SORDERA NEONATAL

SORDERA NEONATAL

La hipoacusia neonatal es la pérdida de capacidad auditiva en los niños de 28 días o menos de vida. Puede ser de origen congénito por causas genéticas (antecedentes hereditarios) o de aparición en los primeros días de vida. La sordera en recién nacidos tiene un origen genético en el 70% de los casos y es hereditaria en un 10%, mientras que uno de cada cinco (el 18%) obedece a malformaciones óseas del oído interno.

Se trata de  un problema de salud con graves consecuencias para la adquisición y desarrollo del lenguaje. Afecta a cinco de cada mil niños al nacer. En los neonatos de alto riego es mucho más frecuente, como es el caso de recién nacidos prematuros, bajo peso al nacer y otros bebés que nacen con problemas tales como infecciones, asfixia, traumas, anomalías congénitas, asimismo problemas durante el embarazo o con uso de algunos medicamentos. En estos casos de bebés de alto riesgo la incidencia de hipoacusia es de 10% o más.

Así lo explica el doctor Luis Rivera, director del Departamento de Perinatología de la  Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia.

Rivera señala que existen factores de riesgo como antecedente familiar de sordera, infecciones intrauterinas (citomegalovirus, rubeola, sífilis, toxoplasmosis o herpes), malformaciones de la cabeza y el cuello, hiperbilirrubinemia grave, prematuridad y peso por debajo de los 1.500 gramos, meningitis neonatal, toma de fármacos ototóxicos durante del embarazo, puntuación de APGAR bajo al nacer, ingreso en la UCI neonatal con ventilación mecánica durante más de cinco días y síndromes genéticos que asocian sordera. Aproximadamente un 30% de las sorderas aparecen tardíamente cuando el niño es mayor de dos años.

A partir de los dos años la observación del niño por parte de sus padres y educadores es fundamental para detectar precozmente la hipoacusia.

Los factores de riesgo para padecer sordera en el niño mayor son: otitis media o serosa recurrente durante más de tres meses, traumatismo craneoencefálico grave, retraso en la adquisición del lenguaje, meningitis o uso de medicamentos ototóxicos, indica.

Dice además que en los primeros días de vida del niño ya es posible valorar la capacidad auditiva mediante pruebas sencillas, que no acarrean molestia alguna para el bebé.

Se realizan cuando el bebé está tranquilo o dormido. Para valorar la capacidad auditiva de los bebés se utiliza la Prueba de Emisiones Otoacústicas (OAE).

“Esta prueba breve se realiza con un lactante dormido o un niño mayor que puede permanecer sentado sosegadamente. Se coloca una sonda pequeña en el canal del oído, y luego se introducen muchos sonidos de tipo pulso y se graba una respuesta de tipo “eco” de las células ciliadas externas del oído interno. Una computadora calcula la media de estas grabaciones”.

El perinatólogo señala también la técnica de Potenciales Evocados Auditivos de Tronco Cerebral Automatizados (PEATC-A), que es especial para recién nacidos.

“Únicamente es necesario colocar unos sensores en los oídos, bien unos auriculares sobrepuestos en las orejas o bien un pequeño dispositivo en el conducto externo de cada oído. La prueba se realiza en las 12 a 48 horas de vida del niño, antes del alta del recién nacido. En todo caso es recomendable que sea realizada en el primer mes de vida. Es muy importante valorar la audición de los bebés porque niños con hipoacusia requieren estimulación auditiva precoz para la adquisición del lenguaje oral, para potenciar el aprendizaje del niño y mejorar su comunicación. Pase a la página 4C.

ZOOM
Secuela

La hipoacusia neurosensorial es también una de las secuelas más frecuentes de las meningitis bacterianas. “En la actualidad  hay vacunas eficaces para prevenir los tres tipos de meningitis, si bien dentro del grupo del meningococo, para el serotipo B (que ocasiona alrededor del 50% de casos producidos por este germen) no hay vacuna (sí para el meningococo A y C)”.

 “Junto al cuidado o limitación en la utilización de medicamentos oto-tóxicos, el “ruido” es otro factor básico a vigilar en niños con antecedentes hereditarios de pérdida de audición”, indica Rivera.

Dice además que hacia los 2 años de edad, uno de cada 25 niños tendrá una pérdida de la audición leve o moderada producida por enfermedades del oído y aproximadamente un 6% de niños entre los 3 y medio y 5 años y un 15% en tre los 6 y 19 años, se ponen de manifiesto en los cribados de audición.

“El objetivo general de la prevención debe incluir un cribado auditivo a realizar sistemáticamente en las consultas de puericultura del niño sano”, señala.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas