Sordos y ciegos

Sordos y ciegos

La sordera y ceguera de los ricos del país forman parte importante de la crisis permanente en la que vivimos.

El problema de lo que acontece entre los apostadores de gran dinero, quienes compraron riesgos con altas probabilidades de fracasar, es sólo una parte de nuestro quebradero de cabeza. Leo en una corta reseña de las declaraciones de bienes de funcionarios del Gobierno, que el Secretario de Obras Públicas tiene un vehículo modelo 2009. No es extraño, desde agosto y setiembre, todos los años, se anuncian y venden vehículos de lujo construidos con fecha adelantada, en una palabra: el último modelo, el más reciente, el más caro.

Cuentan que un ejecutivo de la firma Daimler-Benz visitó nuestro país en la década de 1970 a ver si era cierto que en este pedazo de isla hubiera una cantidad tan grande de vehículos marca Mercedes Benz…y lo confirmó.

Nos comportamos como la gente de Dubai, de Kuwait, de los Emiratos Árabes Unidos, quienes dueños de un subsuelo formado más por petróleo que por tierra, no saben qué hacer con el dinero y construyen, entre otras cosas, el único hotel 10 estrellas del mundo. ¡Imagínese el lujo!

En vehículos de lujo, pisos de mármol italiano, techos artesonados con maderas de las más caras del mundo y diseñados por arquitectos que cobran bien por su talento, se va una cantidad de dinero increíble.

A ello debemos sumarle el descubrimiento, hace unos 25 ó 30 años, del sabor y el gusto de quesos franceses, pastas italianas, bifes de cortes del Cono Sur o de Estados Unidos y toda suerte de aderezos, sin que importe el precio.

¿La ropa? Desaparecen las modistas, las costureras expertas que confeccionaban trajes a la medida, desde simple batas de mañana hasta trajes de bodas o los propios para asistir a recepciones de gala.

Sobreviven algunos maestros de la sastrería porque han sabido nadar sobre la cresta de las encrespadas olas del consumismo que tanto nos cuesta.

Para 1982 ya había escrito, y entonces repetí, que en nuestro país debíamos aplicar una economía de guerra: cero importación de vehículos de lujo; cero importación de alimentos que se pueden producir en el país; cero importación de bebidas espirituosas las cuales sólo se podrán adquirir pagando un 500 por ciento del arancel actual; regulaciones para la importación de ropas, vestidos y calzados.

Determinar el costo comparativo entre los pupitres de maderas (que duraban para siempre) y las butacas de flexibles patas y formica en los asientos, que se levanta en tres o cuatro meses; que el Gobierno sólo compre medicamentos genéricos de fabricación nacional.

Que se auspicie la siembra de todo tipo de productos comestibles. Que a lo largo de las carreteras  y camino se siembren millones de matas de coco y mangos. Que se incentive la producción de aceite de coco.

El plan es posible, pero se necesita un Gobierno al cual le duela el país.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas