¿Son buenas las religiones?

¿Son buenas las religiones?

Desde su origen el hombre ha practicado alguna creencia. Sin embargo, en la devoción ha cometido actos lamentables.

Han ido desde el asesinato de Abel, las luchas judías, la muerte de Jesús, las cruzadas, la Inquisición hasta el yijadismo moderno.

Hoy por hoy las civilizaciones están en zozobra por el choque de creencias. Esto lleva a plantear seriamente el tema de la fe.

Occidente ha abrazado el cristianismo; sin embargo, hemos visto muchos pecados entre sus miembros, que han ido, también, desde derramar sangre hasta violar valores éticos y morales.

Para que una religión pase la prueba no solamente debe estar fundamentada en doctrina apegada a valores fundamentales del bien, sino que quienes la profesen también los practiquen.

No es el rótulo, ni la institución ni quienes la representan lo que le asigna validez. Es una combinación.

Una fe sana – llámese como se llame – debe enarbolar siempre el amor, la paz, la dignidad, la solidaridad, la verdad, la transparencia, la justicia, el perdón, la humildad, la valoración al prójimo, el respeto a la vida humana…

Y lo mismo harán los que se identifiquen con ella.

Concepción Arena, quien fuera una gran socióloga y abogada de España en el siglo pasado, dijo que la verdadera religión acompaña al hombre a todas partes, como su inteligencia y su conciencia; penetrando su vida, incluyendo sus actos.

Una creencia, cualquiera que sea, termina en descrédito cuando carece de esta unidad integral. Repetimos: doctrina sana y vivencia (filosofía y praxis).

La atracción hacia una devoción no debe estar basada en propaganda, estructura, poder, dinero, discurso o figuras. Debe ser por la capacidad de hacer feliz al profesante y de producir niveles de convivencia elevados que contribuyan a la koinonia del mundo y al bienestar de todos.

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