Para la mayoría de los consumidores las marcas propias de los supermercados son una buena opción que ha crecido en medio de la pandemia, no solo en la República Dominicana sino en todo el mundo, debido a las reducciones presupuestarias que han debido hacer las familias para mitigar los efectos de la inesperada crisis sanitaria.
La utilidad y el crecimiento del consumo de las marcas blancas y propias son para algunos una novedad debido a las variadas y amplias ofertas, que aparecen en los anaqueles de las grandes tiendas y supermercados y en muchos lugares opacan a las marcas tradicionales, lo que en algunos países ha creado problemas de competencia, aunque este tipo de ofertas aparecieron a mediados del siglo pasado.
Después de la Segunda Guerra Mundial, las líneas blancas surgieron en Alemania, permitiendo a los consumidores adquirir productos de primera necesidad a menor precio. Se le llamó “línea blanca” porque los envases eran blancos, sin etiquetas de ningún color y vendidos bajo el signo o logo del establecimiento que lo ofrecía.
Este tipo de ofertas llegó a Inglaterra, cruzó el Atlántico y penetró a Estados Unidos, favoreciendo siempre a los sectores de bajos ingresos.
¿Qué son las líneas blancas y marcas propias? Son productos genéricos, que adquieren la fisonomía del expendedor. Es notorio que estas líneas de productos hoy día tienen la misma relevancia que cuando surgieron, son muy demandados por la función social que cumplen en un mercado global diverso, cargado de marcas, muchas de las cuales se colocan muy lejos de las posibilidades del mundo real, caracterizado por la desigualdad y la poca capacidad de compra de las mayorías.
Las líneas blancas han evolucionado y hoy se habla de marcas propias y abarcan numerosas ofertas que van desde alimentos, productos preenvasados, alimentos para animales, todo tipo de productos de limpieza y otros insumos para el hogar, incluyendo electrodomésticos.
Las marcas propias no solo vienen ya con el distintivo del que las ofrece, tienen nombre propio, y se conoce que es genérico porque de algún modo se asocia al distribuidor. Muchos consumidores y usuarios de productos tradicionales han tenido que emigrar porque las marcas propias son más económicas y están sujetas a estándares internacionales.
Frecuentemente los productos más buscados eran los de limpieza, como detergentes y desinfectantes.
Por tratarse de insumos tan delicados, la limpieza tiene un componente vinculado a la salud que se requiere una calidad que garantice que su uso deje realmente limpia las áreas, o los útiles que fueron higienizados, y que el principio activo del producto conserve su valor.
Igual ocurre con los desinfectantes, deben cumplir con el porcentaje del principio activo que le da la fisonomía de desinfectante, que elimine bacterias y virus que puedan provocar enfermedades a los consumidores y usuarios.
Muchos de los productos de marcas blancas, producidos, envasados, o empaquetados localmente, no cumplen con todos los requisitos de etiquetado o rotulado, algunos no presentan registro sanitario, otros indican que este registro está “en proceso”.
Por el alto consumo de los productos de marcas blancas, se requiere que las autoridades responsables desarrollen programas de inspección y vigilancia, que permitan verificar que estos productos cumplan con los requisitos de calidad, inocuidad, seguridad, etiquetado, promoción y publicidad, establecidos en la legislación vigente.
Solo así, de forma segura, los consumidores deben usarlos, sin daños a la salud ni al ambiente y protegiendo sus intereses económicos. Los productores y distribuidores deben ejercer una competencia leal.
Es importante la certificación de las marcas blancas para contribuir con su fortalecimiento.