Podríamos comenzar esta entrega con un lamento similar al del inmortal escritor peruano César Vallejo, quien en uno de sus profundos poemas describió la terrible dureza de ciertos golpes en la vida. En un caso de esa característica se encasilla la inesperada muerte del joven luchador olímpico Juan Carlos D?íaz Mordán, una noticia que dejó absorta a nuestra comunidad deportiva.
El lamentable hecho aconteció en la madrugada del pasado sábado 06 en el pabellón de lucha del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, regenteado por la federación dominicana de esa disciplina; en el área del dormitorio de los atletas de la residencia de esa entidad.
Sobre el deceso del luchador de 24 años de la modalidad greco, los periódicos divulgaron diversas versiones, pero la más socorrida fue queL murió a consecuencia de un paro cardíaco. Surgieron cuestionamientos en el sentido de que no se hicieron las diligencias de lugar a tiempo para salvarle la vida, y varios de sus compañeros criticaron a una patrulla policial por negarse a trasladarlo inmediatamente a un hospital cercano mientras sufría la horrible agonía.
Desdichadamente se truncó el sueño de un muchacho azuano que aspiraba a colocar con orgullo su nombre en el medallero en representación del país en los Juegos Panamericanos de Lima, Perú, programado para el próximo mes de julio.
Tras el fallecimiento, el amigo Antonio Acosta, presidente de la Federación Dominicana de Lucha y primer vicepresidente del Comité Olímpico Dominicano, dio unas declaraciones a los medios de prensa que si bien son acertadas, merecen un análisis crítico y objetivo concatenado con nuestra problemática deportiva.
El alto dirigente dijo textualmente lo siguiente: “Creemos que la muerte de este joven llame a reflexión, proponemos haya un programa donde todos los atletas, no importa el deporte que sea, se le haga un chequeo anual.”
Sobre este particular debe causar extrañeza y gran preocupación que en nuestro país todavía no se hayan establecido los denominados programas masivos de aptitud física en el marco del sistema escolar.
Desde hace décadas los países del primer mundo, y más reciente en varias naciones emergentes promueven la iniciación deportiva a gran escala conjuntamente con programas de aptitud física que incluyen las indispensables fichas médicas, un proceso al que se le da seguimiento con evaluaciones pasando por los niveles juveniles hasta los superiores.
En los actuales tiempos la actividad deportiva debe estar estrechamente asociada a las ciencias aplicadas para mejorar y proteger las condiciones físicas y la salud de los atletas, donde la medicina deportiva, especialidad madre-entre otras ciencias como la biomecánica de los ejercicios físicos y la psicología del deporte- se dedica al estudio de los efectos del ejercicio deportivo, y de la actividad física en el organismo humano desde la prevención y el tratamiento de las enfermedades y lesiones.
Leyendo recientemente el interesante libro “Como prevenir y curar las lesiones deportivas”, de la autoría de tres especialistas españoles de medicina deportiva, me llamó poderosamente la atención la parte que se refiere a la parada cardiorrespiratoria.
“El paro respiratorio-dice- es la suspensión súbita de la ventilación y circulación que, sin aparente patología o causa manifiesta, se presenta de forma inesperada. La víctima no responde a estímulos. Sus respiraciones agónicas o no hay, y no se palpan pulsos en las grandes arterias. De inmediato se debe iniciar la reanimación cardiopulmonar (RCP), para prevenir la muerte o complicaciones neurológicas.”
Ahora que hará casi un año que los Ministerios de Deportes y de Educación firmaron un importantísimo convenio de cooperación, es el momento apropiado para poner en vigor amplias pruebas de aptitud física en procura de detección y desarrollo de talentos deportivos, con las indispensables fichas médicas para prevenir casos lamentables.