Soplan vientos nuevos

Soplan vientos nuevos

FIDELIO DESPRADEL
Los beneficiarios del Bloque de Poder gozaron, desde finales  de la década de los 70, de una situación privilegiada. Balaguer había propiciado su recomposición, después que el pueblo dominicano los arrasó en la Guerra de Abril. A través de una interpretación muy a su favor de la ley 299 y de sus versiones posteriores, y utilizando el favor del Estado, recompusieron el Bloque de Poder y lograron que el sector bancario y las empresas oligopólicas lograran la hegemonía en relación a los otros componentes de aquel bloque.

Y como maná del cielo, los liberales de Washington y la falta de firmeza y estrechez de miras de sus dirigentes, domesticaron al PRD, en los mediados y finales de los 70, logrando contar entonces con dos partidos, que con procedencia y bases distintas, se alternaban en el poder sin cuestionar, en lo más mínimo, las prácticas malditas que lograron  imponerle a esta  República  Dominicana, semidomesticada  después  de  la  intervención  militar norteamericana y la derrota de la Revolución Democrática de Abril.

Y luego les vino otro maná del cielo. El PLD, fundado originalmente para terminar la obra de Juan Pablo Duarte e impulsar la Liberación Nacional, en uno de los actos de involución política y moral más radicales que recuerda nuestra historia, se convirtió en otro partido de esa oligarquía económico-social.

Entonces las cosas se pusieron color de rosa. Con un movimiento popular que no lograba constituirse en fuerza independiente y que no contribuía a cambiar la correlación de fuerzas, que desde 1966 favorece a los norteamericanos y a esa oligarquía económica, se le vino a sumar el hecho de que, desde mediados de los 90, con la declinación de  las facultades del profesor Bosch, esta oligarquía contó con tres partidos, que se fueron convirtiendo en tres partidos únicos; únicos en la defensa de los intereses de los norteamericanos y de esa oligarquía; únicos en la degradación moral; únicos en el abandono de cualquier resquicio patriótico que les quedara, como residuo de un pasado progresista.

¡Se sacaron el premio mayor! Lograron, desde entonces, contar con la sumisión abyecta de todos los poderes del Estado, de las cúpulas de los tres partidos y con un ejército de comunicadores y de “ex”, que le prestan insignes servicios.

A todo esto se le suma, que entre estos tres partidos, uno era un gran veterano en el ejercicio del poder despótico, el otro era hijo de uno de los intelectuales más honestos y formados del país (Juan Bosch), y el tercero, el PRD, siendo el partido de base popular más grande habido en la historia del país, además, mantuvo por décadas una hegemonía absoluta sobre las grandes masas populares. O sea, un formidable aparato político.

Las votaciones del pasado martes aceleraron la descomposición de ese cuadro ideal. El PLD alcanzó mucho más poder de lo que esa oligarquía le interesaba que alcanzara, y el PRD y PRSC se igualaron en lo que a declinación de apoyo popular se refiere.

En el caso del PRD lo más grave ha sido, tomando como referencia el cuadro anterior, que este partido terminó de perder su indiscutible hegemonía sobre las masas.  Los perredeístas  han ido independizándose de  sus  cúpulas partidarias; mantienen el vínculo por el fenómeno  del clientelismo, pero nunca como ejercicio de una hegemonía.

En cuanto al PLD, dominando todos los poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) así como un ejército de comunicadores con vocación trepadora, de ahora en adelante el  país va a contemplar el despliegue de todos  los antivalores que han venido acumulando: lo vamos a ver ejerciendo el despotismo que siempre ha caracterizado sus actuaciones. En estos tiempos de despliegue mundial del liberalismo, lo veremos practicando el  peor de los entreguismos; permitiendo y multiplicando las intervenciones militares norteamericanas en el  país;  entregando el patrimonio  natural;  propiciando  proyectos  como  su despropósito con Bahía de las Águilas y la famosa Isla Artificial, donde el propio Presidente de la República, envió al Congreso un contrato donde el Estado servía de garante de las ganancias de los estafadores encabezados por el señor Melendez; los vamos a ver imponiendo, porque les da la gana, megaproyectos como el del metro; los veremos asociados en grandes proyectos de entrega de nuestros recursos naturales, como mecanismo de valorización del capital, como es el caso de Sans Soucí y de la mega Avenida del Ozama y de los inmensos humedales río arriba.

Pero el PLD no tiene el control hegemónico sobre las masas que siempre tuvo el PRD. Desde que el pueblo lo sorprenda en sus fechorías, tendrá que fajarse con un movimiento social que empezará a despertar, a partir de este momento.

De  manera  que  el  cuadro  político  ha  cambiado radicalmente. Pero resulta que las fuerzas contestatarias, desde la izquierda, no hemos podido, aún, avanzar en la construcción de propuestas alternativas, con fuerza de masas. Y eso es muy grave.

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