Soluciones nacionales, sociales y electorales

Soluciones nacionales, sociales y electorales

Nuestra democracia es como una adolescente: egocéntrica y egotista. Es por ello que nuestros males siempre son un problema urgente, y su solución algo fuera de nuestro alcance. Nunca tiene que ver con nuestra actitud, siempre con nuestras expectativas, poco que ver con las reglas con el semáforo social, que permite, alerta o pone alto a algunas actitudes de orden público.

El liderazgo en el país, y no me refiero solamente al político, está mucho más preocupado de lo políticamente correcto, del mantenimiento del status quo, y eso ha impedido que la solución electoral se vuelva una solución social y nacional.

La sociedad civil, por ejemplo, la voz de nuestra adolescente democracia, está fundamentalmente comprometida con denunciar solo un tipo de liderazgo, el liderazgo político. Esa sociedad civil no es capaz de sostener causas sociales o nacionales tal que sean asumidas por un candidato capaz de convertirlas en una solución electoral. Algunos casos excepcionales fueron las reformas económicas, del código laboral, y de las altas cortes en los años 90, y más recientemente el movimiento del 4% para la educación. Y en cada una, aunque no es objetivo de esta entrega, habría que hacer apostillas importantes.

Vale decir, por ahora, que en el país no hay solución electoral al margen de los partidos, y eso es en realidad, una suerte. Al margen de la debilidad de dos de los partidos de oposición, el votante sigue vinculándose políticamente al través de los partidos, especialmente de los partidos tradicionales.

Y es por eso que la oportunidad para construir soluciones sociales y nacionales pasa por la solución electoral. En el marco del 2016 es obvio que la solución electoral sigue siendo la del PLD. Y en el PLD hay dos liderazgos bien afianzados, con experiencia, fuerza y suficiente músculo electoral: el liderazgo de Danilo Medina y el de Leonel Fernández.

La solución electoral depende de la solución de las tensiones entre estos liderazgos. Y, hoy más que nunca, esa solución electoral tiene que apurar las soluciones sociales y nacionales. Es decir, hay que ir más allá de meros marcos legales, tenemos que detener el deterioro de nuestro tejido social. El reto va más allá de “gerenciar” las debilidades institucionales, o de mantener equilibrios económicos (cada vez más endebles), o de contentarnos con la formalidad de las leyes.

Hay que aceptar con mucha responsabilidad y transparencia que si queremos caminar con optimismo es necesario asumir que la inseguridad ciudadana, los bajos sueldos, el narcotráfico infiltrado en todos los partidos políticos, la falta de semáforos sociales confiables, y el deterioro en valores positivos de cohesión, necesitan compromiso directo, aún entrañe costos políticos.

De lo contrario, la calma existente, calma chicha que augura tormenta, terminará trayendo la tan pronosticada crisis del partidismo, la zozobra del proyecto nacional y una crisis económica estructural y profunda. La ruptura definitiva de la paz social.

Dicho en simple, no hay solución electoral fuera de Danilo y Leonel. Y por ende, la solución nacional y social está en esas manos.

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