No comparto la opinión de que el anunciado pacto entre los dos grupos que se enfrentaron en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) es una derrota para el presidente del partido; más bien es el inicio de una jugada maestra, de corte puramente maquiavélico, del auténtico heredero político del inefable Dr. Joaquín Balaguer, que lo es el Dr. Leonel Fernández, aunque no le reconociera en su último discurso, al difunto líder, su papel para convertirlo en presidente de la República.

La ratificación de candidaturas de muchos actuales legisladores y síndicos (que no es más que una burda demostración de que la reelección es perversa siempre que no sea la nuestra) juntamente con otras concesiones estratégicas aceptadas por el presidente Medina, colocan como ganador en cualquier escenario al Dr. Leonel Fernández, porque la popularidad del mandatario caerá vertiginosamente a partir de su re- postulación, actuales legisladores y alcaldes impopulares restarán numerosos votos al proyecto doble-reeleccionista y la oposición se consolidará contra el continuismo, aparte de la rebatiña que se avecina entre los actuales funcionarios y los nuevos aspirantes del mismo PLD a posiciones electivas junto a las potenciales zancadillas que podrían colocarle sus propios compañeros a los repostulados, incluyendo al propio presidente de la República. Eventualmente el PLD podría perder el poder o retenerlo a sangre, fuego y “papeletazos” a granel y, por cualquiera de las dos vías, el doctor Leonel Fernández pasará a ser héroe o mártir al mismo tiempo, garantizando su retorno, “mesiánico o providencial”, a la Presidencia de la República, en el 2020.

El 16 de mayo del 2016 sabremos si ese pacto fue una solución o simplemente una ilusión.