Sombras que matan el pasto

Sombras que matan el pasto

JOSÉ BÁEZ GUERRERO
j.baez@codetel.net.do 
La aceptación mansa de las “verdades” convencionales es quizás la  manera más segura de bloquear el avance de la ciencia, el descubrimiento de cosas nuevas y el progreso de la humanidad. Fue la irreverente curiosidad de hombres y mujeres excepcionales lo que permitió los sucesivos  pasos hacia delante que han traído a la humanidad a su actual estado. ¡Y  ahora es que falta ver cosas nuevas!

 Generalmente, mientras más bruta es la gente, más se aferra a la comodidad de las verdades conocidas. Quizás sea así porque requiere menos esfuerzo conformarse con aprender, como se hace con la tabla de multiplicación, fórmulas que no requieren ningún tipo de reflexión.

 Ha sido la curiosidad, alimentada por la duda, la que ha impulsado a los hombres de ciencia a empujar cada vez más allá, centímetro a centímetro, las fronteras de las verdades conocidas por la mente humana.

 Investigaciones sobre las redes neurales aportan datos que utilizan los lingüistas para nuevos estudios. (El protagonista de “Men in Black” afirma que ciertas culturas extraterrestres consideran la arquitectura del pensamiento humano como algo parecido a un virus incurable!).  Estas reflexiones tienen mucho que ver con el insípido papel que juegan en el desarrollo dominicano muchas de sus instituciones, frecuente refugio para profesionales brutos que escogen el activismo gremial para trascender socialmente, porque ejerciendo lo suyo nunca pasan de ser simplemente mediocres.

 La asociación profesional más antigua, anteriormente Asociación Médica Dominicana convertida ahora en Colegio Médico Dominicano, dedica más tiempo y esfuerzo a estériles confrontaciones políticas y de corte sindical, como si fueran meros obreros. Fuera de huelgas y más huelgas, ¿recuerda alguien alguna investigación médica, o aporte científico, de este grupo?

 Hay abdicaciones vergonzosas, como asociaciones empresariales que en vez de enfrentar a los mal llamados sindicalistas del transporte, malos empresarios en todos los sentidos, dejan esta lucha al gobierno, cuyos responsables más fácilmente se “entienden” con esos malandrines, antes que procurar el bien común, la sensatez, o la mera aplicación de las leyes.  El más abyecto tópico es atribuir al adversario pensar lo que cree por estar “vendido”. De alguna manera tenemos que propiciar un desyerbe, la aplicación de abono, y una poda bien hecha, en estas instituciones cuya sombra no hace más que secar el pasto, sin dar ningún fruto. Con intelectuales y periodistas brutos e ímprobos no vamos hacia ningún sitio bueno.

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