«Sonsoles»: un testimonio de vida

«Sonsoles»: un testimonio de vida

Son soles los que alumbran los ojos de una mujer que tiene la oportunidad de salir de un ciclo de violencia, donde permaneció sumergida por más de 24 años de su vida. Espacio de tiempo marcado por una dinámica que pasaba de la acumulación de tensión a la agresión, para luego llegar a la reconciliación y la calma aparente de su agresor.

Estas son las fases, descritas por los psicólogos que trabajan la violencia de género, que forman parte de la dinámica que “reina” entre una mujer agredida y quien le agrede.

Pero también es la historia de “Sonsoles”, una mujer de 51 años de edad, quien desde hace nueve años no ha callado su voz con el firme objetivo de hacer una llamada despertadora a miles de mujeres dominicanas que puedan estar sufriendo los estragos de la violencia.

Eligió este nombre ficticio para poder propagar su experiencia sin violentar su identidad y la de sus hijos, a quienes también considera protagonistas de esta historia.

Esta mujer que no sucumbió ante las situaciones de violencia que vivió, canalizó su aprendizaje, y por varios años sirvió como colaboradora en el Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas (Pacam).

En la actualidad está casada, por segunda vez, con un hombre con quien dice compartirá el resto de sus días. Dice que está feliz y pasa gran parte de su tiempo orientando y acompañando a mujeres en situación de violencia.

Sin embargo, no siempre fue así. En 1980 se casó por primera ocasión. Cuenta que por venir de una familia tradicional se unió en nupcias con la intención de mantener su matrimonio para toda la vida.

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“Nos educan para eso. Para mantener nuestro matrimonio”, precisa la fémina trigeña, quien destaca que el día que decidió salir del ciclo de violencia, que vivió por más de dos décadas, se sintió libre por primera vez.

Sin embargo, las situaciones que padeció «Sonsoles» durante esos años  matrimonio, los que la llevaron a ponerle fin a esa unión.

Privada de libertad. No poder visitar a su familia, dejar de asistir a la universidad y dedicarse a las labores domésticas, durante todo el tiempo que duró su matrimonio, fueron algunas de las medidas que tuvo que tomar para “evitar alborotar los celos de su esposo”, consejo que le daban sus más cercanos amigos y familiares.

“Yo pensaba que mi esposo no era violento. Pensé que solo era inseguro, debido a que casi nunca me agredió físicamente”, explica al sostener que muchas mujeres creen que la violencia se  limita a recibir un golpe.

Afirma que pese a que fueron contadas las veces que su compañero le agredió corporalmente, sentía que algo no andaba bien, porque notaba que a su esposo todo le molestaba.

“No podía ir sola a ninguna parte. Para salir hasta a las reuniones del colegio de mis hijos tenía que tener su autorización”, recuerda de manera puntual.

Señala que a medida que pasaban los años se mantenía leyendo y buscando respuestas para poder entender su situación, ya que “no habían sido tantos” los episodios violentos.

Señala que las situaciones que implican violencia física son las de manera precisa pueden mostrarle a una mujer, joven y con poca información sobre el tema, que está en un ciclo de violencia.

Dice que no comprendía por qué tenía ataques de pánico y ansiedad cuando pasaba varios días sin salir de la casa.Frase de Sonsoles

Afirma que cree en el matrimonio y en la familia, a la vez que explica que por eso trataba de buscar ayuda.

Con gran alegría manifiesta que está viviendo los mejores años de su vida, luego de haber recibido varias terapias para superar esta situación, por lo que hoy puede decir que se acepta y se ama como mujer.

“Hay que decirlo, cuando la mujer se mantiene dentro de un hogar donde se producen episodios de violencia, pierde su dignidad, pero una puede recuperar su amor propio a través de la terapia”, resalta.

No obstante, ninguno de estos hechos la detuvo para escapar de ese ciclo donde se encontraba sumergida, y del que logró salir con vida.

“A medida que sientes miedo de ser tú misma se comienza a instaurar la violencia”, insiste, al tiempo de rememorar que no sabía cómo comportarse en su casa cuando había alguna persona de visita, debido a que temía lo que sucediera al estar a solas con su esposo, porque tras la despedida su compañero le reclamaba “por haber tenido un comportamiento inadecuado”.

Efectos de la violencia. Pero antes de irse de la casa, “Sonsoles” fue afectada por varias enfermedades, incluida una afección que la postró en una cama por más de tres meses.

“No se necesita llegar a la violencia física para someterte. Por ejemplo, él llegaba y ponía la pistola encima de la mesa de noche sin decirme nada”, dice al declarar que durante su matrimonio decidió estudiar derecho, por lo que su esposo también se inscribió en la misma universidad y carrera, para poder mantenerla bajo observación.

Cuenta que era muy difícil conversar  con su esposo porque él  le hacía la misma pregunta una y otra vez para verificar si se equivocaba en alguna parte de su respuesta y  cuestionarla nuevamente con acusaciones.

Afirma que con solo un mes de terapia, ya sentía que se había divorciado emocionalmente de su esposo, aunque se mantenía en el hogar.

Ayuda idónea. Explica que lo primero que la mujer sometida a una situación de violencia debe activar es su “red familiar”, que consiste en el conjunto de  familiares cercanos que puedan brindarle apoyo emocional a la mujer afectada.

Nunca se vio como víctima. Dice que tampoco dejó que la vieran como una víctima, aunque explica que hoy se da cuenta de que fue agredida, ya que su espacio le fue invadido, por lo que asume el “poner límites” como su lema de vida.

“Cuando pones límites la gente sabe hasta dónde puede llegar”, precisa al señalar que nunca perdió su identidad.

En la actualidad “Sonsoles” y su exesposo tienen una relación cordial. Ambos se volvieron a casar. Cada uno cumple con su rol familiar y disfrutan de sus hijos y sus nietos.

Falta mucho por hacer.Con respecto a las autoridades sostiene que en el país no se ha enfrentado de manera efectiva los casos de violencia de género y considera que la justicia no ha creado los mecanismos eficientes para lograr la corrección de los hombres agresores.

Rescatando mariposas. A pesar de todo lo vivido, “Sonsoles” tiene tiempo para dedicarlo a ayudar a otras mujeres que están en situación de violencia.

Trabaja acompañando a mujeres que son afectadas por la violencia de género en una comunidad de San Cristóbal y está escribiendo un libro donde narra su historia que publicará para que sirva de inspiración a otras mujeres.

“Rescatando mariposas” es el grupo de ayuda del que forma parte donde brinda acompañamiento a mujeres maltratas, a la vez que se capacita en algunos oficios para que pueden «romper con el ciclo de la violencia»  y trabajar.

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