia sus alrededores y el subsuelo.

La sola situación de concentrar allí los desperdicios que recogen tres ayuntamientos tiene que resultar perjudicial en extremo, además de aumentar onerosamente los costos de la limpieza.

La decisión inmediata que se reclama es trazar un plan maestro a ser cumplido por los diferentes organismos edilicios de la provincia de Santo Domingo, el Distrito Nacional y el gobierno central.

La eliminación de desperdicios debe regionalizarse para facilitar el acarreo hacia infraestructuras que permitan el aprovechamiento de componentes reciclables o industrializables. El resto se enterraría bajo control científico.

Se ha dicho mucho que Duquesa es una bomba de tiempo; se trata de una gran fuente de gases que van a la atmósfera, y sus esporádicos incendios sin control suelen acentuar la contaminación.

¿Qué hacemos con reconocerlo si no vemos que las autoridades pasan de inmediato a una acción previsora que suprima el detonante de futuras crisis?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas