¿Son las mujeres “malas conductoras”?

¿Son las mujeres “malas conductoras”?

Contrario a la casi generalizada creencia de que las mujeres cometen mayores imprudencias al conducir por las vías públicas, las estadísticas se encargan de desmontar la errada percepción.

La socorrida afirmación, que en cierto modo carece de fundamento válido, se puede verificar cuando observamos la proporción existente entre damas conductoras y hombres al volante.

Una simple ojeada al parque vehicular dominicano nos permite verificar que las propietarias de automóviles están en desventaja frente a los dueños de esos medios de transporte. La proporción es, prácticamente, de cuatro a uno. De un total de 697 mil 180 automóviles circulando por las vías públicas, el 77.6 por ciento corresponde a la población masculina, contra el 22.4 por ciento de la población femenina.

Las damas mantienen desventaja, también, en cuanto a la propiedad de las yipetas, el medio de transporte de moda. Los números nos demuestran que ellas poseen el 35.5 por ciento de ese tipo de vehículo, y los hombres el 64.5 por ciento. Una diferencia apreciable.

Imprudencias y reiteradas violaciones a la Ley de Tránsito, a las regulaciones y normativas vigentes sobre la materia, y los atropellos a los usuarios de las vías, nos permiten inferir quiénes, con mayor frecuencia, se saltan las normas.

Cuanto ocurre cotidianamente en avenidas, calles y carreteras dominicanas es el fruto de la pasividad o la indiferencia de autoridades que tienen bajo su tutela aplicar la ley. Muchas han sido las promesas de poner orden, y poca la efectividad y permanencia de esos esfuerzos.

Aun admitiendo un posible reducido margen de error en las estadísticas, normal en el manejo de datos, es fácil comprobar, in situ, que el número de mujeres al volante es ínfimo.

Aunque sin estadísticas a mano acerca del número de damas que portan Licencias de Conducir, es obvio que no necesariamente quien posee autorización o derecho a “manejar” es dueño de algún tipo de vehículo. Una cosa no guarda relación directa con la otra.

La fiebre, entonces, en cuanto a la frecuencia de las violaciones, habrá que detectarla con otros termómetros.

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