Somos nuestros ancestros

Somos nuestros ancestros

Somos hoy una mezcla de la cultura taina, africana, española y de las distintas etnias que estuvieron y están presentes en nuestra isla. Este sincretismo se plasma en nuestra cotidianidad y en algunas de las condiciones sociales que vivimos.

Nuestro ritmo de vida en los campos está vinculado a los ciclos de la naturaleza como los tainos, el agua-es sagrado, las fuentes de agua generan rituales a “indios que viven en las aguas” dándole presencia a nuestros ancestros.

El sentido de la celebración en cada momento de nuestra vida es parte de nuestra herencia africana, celebramos cuando sufrimos y lloramos, la alegría, la tristeza, la vida y la muerte son motivos de fiesta.

Así como a los tainos los españoles le llamaban “vagos” así las élites de este país le llaman “vagos” a los sectores populares discriminándolos; no logran comprender la lógica fiesta-trabajo-fiesta-vida que corre por nuestras venas, desde nuestra negritud y raíces indígenas.

La mezcla de las culturas taina-africana ha estado invisible en nuestra historia y da razón a lo que somos hoy. Nuestra forma de hablar, nuestras comidas, el peso de lo colectivo y la solidaridad en la cotidianidad son una herencia de nuestros antepasados.

A pesar de que las manifestaciones mágico-religiosas y la cultura de nuestros ancestros han sido reprimidas y sancionadas todavía hoy nuestro pueblo realiza con atabales, percusión y su cuerpo las celebraciones del vodu dominicano, éste integra en sus misterios las divisiones indias. Encontramos en ese universo mágico-religioso la trinidad de las diosas: la reina Anacaona, Anaisa y la virgen de La Altagracia presentes las tres en el panteón del vodu dominicano. Todo nuestro universo mágico-religioso es sincrético e integra todo lo que somos, nada queda fuera, con un “si” permanente, aunque sea un “no”.

En la actualidad hay una práctica continua de negación de nuestra identidad como se la negaron a nuestros antepasados tainos y africanos. Un país formado por migrantes desde sus inicios hasta hoy, niega sus raíces y pretende hacer una cirugía a la dominicanidad.

Las personas negras no son consideradas dominicanas, son haitianas y están expuestas a que las repatrien a un lugar que no conocen ni echaron raíces. Así como repatriaron a nuestros antepasados y los desarraigaron de sus tierras.

Hoy más que nunca debemos reconocer que somos nuestros ancestros, que está vivo el sufrimiento, el dolor y la alegría que nos dejaron. Sus vínculos entrañables con la madre tierra, el agua y el fuego se convierten en un canto y una evocación a la lucha incansable por no dejarnos morir como ellos, sin agua, sin tierras, sin playas, lagunas y sin ríos.

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